El cine de verano es ese lugar donde se oyen más las pipas del de atrás o el sonido de la otra “sala” (todo es al aire libre) que la película que has ido a ver, de incómodos asientos de plástico y horas de proyección inciertas. Pero ese lugar que guarda el encanto del cine tradicional, que nos recuerda a los veranos de la infancia y a una época en la que disfrutábamos el cine de otra manera, con otra relajación y con una exigencia basada más en lo que cada película pudiese entretenernos o hacernos disfrutar que en perfecciones teóricas que más adelante pudiesen plasmarse en un papel. Para acudir con esa mentalidad, pocas cintas más adecuadas que las que se proyectaba otro día, ‘Destino oculto’ (‘The Adjustment Bureau’, 2011), de George Nolfi, un film más simpático y ameno que sublime o apto para antólogos.
Con guion del propio director, basado en la historia breve, ‘Adjustment Team’, de Philip K. Dick, ‘Destino oculto’ nos presenta a un candidato a gobernador que pierde unas elecciones porque sale a la luz un escándalo de juventud. La noche electoral, mientras prepara su discurso, conoce a una mujer de la que se enamora casi a primera vista. Pero ella debe marcharse precipitadamente sin poder darle un teléfono o un modo de contactarla.
Ocurre, en ocasiones, que a los largometrajes que adaptan cuentos cortos se quedan parcos en desarrollo y resultan demasiado lineales, pues no incorporan las tramas secundarias que poseen habitualmente las películas largas. A pesar de transmitir una historia sumamente sencilla y que no requiere de explicaciones científicas sesudas para comprender sus reglas y sin apenas extender las consecuencias de lo contado a otros ámbitos de la vida de sus personajes –se habla de thriller, pero la película es claramente una historia romántica– o sin extraer conclusiones profundas; este film tienen el mérito de sostenerse durante toda su extensión, sin bajadas de ritmo y ofreciendo siempre novedades y avances en su trama única y lineal para aparentar se algo de una envergadura mayor de la que en realidad posee.
Ese sabor de la infancia o de relatos que ya no se ven casi nunca en el cine de nuestro siglo, se completa con algunas de las características que desconozco si vendrán directamente de la narración de Dick, pero que, al menos, con seguridad heredan del mítico autor su naturaleza. Se trata de ese tipo de normas a las que tienen que atenerse los personajes, que podrían sonar arbitrarias, pero que, de puro caprichosas, nos encandilan como a niños y constituyen casi lo más divertido de todo el planteamiento fantástico. Son cuestiones que parece que nos están invitando a jugar o a participar en la creencia que se plasma en el film para buscar, en cuanto se enciendan las luces, a los posibles vigilantes, fácilmente identificables por la características físicas que nos han desvelado en los diálogos.
(Posibles spoilers) Los señores con sombrero, que se ocupan de que nuestro destino, oculto para casi todos nosotros, se cumpla tal como está escrito, también se podrían entender como unos demiurgos narrativos, es decir, como los guionistas de una película que, como esta, también fuese de amores. Sabemos que para que una historia de esta naturaleza contagie emociones a los espectadores, es necesario que los amantes encuentren obstáculos a su relación, ya sea dentro de sí mismos por una enemistad de partida, o en circunstancias ajenas a ellos, y que no puedan culminar ese romance hasta el final. Los impedimentos y las interrupciones que estos ángeles del destino van anteponiendo a los protagonistas en ‘Destino oculto’ –y que llevan diseñadas en un cuaderno con esquemas no tan distintos de la escaleta que se podría confeccionar un guionista– funcionan en esa línea y no se diferencian mucho de los que encontraría cualquier pareja de película que esté destinada, por guion, a acabar juntos. En otras palabras: los amores que parecen imposibles son los más sentidos.
Emily Blunt y Matt Damon, un dúo que en principio podría no sonar adecuado, consigue que entendamos, que veamos ese amor y que deseemos su unión. Muy auténtica la interpretación de Damon, quien parte con un personaje difícil por debatirse entre dos metas tan distanciadas en su vida. El reparto también incluye, en un papel pequeño, a Terence Stamp, y a Anthony Mackie y John Slattery con dos personajes de algo más de importancia. Los tres en el bando de los antagonistas se diferencian, ellos también, como la cinta en general, de los malos maquiavélicos y despiadados que solemos ver en el cine, lo que también constituye un agradable descubrimiento.
(Spoilers seguros) Me gusta, a título personal, que la película acabe bien. Además, bien sin paliativos, bien sin doble final irónico, ni tampoco abierto para hacer que el espectador reflexione. Hablar de Deus ex machina en una película que plantea la existencia de un ser superior que controla los devenires de todos, carece de sentido, pues cualquier cosa que ocurra en el film tendrá que ser fruto de las decisiones de este “director”. Por lo tanto, la resolución de cuento en la que, los protagonistas no solo acaban juntos, sino que propugnan un cambio en el gran decisor, es adecuada y resulta refrescante, ya que en los últimos tiempo se huye de ella con demasiada frecuencia, como si las películas perdiesen categoría en relación directa con la felicidad de sus protagonistas durante la conclusión de cierre (Fin de los spoilers).
Como decía, ‘Destino oculto’ es una película que se disfruta mucho, pero de una forma juguetona, romántica y despreocupada. Se podrían encontrar defectos al trabajo del debutante Nolfi, tanto en su guion como en la realización que lleva a cabo, y no se considerará jamás que entre dentro de eso que se llama gran cine. Pero de vez en cuando prefiero este tipo de opción a otras cintas con mayores pretensiones, que no me permiten dejarme llevar tan lejos por su ficción.
Otras críticas de ‘Destino oculto’ en Blogdecine:
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‘Destino oculto’, romántica rebeldía, por Juan Luis Caviaro.
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‘Destino oculto’, el amor nos hará libres, por Alberto Abuin.
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