Mañana se estrena ‘Dieta mediterránea’, la historia de un triángulo amoroso, con un trasfondo culinario, que interpretan Paco León, Olivia Molina y Alfonso Bassave, bajo la batuta del guionista y en ocasiones director Joaquín Oristrell. Completan el reparto Carmen Balagué, Roberto Álvarez y Jesús Castejón.
El punto de partida de esta supuesta comedia podría haber dado mucho juego, si se hubiese resuelto con habilidad. Sin embargo, ninguno de los aspectos ha acompañado: desde el desarrollo del guión más allá de la premisa, a la realización, pasando por los actores y el diseño de producción. Existen unas cuantas escenas que funcionan –pues tienen humor, quedan originales y los actores las resuelven bien— que se encuentran en la mitad del metraje, justo cuando se plantea el giro más interesante que da el film en cuanto a su trama romántica. Pero, dejando esos momentos aislados aparte, el resto de ‘Dieta mediterránea’ es fallido.
Los intérpretes se enfrentan al reto de dar vida a sus personajes a lo largo de varias décadas, es decir, a ir cambiando las formas de ser, de hablar y de moverse de sus representados según avanzan las escenas. En ninguno de los casos esto está conseguido. Paco León, en lugar de ir evolucionando, fluctúa y en cada momento muestra una personalidad diferente. Alfonso Bassave, al igual que los secundarios, permanece igual durante toda la duración. Y Olivia Molina no consigue encontrarse a gusto en el papel en ninguna de las edades. De adolescente es irritante y muy poco creíble, pero de adulta tampoco convence.
El mayor problema de las interpretaciones de esta película creo que es que los actores están en un tono de comedia constante. Sin embargo, el film no tiene ese tono porque en el guión no existe ese humor. No sé si se habrá intentado escribir, con resultados infructuosos, o si simplemente se habrá optado por no hacer chistes, salvo en unos instantes concretos. El caso es que, hasta que comienza el enredo real, no hay un solo atisbo de comicidad en toda la película. Ante un film de tono serio, las actuaciones histriónicas, exageradas y burlescas de los tres protagonistas parecen más bien ridículas y mal ejecutadas.
El guión de ‘Dieta mediterránea’, obra de los veteranos Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano, echa por tierra grandes ideas de partida con las que se podría haber logrado una divertida comedia romántica con tintes erótico-gastronómicos. Uno de sus mayores fallos es la inclusión de la voz en off de una hija de la protagonista. Además de que estos textos están leídos de manera pedante y muy poco adecuada al estilo del film, son innecesarios y crean una distancia entre el espectador y los hechos que impide la empatía.
Un film que mezcla sexo y comida tendría que transmitir una gran sensualidad asociada al bien comer en forma de metáfora o de sinestesia. Ejemplos de este tratamiento en cine tenemos varios, como ‘El festín de Babette’, ‘Como agua para chocolate‘… Por desgracia, nada de esto se produce en ‘Dieta mediterránea’ y uno de los motivos es que la voz en off intenta comunicarlo en lugar de que el propio film haga que se sienta o que se vea. La artificiosidad con la que la protagonista inventa y prepara los platos, así como la frialdad de la propia concepción en sí de estos manjares de la nouvelle cuisine, terminan de malograr las opciones de transmitir sensaciones.
Durante la primera mitad de ‘Dieta mediterránea’ tenemos en la protagonista a un personaje pelele, sin personalidad ni capacidad de tomar decisiones por sí misma, que constantemente está yendo de un lado a otro según se lo pida uno u otro de los hombres de su vida. Aparte de demostrar una debilidad de personaje contraproducente, esto hace que la historia esté constantemente dando palos de ciego, sin avanzar en absoluto. Por ello, el golpe de la trama que anima a la historia tarda mucho en llegar. Sólo de ese giro saldrán los aspectos positivos de guión, como la reacción del personaje de Paco León ante lo que se plantea, que es casi lo más estimable de todo el film.
A partir de aquí se presentan muchos cabos sueltos y elementos que parecen presentados sólo a medias, como si al guión aún le faltasen algunas reescrituras. En la sala de edición se podría haber aligerado mucho el ritmo y haber adelantado la introducción de los elementos importantes de la trama, así como se podría haber arreglado esa falta de consistencia y fuerza dramática y esa variación de tono constante. Sin embargo, no se ha hecho nada para levantar el producto.
La forma en la que ‘Dieta mediterránea’ está realizada tampoco se adapta al tono que tiene el film. Se introducen recursos de rodaje y de montaje algo pasados de moda que se pueden aceptar si se hacen muy conscientemente en una comedia disparatada y hasta metalingüística. Pero en un film así, lo que extraemos es que Oristrell como director no es especialmente hábil.
‘Dieta mediterránea’ contiene ingredientes de lo más apetitosos, apuesta por actores que podrían tener tirón y durante algún momento es brillante. Por ello, creo que podría no disgustar a aquellos espectadores que acudan al cine con muchas ganas de reír. Si esta reseña se ensaña tanto es porque el hecho de que no termine de funcionar resulta más hiriente cuando se cuenta con grandes nombres en el equipo y con unas ideas que podrían haber dado mucho más de sí.
Más información en Blogdecine sobre ‘Dieta mediterránea’.