'Dumbo' es una digna actualización que solo asombra en momentos puntuales

Disney ha encontrado un filón con las adaptaciones en imagen real de sus clásicos animados. Poco importa que sean mejores o peores, ya que lo que realmente interesa al estudio es que la gente vaya a verlas y ahí nadie puede discutir que la compañía no deja de encadenar éxitos. Veremos qué sucede cuando se le agoten los títulos más populares, pero por ahora cuesta creer que esa racha positiva vaya a romperse.

Su última apuesta es ‘Dumbo’, una puesta al día de uno de sus títulos más queridos pero que en mi caso he de reconocer que nunca terminó de conquistarme; no en mi infancia y tampoco de adulto. Eso siempre ayuda a ser más receptivo, aunque hace tiempo que todos deberíamos tener claro que un remake no es algo malo en sí mismo. En el caso que nos ocupa se trata de una aceptable actualización que va mucho más allá de contar lo que ya habíamos visto en la película de 1941.

Cambios con sentido

El clásico animado a duras penas superaba los 60 minutos de duración mientras que el remake de Tim Burton ronda las dos horas de metraje. Solamente con ese dato ya debería quedar claro que tiene que haber cambios de importancia y el material original, el cuento infantil de Helen Aberon y Harold Pearl, tampoco aportaba mucho, por lo que todo quedaba en manos de Ehren Kruger, un guionista temible que infundía poco confianza en el proyecto.

Eso se ha traducido en un guion que sacrifica cualquier tipo de profundidad, tanto en lo referente a los personajes como a la historia, pero que al menos no se complica sin necesidad y hace avanzar los hechos de forma fluida y lógica. No hay grandes sorpresas -y te lo ves todo venir-, por lo que el peso de elevar o no la película recae sobre el resto de implicados.

Empecemos por Burton, un director que hace tiempo que dejó atrás sus mejores años pero que casi siempre deja su sello en las películas que hace. Aquí parece sentirse más a gusto cuando puede dedicar aunque sea un instante de importancia al resto de trabajadores del circo. Pienso por ejemplo en el polifacético forzudo, pero en lo referente al tratamiento de personajes es ahí cuando más se nota su presencia tras las cámaras. Ahí y durtante las primeras apariciones de Michael Keaton.

Pronto queda claro que no deja de ser una especie de reverso oscuro del personaje interpretado por Danny DeVito y entonces su interés va decayendo rápidamente, pero ese toque más excesivo cuando hace acto de presencia revitaliza momentáneamente una película que parecía conformarse con demasiado poco hasta entonces. Lo que aportase DeVito, cuya energía inicial también va apagándose, y alguna extravagancia aquí y allá para que uno no desfallezca en la butaca.

‘Dumbo’ podía y debía dar más de sí

Ahí Burton se encuentra con que los personajes más cercanos al elefante protagonista son los menos interesantes de la función, empezando por un Colin Farrell que nunca termina de encajar y siguiendo por los dos chavales, que no lo hacen mal, pero las debilidades del libreto de Kruger son más evidentes cuando nos hablan de cómo se relacionan con Dumbo. Por suerte, el elefante en sí mismo sí tiene el encanto necesario y el trabajo de efectos visuales resulta impecable.

Burton se aprovecha de ello en las escenas de vuelo, sabiendo imprimirlas ese sentido del espectáculo necesario para cautivar al público tanto dentro como fuera de la pantalla. Es entonces cuando ‘Dumbo’ está más cerca de conseguir esa ansiada magia, pero el encanto pronto se desvanece cuando volvemos a la realidad de la película. En esos momentos también ayuda la música de Danny Elfman, colaborador habitual de Burton.

Por lo demás, Eva Green sí consigue iluminar la pantalla con sus apariciones, pero también acaba perdiendo algo de entidad porque la tendencia de ‘Dumbo’ a hacerlo todo sencillo y fácil de digerir lleva a confiar demasiado en el apartado visual y en la fuerza de una moraleja propia de otra época que aquí Burton no sabe ilustrar de la forma necesaria para llegar a la fibra sensible del espectador.

Más allá de eso, se agradece que ‘Dumbo’ no se conforme con ser una copia pero que tampoco traicione el espíritu de la obra original. Ahí estaba el material para que encontrase su razón de ser en lugar de limitarse a ser una pasatiempo vistoso pero poco memorable. Dentro de ese matiz negativo conviene aclarar que es constante. No te da gran cosa, pero siempre sabe conseguir lo mínimo para que uno no desconecte de lo que sucede en pantalla y puntualmente es lo que debería ser en todo momento.

En definitiva, no pasa nada si uno decide pasar de ver ‘Dumbo’, ya que no va a aportarte nada destacable en ningún frente, pero si lo haces encontrarás una digna puesta al día que expande el clásico animado sin traicionar nunca sus raíces. Lástima que no hayan tenido a los implicados necesarios para ir un poco más allá o puede que simplemente Disney nunca les diese libertad para hacer más de lo que ha llegado hoy a los cines españoles.

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