Decía hace unos días en la entrada que publicamos sobre 'Kiss Kiss, Bang Bang' (id, Shane Black, 2005) a colación precisamente del estreno de 'Dos buenos tipos' ('Two Nice Guys', Shane Black, 2016) que el cine de Shane Black, desde que comenzara a escribir guiones allá por los años ochenta, siempre se ha movido, excepto en una ocasión, alrededor del concepto de la buddy-movie.
Y decía también que, primero de mano de 'Arma letal' ('Lethal Weapon', Richard Donner, 1986), después de las que la siguieron en su trayectoria cinematográfica, dicho concepto ha sido trabajado por Black a placer alterándolo para que la pareja protagonista esté formada por los elementos más dispares e incluso, se haya transformado en ocasional trío como el que veíamos en la cinta protagonizada por Robert Downey Jr. y Val Kilmer.
Algo de eso hay también en 'Dos buenos tipos', una cinta que no ha encontrado en el público español el respaldo que merece —hemos preferido coronar a lo último salido del traslado del mundo de los videojuegos—, pero que merece muchísima más atención que el filme de Duncan Jones por cuanto presenta, de mano de unos Russell Crowe y Ryan Gosling en estado de gracia, una de las propuestas más refrescantes y brillantes de lo que llevamos de año.
DosTres buenos...ACTORES
Ya lo demostró en 'Kiss Kiss, Bang Bang' y lo vuelve a hacer aquí, Black sabe cómo elegir a sus protagonistas y, en su faceta de cineasta, cómo exprimir de ellos hasta la última gota de talento. En el primer escalón, el de la elección, nada mejor que volver a insistir en arquetipos bien diferenciados que se adhieren en esta ocasión al rechoncho veterano de vuelta de todo que pega primero y pregunta después, y al menos experimentado detective privado que pasa por una lamentable situación personal y es alivio cómico constante del filme.
Quienes al leer esto hayan pensado en Murtaugh y Riggs aciertan de pleno al suponer que los personajes de Danny Glover y Mel Gibson se encuentran en el sustrato básico sobre el que se construyen aquellos a los que dan vida Crowe y Gosling respectivamente. Pero la identificación de sendos extremos se queda en eso, en que nos encontramos ante un mismo autor que, de alguna manera, se autohomenajea con dos personajes que con pocos minutos de proyección salen de la sombra de la comparación.
Y es que ni Crowe es Murtaugh ni Gosling es Riggs. Y no ya porque ambos no sean policías, sino porque sus personalidades van recorriendo senderos que nada tienen que ver con sus "ancestros" hasta el punto de generar nuevos paradigmas en la cartera de creaciones que podemos atribuir a Black. Unos paradigmas que, como ha sucedido en casi la totalidad de las cintas escritas por él, comparten de forma equilibrada momentos de esos que se quedan en la memoria y que, también como ha ocurrido hasta ahora, hacen complicado la elección del mejor de los dos.
Potenciada por la forma de aproximarse a cualquiera de ellos, dicha elección se hace aún más compleja cuando lo que hemos de valorar es el trabajo de quienes se calzan sus zapatos: resulta imposible decantarse, bien por un Crowe que aporta la veteranía y el sarcasmo, bien por un Gosling que encaja a la perfección como el marido que, tras perder a su mujer, copa como puede con su hija adolescente, con un trabajo que hace que "reciba" más de lo que debería y con un cierto problemilla con el acohol que sirve de apoyo a la escena más divertida de la cinta.
Y en medio de ellos, el hallazgo de 'Dos buenos tipos' tiene nombre de mujer como ya lo tuviera 'Kiss Kiss, Bang Bang'. Allí era Bridget Monaghan, aquí la joven Angourie Rice; una chica que con su rostro determinado y mirada inquisitiva es capaz de plantar cara a cualquiera de sus compañeros masculinos. Vale que, en manos del guión, su personaje sea el que quizás encuentre las situaciones menos creíbles, pero lo que éstas postulan es el enorme talento que encierra una chica capaz de hacernos creer que se puede salir airosa de ellas como vemos aquí.
'Dos buenos tipos', y un GRAN director...y guionista
La variedad, la enorme variedad, es la norma que rige 'Dos buenos tipos' hasta el punto de hacer casi imposible anticiparse a lo que va a suceder. Ese talante imprevisible, que impide leer el filme a distancia —y genera de forma automática mis máximas simpatías al conseguirlo—, viene derivado del cierto tono alucinado que Black confiere a la personalidad de la producción, trasladándonos de forma inequívoca a los años setenta en los que se desarrolla la historia.
Personajes pasados de vueltas y situaciones que rescatan de forma brillante la idiosincrasia del Hollywood de hace cuatro décadas son las dos bazas fundamentales con las Black juega para conferir esa inequívoca imagen setentera que el metraje exuda por todos sus poros. Una imagen que se pone en juego tanto en la dirección —en ciertos momentos parece que estamos delante de cualquier producción de acción de la época— como en el preciso diseño de producción, y que queda fijada en última instancia por unos diálogos que siguen haciendo gala de la chispa y el ingenio que sólo Black parece capaz de capturar.
De acuerdo, no es perfecta, y en su contra podrían aducirse desde lo poco acertado de la elección de Kim Basinger —verla aquí frente a Crowe en su "estirado" estado actual hace que nos acordemos de su imponente belleza en la magistral 'L.A.Condifential' (id, Curtis Hanson, 1997)— a los varios finales que acumula y que bien podrían haberse resuelto de otra manera. Pero lo que en otra producción habría sido veneno para una más que notable valoración final, aquí no son más que meros escollos sin relevancia a la hora de calificar a 'Dos buenos tipos' como lo hacíamos al comienzo: uno de los mejores filmes que nos ha dejado por ahora este 2016.
Otra crítica en Blogdecine | 'Dos buenos tipos', genial
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