Ver a Nicolas Cage como un meme extravagante con patas es profundamente injusto: es cierto que la carrera del actor ha sufrido vaivenes exagerados, pero en su renacimiento ha escogido películas tan interesantes (al menos sobre el papel) como 'Pig', 'Renfield', 'El insoportable peso de un talento descomunal' o, salvando las distancias, 'Willy's Wonderland', poniendo punto y final a su triste periplo de la década pasada. Ahora, Cage demuestra no solo que es un actor talentoso que sabe reírse de su propia figura mítica, sino que sabe elegir muy sabiamente los proyectos en los que tiene mucho que aportar, como este fabuloso 'Dream Scenario'.
Uno, dos, Nicolas Cage está aquí
Heredera de los guiones psicotrópicos de Charlie Kaufman, 'Dream Scenario' es una muesca más en la increíble filmografía de Kristoffer Borgli, que ya demostró con 'Sick of myself' que es uno de los mejores narradores sobre la actualidad a través de la exageración, la comedia negra y el exceso. En aquella arremetía contra las redes sociales, la belleza obligada y los límites a los que podemos llegar por alcanzar la fama, y en esta continúa incidiendo en sus obsesiones, pero aportando un nuevo punto de vista. Eso sí, además, añade a la batidora un comentario sobre la cultura de la cancelación y la proliferación de discursos populistas que ponen peligrosamente los sentimientos por encima de los hechos.
El tour de force por el que nos lleva Borgli empieza con un comentario sobre la aparente felicidad de lo mediocre y el poso que puede acabar dejando en quien le pedía más a la vida, y continúa por distintos vericuetos que la mueven por una corriente en la que se mezclan los errores cometidos por una dopamina causada por la fama, los trucos publicitarios de una sociedad obsesionada con las celebrities y el meme, la traición a tus propios ideales (y su sustitución por otros que jurabas no tener) o la facilidad del siglo XXI de rechazar y masacrar públicamente a las figuras que nosotros mismos hemos creado en redes sociales. Y al final, todo acaba en un chiste gris, casi una parodia de 'Black Mirror', una melancolía cómica sensible, dolorosa y perfecta.
Y todo ello envuelto en un aire de comedia negra tan sorprendente como, en ocasiones -y solo en ocasiones- hilarante, incluyendo el mejor chiste de pedos de la última década. No es tan fácil como parece. 'Dream Scenario' se niega a comportarse como una película taimada y explota su punto de partida (un hombre aparece de pronto en los sueños de todo el mundo) hasta sus últimas consecuencias emocionales. Eso sí, si eres de los que necesita una respuesta a todas las preguntas que se plantean y no aguantas que las metáforas queden en el aire, esta película no es para ti. Su objetivo no es contarte por qué Nicolas Cage aparece en los sueños de la gente, sino las consecuencias de esta fama absurda e inmediata. Y lo borda.
El próximo HoCage
Aunque por momentos parece que es imposible, 'Dream Scenario' vive en un crescendo continuo que va de un primerísimo primer plano conceptual (un profesor gris que quiere publicar su ensayo muy específico sobre las hormigas) hasta un gran plano general (su repercusión en todo el mundo), sin dejar nunca de hacer sentir al espectador que, en el fondo, esta es una historia muy íntima que rasca y se sumerge en la personalidad de su protagonista, que hace nacer la peor parte de sí mismo en el preciso momento en que es consciente de ganar un poco de notoriedad.
La película se niega a jugar al misterio, utilizando la fantasía como mero vehículo para incidir en una sociedad necesitada de fama donde, cada día, decenas de personas dejan el anonimato para convertirse en estrellas, ya sean Oompa-Loompas de saldo o empleadas que dicen "amorch". Y siempre es el mismo proceso: primero ocurre a su pesar, pero después abrazan su propio meme. Porque en el mundo de la dopamina provocada con los likes, los comentarios y la fama no trabajada, lo difícil es no dejarse enganchar perdiendo los estribos y los ideales a la primera de cambio.
'Dream Scenario' es, además, un elogio del patetismo forzado, una sátira del márketing más descabellado y un recordatorio de que, al final, por más reconocimiento que queramos, subyace el amor. O debería, al menos. Paul no es capaz de controlar su propia narrativa y, cuando lo hace, no puede evitar que todo lo que ha conseguido se vaya por el desagüe, incapaz de parar el monstruo que él mismo ha ayudado a crear. Se ha hecho viral por los motivos equivocados, y no le queda otra que pagar las consecuencias, y, en este sentido, la película funciona como una neo-fábula moral que da en el clavo.
Este es un proyecto arriesgado no por su trama loca, sino por la disección casi perfecta que hace de una sociedad obsesionada con la fama de personas desconocidas, que han sustituido a la clásica fascinación de las celebrities. Y es que, en el siglo XXI, todos podemos optar a ser famosos a nuestro pesar, e incluso vivir de esa fama conseguida por una mera anécdota. Pero, como en todo, hay que saber cuándo parar antes de acabar vendiendo libros en el sótano de una librería perdida de un país aleatorio como último reducto al que agarrarte antes de que tu nombre se pierda en el olvido.
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