Hace poco os hablaba de cómo los prejuicios afectan a nuestra visión a priori de una película, pero, como es normal, no abordé todas las posibilidades al respecto, lo cual me hizo dejar fuera la que afecta al caso de ‘Dredd‘ (Pete Travis, 2012).
El caso es que la realización de ‘Dredd’ estuvo marcada por el despido de su director en la fase de postproducción, pero no sólo eso, ya que Karl Urban, el protagonista de la función, reconoció públicamente que durante el rodaje iba hacia Alex Garland, guionista y sustituto de Travis tras su despido, para obtener consejos cobre sobre lo que debía hacer. Este lío, unido al secretismo sobre la película, otra señal habitual de que las cosas seguramente no vayan demasiado bien, me hacía temer lo peor sobre ‘Dredd’, pero ya es la segunda película (la otra es ‘Men In Black 3‘) con estos problemas a lo largo del año que ha demostrado erróneos ese tipo de prejuicios por mi parte.
¿Cómo es ‘Dredd’?
Uno de los grandes temores de la mayoría es que ‘Dredd’ acabase siendo incluso peor que ‘Juez Dredd‘ (Danny Cannon, 1995), primer adaptación cinematográfica del cómic homónimo que ya no sólo se encontraba lejos de estar entre los mejores trabajos de Sylvester Stallone, su protagonista, sino que estaba muy cerca de ser lo que coloquialmente se conoce como una mierda de película. No era ya cuestión de si era o no una buena adaptación, sino que contaba con un guión tan irrisorio que malamente podía salir algo decente de ahí. En el caso de ‘Dredd’ ya os puedo adelantar que no sucede eso, ya que el guión de Alex Garland hace de la sencillez (o simpleza, todo es cuestión de opiniones) su gran baluarte y evita empantanarse en un argumento con demasiadas aspiraciones. Aquí todo sucede en un único día en el que se combina la presentación de un personaje contundente como es el Dredd con la necesidad de evaluar si su nueva pupila tiene lo que hay que tener para merecer el título de Juez.
Esa limitación argumental obliga a ‘Dredd’ a apoyarse en otros aspectos para conseguir destacar como película. El primero de ellos es su clara apuesta por la contundencia. Aquí las muertes fuera de cámara como resultado de alguna bala perdida son las menos, mientras que los fallecimientos dentro de pantalla con una abundante utilización de la sangre ayudan a definir la identidad propia de ‘Dredd’. Sin embargo, eso también tiene su contrapartida, y es que fracasa de forma bastante clara cuando quiere conseguir algún tipo de vinculación emocional del espectador con sus personajes (la mujer que ayuda a los dos protagonistas). Aquí no hay tampoco apenas espacio para las dobleces morales, por lo que el atractivo de los personajes se diluye peligrosamente cuando uno empieza a encontrar repetitivas las matanzas que se amontonan en pantalla.
Otro detalle reseñable de ‘Dredd’ es su acertado diseño de una ciudad futurista decadente y corrompida en todos los niveles. La notable secuencia de apertura con el protagonista persiguiendo a unos maleantes ya delimita perfectamente el tono visual de la historia, recordándonos también que la cámara lenta puede usarse para expresar algo más (los efectos del consumo de la potente droga que distribuye la villana de la función) que un mero intento de ser más espectacular, único uso empleado en la lamentable ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros‘ (Abraham Lincoln: Vampire Hunter, Timur Bekbamketov, 2012). El problema es que, al igual que con el retrato contundente de la violencia, Pete Travis (o Garland, vete tú a saber), llega un punto en el que se hace algo cansino, siendo la excepción su acertada utilización para mostrar los segundos previos al fallecimiento de un personaje.
Los personajes de la película
En esta ocasión se ha prescindido de contar con grande estrellas en el reparto, algo que seguramente ha ayudado a que el protagonista luzca siempre su traje como Juez, un detalle bastante relevante para conseguir conservar el misticismo que existe a su alrededor. Surge entonces la duda de si la sequedad de Dredd afecta o no a la actuación de Karl Urban, la cual podría ser fácilmente despreciada como rutinaria, pero lo cierto es que eso es lo que demanda el personaje, por lo que no tengo problema en decir que es un Juez Dredd convincente (cuando se pone a repartir estopa uno no duda sobre que él es superior al resto) y muy respetable (buena presencia psíquica y contundente en sus diálogos). Más dudas tengo en el caso de Olivia Thirlby como la aprendiz con poderes psíquicos, ya que es el personaje con más desarrollo psicólogo (lo cual tampoco es decir gran cosa), ya que su ambivalencia moral resulta poco estimulante, algo a lo que tampoco ayuda una actuación del montón. Y además la gran pega de que estando casi siempre al lado del protagonista, las debilidades del trabajo de Thirlby se notan más.
El hecho de contar con Lena Headey como Ma-Ma, la gran villana de la función, era uno de los aspectos que más me motivaban a priori, y es que su trabajo como Cersei Lannister en la televisiva ‘Juego de Tronos‘ es sensacional. El problema es que las comparaciones también son odiosas y su Ma-Ma no pasa de ser moderadamente atractiva por el poder que ejerce sobre el resto y no por sus diálogos o la propia actuación de Headey. Además, carece de credibilidad llegado el momento de enfrentarse físicamente con Dredd, algo que resta mucho dramatismo al clímax de la película. Sobre sus secuaces poco que decir, vienen a ser una especie de ejército de masillas de Power Rangers que hay que ir eliminando hasta llegar al monstruo gigante de turno, lo único que aquí ni siquiera tiene una acojonante presencia. Lástima.
En definitiva, ‘Dredd’ es una aceptable muestra de cine de acción del que ya escasea en el cine comercial: Directo al grano y sin contemplaciones a la hora de mostrar las consecuencias de los actos violentos de sus protagonistas. A cambio puede resultar algo monocorde y repetitiva, contando también con un clímax bastante decepcionante al no ser la villana principal una gran amenaza física para el protagonista. Con todo, es de agradecer que haya salido una película digna de una producción tan problemática como la de ‘Dredd’, y a buen seguro habrá muchos que disfruten más que yo con esta propuesta de acción a la vieja usanza.
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