Comenzada su producción tres años antes del estreno en 1990, 'Los rescatadores en Cangurolandia' ('The Rescuers Downunder', Hendel Butoy y Mike Gabriel) dejaba muy claro que los cambios en la mentalidad de la Disney que llevaron a la creación de 'La sirenita' ('The Little Mermaid', Ron Clements y John Musker, 1989) estaban plenamente asumidos a nivel interno antes de que la adaptación del cuento de Andersen cosechara las impresionantes mieses de las que hablábamos la semana pasada y supusiera la ruptura definitiva con el pasado relativamente reciente de la compañía.
Y nada mejor para dar validez a la reflexión anterior que los diez primeros minutos de esta tardía secuela de la irregular 'Los rescatadores' ('The rescuers',John Lounsbery, Wolfgang Reitherman y Art Stevens, 1977), un tramo inicial de infarto en el que la animación tradicional, las nuevas técnicas digitales y la espléndida banda sonora de Bruce Broughton se dan la mano para dejar boquiabierto al espectador con imágenes de una fuerza como nunca antes se habían visto en una película Disney.
Un olvido inmerecido
Comenzando por un travelling de vértigo por el outback australiano que culmina en una pequeña casa a la sombra de la formación rocosa Ayers, y siguiendo por el asombroso vuelo que el niño protagonista de la cinta, un pequeño llamado Cody, hace a lomos de esa majestuosa águila que es Marahute, el comienzo de 'Los rescatadores en Cangurolandia' podría ser más prometedor, pero sería harto complicado.
Ya en ellos, y es algo que el resto del metraje no hará más que corroborar, se pueden atisbar valores que atañen a la calidad de la animación y al ritmo narrativo que justifican de forma sobrada el que servidor crea que resulta muy injusto que el presente filme se olvide cuando se hace un repaso de lo mejor que la compañía nos ofreció durante los noventa. No cabe duda que dicho olvido tiene que ver con el hecho de que hay tanto dónde elegir en tan prolífica década —y de tanto calado— que traer a colación a la secuela de las aventuras de Wilbur Bernardo y Bianca parecería querer rememorar episodios poco gratos de la historia de la productora.
Nada más lejos de la realidad: superando por un amplísimo margen a su antecesora —los dos simpáticos ratoncitos podrían haber sido sustituidos por otros animales y la cosa no hubiera cambiado en exceso—, no exagero nada al sentenciar que 'Los rescatadores en Cangurolandia' está a la altura de otros títulos muy valorados de aquellos diez años deslumbrantes de Disney que fueron los que transcurrieron entre la espléndida obertura que supone el presente filme y la magnífica coda que fue la puesta en escena del rey de la jungla creado por Edgar Rice Burroughs.
'Los rescatadores en Cangurolandia', Disney en estado puro
Y es que 'Los rescatadores...' lo tiene (casi) todo para ser considerada un clásico en toda regla de la Disney. Para empezar tenemos a sus personajes, carismáticos todos ellos hasta la médula: y aquí da igual que estemos hablando del titubeante Wilbur, de la encantadora Bianca, del particular Indiana Jones que es Jake, de ese niño tan determinado que es Cody, del albatros despistado y rockero hermano del original, del estúpido e hilarante reptil que es Joanna o, por supuesto, del villano de turno al que ésta acompaña, un cazador sin escrúpulos al que ponía voz en la versión original el gran George C.Scott.
Limitada la vertiente más cómica de la cinta a esta última —que tiene la escena más graciosa del filme— y a los dos segmentos en los que Wilbur, el albatros, queda indefenso ante una cuadrilla de ratones que pretenden curarle su problema de espalda, es éste un filme que se centra —y de qué manera— en potenciar una componente de aventuras que, a todas luces, resulta espectacular: apuntalando ésta con ese inicio que antes comentábamos, el talante aventurero de la producción queda brillantemente rubricado por la secuencia a bordo del vehículo del cazador —una escena que no podría ser más "Indy"— y por el clímax final, que no deja respiro al espectador.
Con la única ausencia durante su recorrido de alguna de las estupendas canciones que habían acompañado a 'La sirenita', pero sin que en ningún momento ello suponga un revés para la apreciación final que se puede verter sobre ella gracias a lo inmaculado del resto de la producción —insisto, la animación es superlativa—, que 'Los rescatadores en Cangurolandia' es un filme a reivindicar a los cuatro vientos es algo que su visionado reciente, veinticinco años después de la primera y única vez que la había visto, ha puesto de relieve más allá de cualquier duda razonable. Si es de las que nunca habías visto por pensar que era una cinta menor, ya estás tardando en enmedarte.
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