Esta tarde El 28 de diciembre se estrena ‘Drive’, de Nicolas Winding Refn, una película sobre la que se ha corrido tanto la voz laudatoria, que en los dos meses largos que ha tardado en estrenarse en nuestro país, muchas han sido las personas que han preferido adelantarse a la premier oficial y tirar de métodos alternativos para verla y, por lo que se ha leído en comentarios y votaciones, con una recepción muy favorable en todos los casos. Basada en la novela homónima de James Sallis, la película no sitúa ante un mecánico que también se gana la vida como especialista de coches y hace algunos trabajitos al otro lado de la ley para obtener un dinero extra. Cuando su jefe consigue introducirlo como piloto de carreras, él decide abandonar el mundo delictivo.
‘Drive’ tiene un arranque ejemplar, ya que nos permite descubrir una persecución diferente a las que estamos acostumbrados a ver en cine: emocionante y cargada de tensión, pero basada más en los parones y en la ocultación que en la velocidad y el destrozo. Es decir, la forma de huir de alguien que piensa y no aplica únicamente una habilidad mecánica ante la que, de todas maneras, no tiene rival. Los títulos de crédito, rotulados en rosa y con una tipografía de las películas de los años ochenta, se acompañan de ‘Nightcall’, de Kavinsky, que imita las canciones populares de esa época, que abusaban de los teclados y de los efectos especiales tecnológicos.
La estética de la película es impecable, en ese afán de emular el cine de género de los años 60 y 70, pero al mismo tiempo con una fotografía sumamente actual que firma Newton Thomas Sigel. Cada uno de los planos está iluminado con tanta exquisitez que podemos pasarnos el rato contemplándolos sin necesitar más. Gran parte de la banda sonora se basa en las composiciones ambientales de Cliff Martínez, que crean un acompañamiento muy potente ya que, al tener poco diálogo, la película confía mucho en la música.
Ryan Gosling se utiliza y se moldea para hacer de él otro elemento que es casi estético. Tomando de cierta forma la dureza de un Steve McQueen o de un Michael Caine y gracias a su aparente inexpresividad y su parquedad en palabras, compone una representación de la imperturbabilidad, una figura que encierra lo que, abusando de los extranjerismos, podríamos llamar “cool”.
Ron Perlman, Bryan Cranston, Christina Hendricks, Albert Brooks y Oscar Isaac están en el bando criminal o, como mínimo, mezclados en negocios cuestionables. Cada uno de ellos sorprende gracias a su caracterización y ofrece papeles tirando a lo extremo, pero dentro de la verosimilitud, que también se disfrutan en todas sus intervenciones. Carey Mulligan me parece una buena elección para su personaje, ya que, para trasladar un enamoramiento respetuoso y basado más en el afecto que en la atracción sexual, no se podría haber elegido a un pibón exuberante, sino a una chica, guapa como es ella, aunque de rostro aniñado e inocente.
No obstante, es en este punto donde encuentro mi mayor dificultad para comulgar por completo con la película. Si bien estéticamente me parece que no se podría haber facturado mejor, en lo que se refiere a lo narrativo, pasados los sorprendentes primeros minutos y antes de llegar al explosivo final, encuentro un área un tanto gris y plomiza. Me creo que él sienta algo por esta mujer y por su niño, ya que se establece así. Sin embargo, emocionalmente no se me contagia ninguno de esos sentimientos. No porque él sea callado, sino porque, en lugar de química entre ellos, percibo una especie de asunción de que así es como tiene que ser. La película le dedica mucho tiempo a consolidar esta relación y, a pesar de ello, personalmente, no termino de verla. De todas maneras, estos tramos carentes de acción también existían en las películas de los sesenta a las que ‘Drive’ hace homenaje, por lo que todo podría considerarse como parte de esa recreación.
En definitiva, aplaudo la labor del director de la película y del director de fotografía, así como la logradísima atmósfera y la ambientación general, a caballo entre varias décadas, que, además de gracias a los trabajos de estas dos personas mencionadas, se logra por obra de un buen diseño de producción y gracias a la elección de la música y los sonidos. En la parte no tan positiva señalaría que se haya optado por un tempo tan pausado para acercarnos a todo lo que en la película es personal y que, a pesar de ello, no se haya, al menos para mí, conseguido transmitir una profundización en esos personajes o en sus sentimientos. Me gustaría haber sido capaz de entrar más en ese aspecto, ya que el inicio del film me suponía un deleite incuestionable y todo lo que parece difícil de hacer, en ‘Drive’ me parecía que estaba logrado de manera magistral. Una película de estética depurada y que hace de su protagonista la encarnación de lo “cool” y que, por lo tanto, supondrá una gozada para todos aquellos espectadores que busquen un disfrute artístico.
Otra crítica en Blogdecine | ‘Drive’, la conciencia del escorpión, por Juan Luis Caviaro.
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