Pero si no sabes ni lo que es un juego de rol, no te preocupes: la vas a disfrutar igual.
Estáis en una taberna, repasando todas vuestras gestas: aquella vez que Kamten, vuestro bardo, consiguió ligarse a un dragón de plata contra toda pronóstico. Ese momento en el que, tras haber dejado inconsciente al resto del grupo, Jorhann, el semiorco bárbaro, logró ensartar a un archimago que era capaz de parar el tiempo y os llevaba persiguiendo varios días. La mítica historia en la que educasteis a una araña gigante y os sirvió como transporte y mascota hasta su trágico final de camino a Aguasprofundas. Brindáis y notáis a un enano que os mira desde la barra. Parece querer algo de vosotros: su barba, aunque firme, ha vivido tiempos mejores. En su mano distinguís un artefacto capaz de conceder cualquier deseo, por raro e inusual que sea. ¿Qué hacéis?
Patatas, Coca-Cola y dados
Si ese deseo que queréis pedir es una película que por fin refleje exactamente lo que es una partida de 'Dungeons & Dragons' después de tantas versiones aberrantes a lo largo de las décadas, estáis de suerte: 'Honor entre ladrones' no solo es una estupenda aventura de las que ya no se hacen, sin complejos y con un carisma por las nubes, sino que, además, ofrece una capa más para el rolero. No, no es necesario haber jugado para entenderla. Pero sí, la váis a disfrutar un poquito más. Un nombre aquí, un personaje allá, un detallito de fondo solo para tus ojos. Nada molesto ni intrusivo, ¡ni tan siquiera molestos chistes meta! La cinta no es consciente (por suerte) de ser una adaptación, y eso permite desplegarse sin ataduras de ningún tipo. Hoy por hoy, esto es absolutamente increíble.
Llevo siendo máster (o, si sois más antiguos, "amo del calabozo") desde hace muchísimo tiempo, y a estas alturas me he encontrado de todo, desde enemigos indefensos que provocan heridas mortales hasta críticos continuos épicos o pifias en los momentos más inoportunos. 'Dungeons & Dragons' es el juego de rol por antonomasia, guste más o menos, por un motivo: la absoluta libertad de vivir una aventura entre espadazos, hechizos y carcajadas sin salir de casa, tan solo armados con una hoja de personaje y un buen número de dados. 'Honor entre ladrones' recupera el espíritu adolescente de la narrativa más fresca, las situaciones imposibles y los jugadores con ideas fabulosas que dejan en shock al máster, pero sin dejar por ello de ser una película cuyo interés no es el de simplemente crear fanservice.
La labor no era fácil: contentar a un grupo de fans cada vez más creciente de un juego con un lore de casi cincuenta años y, al mismo tiempo, a la persona que solo quiere disfrutar de un blockbuster de aventuras como es debido. Jonathan Goldstein y John Francis Dailey, que ya deslumbraron con la maravillosa 'Noche de juegos' hace unos años, han cumplido con la tarea con creces gracias a un guion que, pudiendo caer en el lado Taika Waititi del cine, equilibran a la perfección la épica, la aventura, el drama y la comedia. Y para ello echan mano de algo muy básico: no dejar que nunca, jamás, dejen de pasar cosas. Que cada personaje tenga su propia trama, por nimia que parezca al principio, su momento de lucimiento y un pasado que marque su personalidad. Os aseguro que, al final, lo único que querréis es vivir más aventuras con este grupo de inadaptados.
Un mundo infernal
'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones' podría rozar el esperpento (al fin y al cabo tenemos el precedente de la adaptación del juego en el 2000) pero, en su lugar, hace fácil lo difícil: la creación de un grupo variopinto en el que nadie falta ni sobra, y en el que todos han sacado el número máximo posible de puntos en carisma. Ya desde la primera (e hilarante) escena en la nieve, en la que repasamos el pasado de Edgin a su manera, la cinta nunca para el ritmo. Es trepidante y nunca, jamás, comete el error de creerse más de lo que es.
El film es muy consciente de que una buena película de aventuras solo puede frenar muy brevemente para pisar el acelerador aún más rápido: en un tiempo en el que la hiper-épica continua intenta tomar por la fuerza el cine de aventuras más mundanas, 'Dungeons & Dragons' sale dispuesta a confiar en sus personajes en lugar de basar todo el interés en una trama que amenace el futuro del mundo. La apuesta les sale bien: si las escenas emocionales funcionan es porque ha habido un fortísimo trabajo de creación de personajes y la relación entre ellos a lo largo del metraje. Por decirlo así, bebe más de la camaradería de 'One Piece' que de la épica cómica Marvel. Y le sienta estupendamente.
Eso no significa que no haya humor, pero no es tanto una intentona de crear gags continuos al estilo de 'Thor: Love and Thunder' como un halo que envuelve todo el metraje de divertimento generalizado. No solo quiere divertir, sino que, además, se divierte haciéndolo. De hecho, el humor no viene dado por el ingenio al hablar de sus personajes sino más bien del equivalente a una mala tirada de dados: un hechizo que sale mal, un plan que se va al garete, un monstruo que te ataca de forma inesperada. Podría hacer un paralelismo con Ethan Hunt y los suyos en la saga 'Misión imposible': el humor casi siempre viene dado de los planes perfectos que salen fatal, y no del continuo ingenio y los one-liners de sus protagonistas. En dos párrafos la he comparado con 'One piece' y 'Misión imposible'. Se me ocurren pocos halagos mejores.
Consiguiendo críticos naturales
Obviamente, como todo lo que sale de Hollywood ahora mismo, esta película nace con la vocación -ay- de ser la primera de una franquicia audiovisual que complemente a la rolera. Sin embargo, los planes internos de Paramount no parecen preocupar a los directores de 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones': de hecho, es muy refrescante ver una cinta que inicia un nuevo universo pero no trata de pavimentar el camino hacia el futuro, meter una postcréditos que plantee una secuela (o la serie de Paramount+) o dejar un cliffhanger que solucionará (o no) en el futuro. El metraje es el que es. Empieza y acaba. Y tanto si te ha gustado como si no, no vas a sentir la urgencia de seguir con la saga cuando llegue el momento.
Seguirás, claro: la película deja tan buen regusto que es imposible no ponerse a los pies de su falta de complejos, su química entre personajes, su villano de opereta, sus soluciones locas, sus pifias y sus sorpresas bajo la manga. Es cierto que tanto fans como novatos están dubitativos ante esta adaptación: unos temen que la adaptación sea un desastre, los otros que resulte demasiado friki. Y nadie tiene nada de lo que preocuparse: es una perfecta adaptación y, al mismo tiempo, es accesible a cualquiera que no sepa que hay dados con más de seis caras. Todo el mundo está invitado a pasárselo pipa.
¿Es perfecta? Por supuesto que no. Y no me cabe duda de que los compañeros y compañeras de otros medios hablarán de cómo la relación padre-hija no termina de funcionar, alguna escena parece impuesta por un narrador nada orgánico o el plan de los héroes no tendría, basados en la realidad, ninguna oportunidad de funcionar frente al poder de Sofina. Es cierto. Pero también lo es que 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones' me ha dado una de las experiencias más honestamente divertidas y emocionantes que he vivido en un cine en los últimos años.
Se nota que todos se lo han pasado bien haciéndola, y consiguen que permee en un espectador que quiera una aventura desacomplejada con héroes imperfectos y sin delirios de grandeza. Ojalá más películas como esta. De momento habrá que conformarse con coger el manual de jugador, sacar los dados a pasear, coger las miniaturas y esperar que ese Contemplador no os haya visto con uno de sus once ojos. De momento, lanza sigilo.
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