La más famosa creación de Akira Toriyama cuenta con millones de seguidores repartidos a lo largo y ancho del planeta, pero hace ya bastante que la nostalgia juega un papel esencial para que la recordemos con cariño, pues hace ya casi 20 años que llegó a su final ‘Dragon Ball GT’ y no somos precisamente pocos los que ya recordamos a ésta como innecesaria siendo generosos y una pérdida de tiempo por parte de los que acabaron más decepcionados.
Desde entonces pasaron muchos años sin material nuevo –‘Dragon Ball Kai’ no cuenta como tal-, aunque casi mejor si tenemos en cuenta que nos arriesgábamos a ver más cosas como ‘Dragonball Evolution’. Eso cambió hace un par de años gracias a ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’, una cinta absurda y aburrida que hizo que mis expectativas hacia ‘Dragon Ball Z: La Resurrección de F’ fueran bastante reducidas, y al final es cierto que vuelve a ser un disparate, pero uno muy entretenido y que a ratos me devolvió a mi infancia y adolescencia.
’Dragon Ball Z: La Resurrección de F’, así, sí
Las peleas imposibles contra enemigos como Célula, Boo o Freezer son, sin duda, lo que muchos recuerdan principalmente de ‘Dragon Ball’, pero el primero manga y luego anime también tenía una importante carga cómica que era mucho más predominante cuando Son Goku era únicamente un niño. Personalmente, siempre disfruté más de esa etapa, y esa sensación se agigantó cuando los combates empezaron a volverse demasiado cansinos e interminables, siendo precisamente la saga de Freezer la última que consiguió salir más o menos bien parada de esto.
La cuestión es que tampoco me valía con recuperar esa carga cómica a cualquier precio y de mala manera, que era precisamente lo que hacía ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’, pues ese aire absurdo por sí solo era insuficiente e incluso podía resultar una carga que se cargase cualquier detalle interesante que pudiera haber perdido aquí y allá. No me extrañaría que la necesidad de corregir eso estaría detrás de la mayor implicación de Akira Toriyama en el guión de la cinta que ahora nos ocupa.
Eso es algo que parecen haber tenido más en cuenta en ‘Dragon Ball Z: La Resurrección de F’, pues es cierto que en ocasiones vuelve a resultar ridícula en el mal sentido de la palabra –todo lo relacionado con Bills y Wiss es un poco cargante, por no señalar el motivo de la ausencia en combate de C-18-, pero incluso entonces da la sensación de servir para la construcción de un relato simple que no aspira a más que a hacernos pasar un gran rato aprovechando nuestra nostalgia y en el que también hay otros aciertos cómicos a destacar –Bulma poco menos que despreciando la amenaza que representa Freezer-.
Una prueba de ello la tenemos en el hecho de dedicar unos minutos de importancia al lucimiento de secundarios cuyo poder hace ya tiempo que sabemos que no es un rival digno para cualquier supervillano que haga acto de presencia, y además lo hacen combinando acción y humor con inesperada eficacia al mostrar las pobres habilidades de las fuerzas especiales de Freezer. Es fanservice de manual, pero la cosa es que logra su propósito y además por otro lado consiguen mantener el interés señalando abiertamente las debilidades que todos ya conocíamos de Goku y Vegeta.
Un pasatiempo efectivo pese a sus defectos
Además, ‘Dragon Ball: La Resurrección de F’ plantea ideas interesantes como el hecho de que Freezer jamás en su vida hubiera entrenado, por lo que aplaza varios meses su plan para adquirir un mayor poder. No es que sea algo revolucionario, pero así logran dar interés a su fuerza como enemigo, algo imposible de por sí a poco que uno recordase su último combate contra Trunks. Luego es cierto que su nueva transformación no tiene el impacto visual que a todos nos hubiera gustado, pero da la talla para darnos una pelea espectacular que nunca llega a hacerse pesada y en la que hay algunos detalles visuales bastante estimulantes.
De hecho, el combate con Freezer es mucho más largo que el de ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’, pero mantiene su frescura gracias a las “flipadas” propias de este universo, que como ya he comentado están realzadas por un interesante trabajo en el apartado visual de Tadayoshi Yamamuro, con pausas ocasionales ya sea para dar pie a nuevas transformaciones o para que esa pelea e traspase también momentáneamente al terreno dialéctico sin que nos resulte raro.
El problema es que ese coqueteo constante con lo disparatado se les escapa de las manos al guión de Toriyama, hasta entonces gran responsable de conseguir un delicado equilibrio para minimizar sus puntos oscuros. No voy a negar que lo que sucede encaja en parte con lo expuesto anteriormente sobre los personajes en la película, pero no en aventuras previas y ya de entrada cuesta creérselo, lo cual se sale de madre con la decisión drástica tomada que ya nos queda claro que todo vale y punto. Si lo aceptas bien, y de lo contrario pues ajo y agua. Yo no terminé de “comprarlo”.
En definitiva, ‘Dragon Ball Z: La Resurrección de F’ es un muy buen entretenimiento que disfrutarás en mayor o menor medida en función de hasta qué punto aceptes pasar por alto las lagunas de su guión. Al final acaba siendo un disparate, pero uno bastante majo y a años luz de cierto desastre que llegó hace bien poco a los cines, y puro fanservice, aunque hecho con cierto talento –sin llegar al nivel del inicio de cierta secuela televisiva muy estimulante estrenada recientemente, eso sí-. Podría ser mejor –aunque no sé hasta qué punto, que el chicle ya se ha estirado demasiado-, pero esto sí que me recuerda al ‘Dragon Ball’ que me conquistó.
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