Más allá de lo dudoso de su calidad, que después pasaremos a comentar, si por algo marcó un hito el estreno en 2004 de 'Zafarrancho en el rancho' ('Home on the Range', Will Finn y John Sanford) fue por el hecho de que este western en clave de comedia musical protagonizado por animales parlanchines supuso el último filme de la Disney en ser animado mediante técnicas tradicionales, una decisión lógica desde cierto punto de vista que, no obstante, fue observada con alarmante estupor por los millones de aficionados al cine de la compañía que veía como esta dilapidaba más de siete décadas de trayectoria artística en aras de perseguir nuevos horizontes digitales.
La indirecta responsable de dicho abandono y de que algunos de los mejores animadores de la historia del género fueran despedidos de la casa de Mickey Mouse tenía un nombre: Pixar. Desde que la productora presidida por Steve Jobs y comandada por John Lasseter iniciara su andadura en 1995 con el estreno de la ya legendaria 'Toy Story' (id, John Lasseter), la animación generada por ordenador había ido poco a poco ganando adeptos que, al mismo tiempo, parecían dejar de lado las propuestas tradicionales del dibujo realizado a mano.
Y sólo hay que atender a las cifras de taquilla para apercibirse de tan lamentable realidad —lamentable por lo que ello iba a suponer para tan vetusta y respetada práctica profesional—: mientras Disney se tenía que conformar en 2003 con los 85 millones de dólares que terminaba recaudando en territorio estadounidense su 'Hermano oso' ('Brother Bear', Aaron Blaise y Robert Walker), Pixar reventaba la taquilla yanqui gracias a los cerca de 350 amasados por la excepcional 'Buscando a Nemo' ('Finding Nemo', Andrew Stanton y Lee Unkrich). La diferencia era argumento suficiente para que los ejecutivos de la compañía decidieran que ya era hora de dar un giro radical a su cine.
Evidente es que, más allá de las cifras, el problema de fondo no era tanto la diferencia de animación como el hecho de que, mientras Pixar mantenía un rumbo fijo y ascendente cuidando al máximo la calidad de los guiones antes de atender a otras disquisiciones, Disney había perdido tiempo ha el norte en este sentido con historias que sólo sabían repetir esquemas y que nada nuevo eran capaces de aportar al abultado corpus de su extensa filmografía. Pero un razonamiento que no pase por el vil metal es de los que suelen caer en saco roto, y de ahí la radical decisión: ruptura drástica con el pasado. Fuera papel y lápiz, dentro el ratón, las tabletas digitalizadoras y los lápices ópticos.
'Zafarrancho en el rancho', original despropósito
Pero dejemos a un lado por el momento el cómo fue resolviendo la compañía su entrada en un mundo animado "completamente" nuevo —y no creo que haga falta aclarar el por qué del entrecomillado, ¿no?— y pasemos al objeto de esta entrada, determinar cuáles fueron las causas por las que, aún hoy, 'Zafarrancho en el rancho' sigue considerándose uno de los puntos más negros en la trayectoria de la Disney amén de uno de los mayores fiascos comerciales de la productora —presupuestada en 110 millones que sólo Dios sabe dónde diantres irían a parar, el filme sólo fue capaz de recuperar 50 de los mismos en Estados Unidos.
Paradójicamente, la apuesta de la compañía por una cinta completamente original, con personajes nuevos y una historia que sirviera de homenaje al género cinematográfico americano por antonomasia debería haber dado como resultado un hito que fuera recordado por sus muchas valías y no por todo lo contrario. Pero claro, una cosa es lo que la cinta planteaba sobre el papel y otra muy diferente lo que finalmente logró ofrecer cuando llegó a las pantallas de los cines de medio mundo hace once años.
De ritmo alocado y casi febril desde el comienzo del metraje —al son de la mediocre canción principal compuesta por Alan Menken— hasta su predecible final, y con sólo un par de escenas que den respiro al espectador, 'Zafarrancho en el rancho' cuenta la típica historia de cowboys, ladrones de ganado y tierras cuyos propietarios no pueden mantener dándole un pequeño giro: en lugar de ser un par de fornidos y polvorientos vaqueros los que terminan resolviendo la frágil situación de la dueña del rancho 'Patch of heaven' son sus tres vacas y un caballo con ínfulas de héroe los que se convertirán en motores de la trama.
Premisa que sólo Disney podría haber hecho funcionar —al menos la Disney del pasado—, el esqueleto que sustenta el filme termina deslavazándose en una sucesión poco cohesionada de gags que en muy pocos momentos aluden a la inteligencia del espectador y que, o bien se mueven en el ámbito de la expectoración de gases gastrointestinales, o bien lo hacen en un slapstick que, llegado el momento y teniendo claro que la inspiración primera del mismo es Tex Avery, resulta agotador por la desmesurada acumulación a la que se llega echando mano de él
Por muy carismáticas que puedan ser las tres vacas —me quedo con aquella a la que pone circunspecta voz una enorme Judi Dench—, y por muy simpático que pueda caer el villano de turno al que da vida un pletórico Randy Quaid, más que verse con interés y la "tensión" propia de qué deparará la trama, 'Zafarrancho en el rancho' se soporta con intermitencia y la sensación que deja la cinta es de haber querido abarcar mucho pero terminar apretando bien poquito.
Quizás el tiempo no la ha maltratado tan mal como cabría pensar y, en lo que a servidor respecta, el segundo visionado que le he hecho con motivo de esta entrada ha dejado mejores impresiones que aquellas que me llevé hace once años —que, de nefastas que fueron, han impedido que vuelva a revisarla hasta la obligación de ahora— pero, aun así, quedan lejos de ser suficiente justificante para valorar más allá de lo mediocre a tan denostado título.
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