Son Goku y Vegeta son dos personajes que han conquistado a millones de personas durante los más de 30 años de existencia del universo ‘Dragon Ball’. Lo hicieron con el manga, siguieron con el anime y también con el puñado de películas que han ido protagonizando a lo largo de los años.
Eso sí, no todas sus aventuras han formado parte del canon de la obra creada por Akira Toriyama. Un buen ejemplo de ello lo tenemos con el personaje que aparece en el título de ‘Dragon Ball Super: Broly’, cuya popularidad ha llevado a Toriyama a recuperarlo muchos años después en una película entretenida pese a que en su tramo final se deja llevar por ciertos excesos que acaban cansando un poco al espectador.
Una estimulante aproximación a la mitología de 'Dragon Ball'
‘Dragon Ball Super: Broly’ está dividida en dos mitades bien diferenciadas. En la primera Toriyama recupera el momento en el que los saiyanos y su planeta fueron arrasados por Freezer. De hecho, la película incluso se remonta al momento en el que ese villano adquiría el poder de manos de su padre. No se desvela nada especialmente extraordinario que aquel con interés en saber la génesis de todo no supiera ya, pero sí se hace de forma efectiva y sin abusar de la nostalgia.
Además, Toriyama no se olvida de sus habituales dosis de humor, esas que funcionaban de maravilla en ‘Dragon Ball’ pero que con el paso del tiempo acababan resultando un tanto ridículas. Aquí la película camina entre la cansina comedia de los últimos tiempos y otros detalles más absurdos -esos deseos de los dos personajes que están intentando reunir de nuevo las bolas para invocar a Shenron- que recuerdan a sus geniales orígenes.
También se introducen nuevos personajes con curiosos diseños y que cumplen muy bien su función de complemento, creando así unas bases estimulantes para ir contándonos una historia sencilla pero adecuada. También se da más fondo al personaje de Broly, conservando sus tremendas habilidades pero convirtiéndolo en algo más que eso. Un requisito esencial para implicarnos más en el inevitable combate.
Un combate interminable
Un aspecto importante para mantener el encanto de la franquicia es conservar la tradicional animación en dos dimensiones, algo que también ayuda a que los nuevos personajes entren a los ojos rápidamente. Sin embargo, en el extenso combate final es algo que se altera de forma ocasional en aras de una mayor espectacularidad y lo que se consigue está más cerca de ser lo contrario.
No voy a negar que soy el primero que estaba deseando ver a Broly en acción y durante los primeros minutos se roza la épica que se está buscando con las diferentes transformaciones, pero llega un punto en el que uno ya no puede venirse más arriba y simplemente empieza a cansarse. Una sensación similar a la que acaban dejando algunos de los villanos de ‘Dragon Ball Z’ y que para mí alcanzó su punto álgido con Célula.
Obviamente, la historia se deja completamente de lado, pero al menos Toriyama tiene tiempo para incluir un pequeño momento de calma cómica que ayuda a recargar las pilas cuando uno estaba ya a punto de acabar exhausto, allanando así el camino para el gran colofón final. Luego es ese desequilibrio en la animación que mencionaba antes lo que resta algo al espectáculo, pero al menos uno ya se ha recuperado para poder valorarlo mejor.
En definitiva, ‘Dragon Ball Super: Broly’ es un buen pasatiempo para los fans de la saga que sabe cómo dar un estimulante giro a un personaje muy querido por algunos para introducirlo de una vez por todas en el canon de la obra más popular creada por Akira Toriyama. Los que busquen o quieran otra cosa será mejor que ni se molesten en verla.
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