Las películas juveniles con un componente fantástico basadas en novelas de éxito se han convertido en una de las grandes obsesiones de Hollywood durante los últimos años, pero a la hora de la verdad los grandes éxitos como 'Los juegos del hambre: En llamas' ('The Hunger Games: Catching Fire', Francis Lawrence, 2013) son una rareza entre decepciones o fracasos como 'Hermosas criaturas' (Beautiful Creatures', Richard LaGravanese, 2013), 'The Host' (Andrew Niccol, 2013) o 'Cazadores de sombras: Ciudad de hueso' ('The Mortal Instruments: City of Bones', Harald Zwart, 2013).
Sin embargo, los ejecutivos no desisten en su empeño de crear nuevas franquicias millonarias con este material de partida y, por un motivo u otro, siempre acabo viéndolas. Mi gran esperanza desde hace unos meses es que pueda volver a encontrarme con algo tan estimulante como 'Los juegos del hambre: En llamas', una de mis películas favoritas de 2013, pero no he tenido esa suerte con 'Divergente' ('Divergent', Neil Burger, 2014). Eso sí, no es que sea mala, pero sí es una experiencia demasiado agotadora para las modestas virtudes que tiene.
Toda aventura inicial de una franquicia se enfrenta a una serie de posibles problemas: la necesidad de ser algo más que una mera introducción, el imperativo de crear un mundo propio atractivo o la obligación de dejarnos con ganas de más son solamente alguno de ellos, pero en mi opinión es imprescindible conseguir un equilibrio con esos tres. Cualquier cosa ajena de ello condena a la película en el mejor de los casos a la irregularidad y en el peor a ser simplemente una mala película. Ya os adelanto que 'Divergente' no logra ese tan preciado como frágil equilibrio.
'Divergente', de más a menos
Lo más deseable es que toda película vaya aumentando su interés hasta acabar por todo lo alto, pero son muchas las veces que los desenlaces no están a la altura y acaban por convertirse en lo menos interesante de la función --me viene por ejemplo a la mente el caso de 'El legado de Bourne' ('The Bourne Legacy', Tony Gilroy, 2012)--. 'Divergente' es una de ellas, ya que, con sus problemas, consigue resultar lo suficientemente interesante durante sus dos primeros actos para mantener la esperanza en lo que está por venir, pero eso cambia durante su última media hora, sacando también a la luz problemas que antes habían quedado en un segundo plano.
A estas alturas ya deberíais saber que la historia que nos cuenta 'Divergente' se sitúa en Chicago en un futuro lejano en el que todas las personas tienen que elegir entre cinco facciones en las que se divide la sociedad. La cuestión es que no todos encajan en alguna de ellas y es ahí donde vienen los problemas, porque los hay que ven a los divergentes como una amenaza que hay que erradicar a toda costa. Este contexto permite a la saga jugar con una lectura sociopolítica muy interesante a priori, pero que a la hora de la verdad queda reducido a nueva batalla entre villanos muy malos y héroes que harían lo que fuera para evitar que los primeros logren.
Una vez aclarado esto, que no salta por los aires hasta el último acto --y lo hace de la forma más previsible posible--, tenemos que buscar en otro lado detalles de interés para disfrutar de 'Divergente', y afortunadamente los hay. El primero es que la fase de iniciación y posterior adiestramiento es lo suficientemente entretenida como para que pasemos por alto que está demasiado alargado sin querer en ningún momento profundizar a fondo en el retrato de la llamativa sociedad en la que se ambienta la historia.
No sé si os acordaréis de que no acabé muy satisfecho con 'El juego de Ender' ('Ender's Game', Gavin Hood, 2013), un título con el que 'Divergente' guarda muchos puntos en común a la hora de retratar el entrenamiento del personaje protagonista. La diferencia es que aquí se crean problemas más verosímiles a los que Tris ha de sobreponerse --y están unidos a la propia naturaleza del personaje, pues no encaja en ningún grupo y eso la lleva a rebelarse contra los mandos que solamente quieren miembros sumisos de la sociedad-- y también que cuenta con un reparto más solvente pese a lo desaprovechados que están la mayoría de los actores.
Pocas pegas hay que poner a la película en lo visual y eso que Neil Burger prefiere no deslumbrarnos con grandes efectos generados por ordenador salvo que estos sean necesarios para la progresión de la historia --otro cantar es que el guión de Evan Daugherty y Vanessa Taylor a partir de la novela de Veronica Roth eche a veces la zancadilla para que su evolución tenga el ritmo conveniente--. La parte negativa es que Burger tampoco imprime nunca la fuerza que necesita el relato, algo que, como con otras cosas, se nota sobre todo en su atropellado --e interminable-- desenlace.
Una cuestión de carisma
Jamás hubiera pensado que diría esto de ella tras ver los primeros capítulos de la ridícula 'Vida secreta de una adolescente' ('The Secret Life of an American Teenager', Varios, 2008-2013), pero Shailene Woodley es una actriz con talento y no debería costarle demasiado convertirse en una estrella. Lo que aún no tiene --y dudo mucho que eso vaya a cambiar en el futuro-- es ese carisma que hace que presencia llene la pantalla, algo que Jennifer Lawrence sí ha demostrado en su franquicia distópica.
Este detalle puede resultar irrelevante para algunos cinéfilos, pero es determinante en una cinta como 'Divergente', ya que Tris es la protagonista absoluta del relato --apenas hay un par de momentos en los que la posición dominante está ocupada por otro personaje-- y tiene que engancharnos para que estemos dispuestos a pasar por algo aspectos menos conseguidos. Woodley cumple muy bien a nivel individual, pero no consigue ser ese pegamento que una todo lo demás como parte de un conjunto más ambicioso.
No es que el resto del reparto no cumpla con solvencia con su cometido --algunos, como Kate Winslet, mejor que otros, eso sí--, pero la falta de equivalencia entre minutos de metraje y complejidad de lo que nos está contando se traslada también aquí, pues el único realmente trabajado es el de un meramente correcto Theo James.
El resto están sometidos a una escueta definición a través de una o dos escenas, con suerte desigual a la hora de resultar creíbles dibujando sus motivaciones --el hermano de Tris es lo más discutible en este punto y también espero que Miles Teller, que ya había coincidido con Woodley en la alabada 'Aquí y ahora' ('The Spectacular Now', James Ponsoldt, 2013), pueda ofrecernos algo bastante mejor en 'Los 4 fantásticos' ('Fantastic Four', Josh Trank, 2015), porque su presencia aquí resulta de lo más anodina--
Imagino que esto se corregirá en las siguientes entregas, pero es que la sensación que deja 'Divergente' es que la historia que tenía que contar podía no haber ido más allá de aquí a poco que se hubiese comprimido la trama de iniciación para trabajar mejor un tramo final que, como ya he comentado, es lo más flojo de la función. No tanto como para destruir a la película --y eso que su excesiva duración tampoco le sienta nada bien--, pero sí lo suficiente para resultar tan agotadora como notable es la indiferencia que sentí viéndolo. Aprobado por los pelos.
Otra crítica en Blogdecine | 'Divergente', individuo y masa
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