Tony Gilroy pasó de participar como escritor en películas con una respuesta taquillera considerable (tal es el caso de 'Armageddon', 'Pactar con el diablo' o la trilogía de Jason Bourne) a estrenarse como director en 'Michael Clayton', por lo que obtuvo un reconocimiento pocas veces visto en una ópera prima. Dicha película obtuvo importantes nominaciones en los Oscars (en mi opinión, totalmente exagerado), llevándose Tilda Swinton el premio a la mejor actriz de reparto. Era de suponer que Gilroy, en su siguiente trabajo apuntase más alto, y no ha sido así.
'Duplicity' es menos ambiciosa que el film citado, aunque su forma es prácticamente idéntica (Gilroy empieza a definir su estilo como director). Se trata de una comedia ligera ambientada en el espionaje industrial, con dos ex-agentes del gobierno primero enfrentados y luego obligados a trabajar juntos, intentando robar un importante secreto a una multinacional líder, cuyo máximo dirigente se lleva a matar con su más directo rival, deseoso de conocer dicho secreto.
No leer si no se ha visto la película.
'Duplicity', al igual que 'Michael Clayton', está llena de personajes con carisma y elegancia. Si en aquella, George Clooney paseaba su cara y sonrisa mientras limpiaba los trapos sucios de importantes clientes de un bufete, en ésta son Clive Owen y Julia Roberts quienes nos alegran la función. Más guapos que nunca, paseándose por medio mundo (como si de una aventura de James Bond se tratase), a todo lujo, y viviendo, cómo no, con algo de peligro en sus vidas, estos dos actores dan vida a una pareja de espías antagonistas que no pueden evitar el sentirse atraídos uno por el otro. De esta forma se añaden las consabidas gotas de romance y sensualidad, mientras el público desea estar con ellos (a mi acompañante se le caía la baba cada vez que Owen hacía acto de presencia).
Porque uno de los máximos aciertos de 'Duplicity' es lo mucho que gusta al público medio sus dos personajes centrales, dedicados a trabajos poco corrientes, siempre conociendo gente en diversos lugares, con una libertad que pocos poseen y un glamour como el que desprendían las estrellas de los años 40 o 50 (Cary Grant por poner un ejemplo). La química entre Owen y Roberts es casi perfecta, aunque los personajes en sí no sean más que refritos de otros vistos mil veces. Frente a ellos, interesan más los desquiciados jefes de las multinacionales enfrentadas, caracterizados por Paul Giamatti y Tom Wilkinson (ejemplar es el inicio con ellos dos peleándose en un aeropuerto), demostrando el segundo que es uno de los mejores secundarios que hay en la actualidad.
La pena de 'Duplicity', cuyo guión, hay que decirlo, no es la quintaesencia de las películas de espías, en la línea de los libretos anteriores de Gilroy, es que éste se centra demasiado en el personaje de Giamatti, intentado desviar la atención del de Wilkinson, mucho más importante en la trama de lo que parece a simple vista. Y es precisamente el hecho de que un actor de la talla de Wilkinson esté metido en la película como para que no nos demos cuenta de cuál es su cometido en ella. Todo aquel que parezca sorprenderse con el desenlace (divertido pero no sorprendente) de 'Duplicity', debería ponerse enseguida las pilas y ver algo más de cine. ¿Nunca os ha pasado que se suele adivinar quién es el malo de la película simplemente por el reparto? Pues 'Duplicity' es una de esas películas, y ése es uno de sus máximos errores, sino el máximo. El personaje de Wilkinson aparece tan poco que es el principal sospechoso. O eso, o yo me estoy haciendo demasiado viejo, y me aburro como una ostra en el cine.
No obstante, y hablando de aburrirse o no, 'Duplicity' tiene a su favor que es endiabladamente entretenida. Da igual que nos adelantemos al final, el cual sólo por ver las impagables caras de Owen y Roberts ya merece la pena, la historia está mostrada con un inteligente montaje que, por sencillo, va mostrando las cartas de la película con la suficiente destreza como para captar nuestra atención. Un acertado ritmo, dinámico y sin prisas, unas gotas de humor, sexo y diálogos a ratos chispeantes, llegan para disfrutar de una película sin más pretensiones.
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