Viernes de Feria de Abril de 2001 en Sevilla. Servidor, que detesta la magna fiesta bética y que tiene la semana libre de estudios —una gran ventaja el haber elegido la capital hispalense para hacer la carrera universitaria— recibe la llamada de un mensajero de UPS que va a hacerle entrega de un paquete de Amazon. En él, directamente llegados de Estados Unidos, dos DVD's, la edición de lujo de 'Superman' (id, Richard Donner, 1978) y una compra a ciegas de lo último de Disney que no llegará a nuestros cines hasta casi tres meses después.
Tras abrirlo, comprobar que está en perfecto estado y llamar a un gran amigo para verla juntos en mi ridícula tele de 15 pulgadas, tomo asiento en el sofá del salón de mi piso de alquiler de Triana sin saber que, durante los siguientes 78 minutos, el único sonido que se escuchará a través de las finas paredes que nos separan de los vecinos serán carcajadas en Dolby Surround derivadas de lo descacharrante, fresco y muy sorprendente que fue aquél primer visionado de 'El emperador y sus locuras' ('The Emperor's New Groove', Mark Dindal, 2000).
Unas cualidades éstas que sirven, ante todo, para caracterizar a una producción con la que los estudios daban un radical, arriesgado y brusco giro de timonel que se apartaba por completo de la trayectoria por la que habían transitado toda la década anterior. Un cambio que, por aquél entonces no era interpretado como signo de nada alarmante pero que, visto hoy, tres lustros después, está claro que era el primer presagio de que algo se removía inquieto en el seno de la productora.
De historia épica a slapstick a lo Tex Avery
De hecho, que 'El emperador y sus locuras' comenzara llamándose 'The Kingdom of the Sun', tuviera intenciones de narrar una épica epopeya situada en el imperio maya y fuera a contar con una ambiciosa banda sonora compuesta por Sting lo dice casi todo acerca de los innumerables cambios que la producción sufrió a lo largo de los seis años en los que pasó de ser una cinta co-dirigida entre Roger Allers —uno de los responsables de 'El rey león' ('The Lion King', Roger Allers y Rob Minkoff, 1994)— y Mark Dindal a venir firmada de forma única por éste último.
En ese tiempo, el guión original sufrió incontables reescrituras, tantas o más como cambios padeció el aspecto gráfico de un filme que fue perdiendo detalles y complejidad conforme las mentes pensantes de la compañía iban mirando cada vez con más recelo una idea que parecía condenada a no salir adelante y que si finalmente lo hizo fue por el hincapié de Peter Schneider —el presidente de Walt Disney Feature Animation de aquél momento— y por el giro drástico que Chris Williams, guionista de la cinta, dio a la misma dirigiéndola hacia el conjunto disparatado y excéntrico que hoy conocemos.
Dicho giro y la simplificación de formas a la que 'The Kingdom of the Sun' fue sometida determinó, paradójicamente, la fuerte personalidad que 'El emperador y sus locuras' termina ostentando. Una personalidad que, como decía, se aparta de todo lo visto en lo más granado de la Disney de los diez años anteriores para, a la postre, aislarse como un ente único y singular; una rara avis que, salvo por algún que otro detalle, es el clásico Disney menos Disney de cuántos la productora ha puesto en pie a lo largo de sus casi ochenta años de historia.
'El emperador y sus locuras', todo vale
Esta película fue un gran reto para el departamento de fondos, puesto que estábamos acostumbrados a hacer las cosas con gran detalle y a que tuvieran un aspecto creíble. A este respecto, tuvimos que esforzarnos en simplificar cada más. En lugar de añadir más detalles, lo pulíamos para quedarnos con lo imprescindible. (Natalie Franscioni-Karp, supervisora de fondos de la producción)
Lo primero que llama la atención de 'El emperador y sus locuras' es, y a colación de ello viene la cita que encabeza esta sección, la engañosa simpleza de la animación, con unos personajes que en su concreción se acercan a aquellos que pudimos ver en 'Hércules' ('Hercules', Ron Clements y John Musker, 1997) y unos fondos que, reducidos a su mínima expresión, no pierden no obstante ni un ápice de su efectividad gracias a la potencia que se le aporta con el expresivo uso del color que caracteriza a todo el metraje.
Ahora bien, donde la cinta realmente da un salto al vacío es en lo completamente alocado del humor que se imprime a fuego sobre toda la personalidad de la cinta: un humor que hace que Kuzco, el emperador que se convierte en llama, rompa la cuarta pared a placer, hable con el espectador y, por supuesto, sea consciente de que está en una película que cuenta su historia, y no la de Pacha, el campesino que actúa de elemento conciencia.
Más allá del tremendo hallazgo que es la irritante y carismática personalidad de Kuzco —imprescindible para apercibirse de ello ver la cinta en versión original con el brillante trabajo vocal de David Spade— lo mejor de la producción es tanto la interacción de la versión llama con Pacha y los constantes envites que se disparan el uno al otro como, por supuesto, ese tándem imposible que forman la desagradable Yzma y el cándido Kronk.
Con las voces de Eartha Kitt y Patrick Warbutton en la versión original —de nuevo, impagables ambas— los "villanos" de la función...o más bien la villana y su alelado secuaz, roban escena tras escena cada vez que aparecen en pantalla, recayendo en el segundo el momento que más lágrimas de risa sigue arrancando en el que ésto suscribe; aquél en el que saca a Kuzco metido en una bolsa improvisando su propia banda sonora de fondo. Impagable.
Digna en muchos momentos del absurdo del mejor Tex Avery —hay ocasiones en las que uno está esperando a que el Coyote haga acto de aparición con un cohete atado a la espalda...y lo sé, el Coyote no es creación de Avery, pero vosotros me entendéis, ¿no?—, con un número musical de arranque que, puesto en boca de Tom Jones, dice mucho acerca de lo que nos vamos a encontrar y una duración que permite que la cinta NO PARE, que podamos estar ante un filme "menor" de la Disney importa poco o nada cuando pocas veces una producción de la compañía ha ofrecido una diversión tan descacharrante y carente de pretensiones.
P.D: ¡por cierto, casi se me olvidaba! Si lo buscáis, es probable que encontréis por ahí un documental llamado 'The Sweatbox' que narra, con todo lujo de detalles, todo el arduo proceso de producción por el que transitó 'El emperador y sus locuras'.
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