‘Desterrado’ (‘Outcast’, Nick Powell, 2014) llegó nuestras pantallas el pasado viernes después de haberse estrenado en algunos países del este, y de forma limitada en USA. Tras verla uno se sigue preguntando por qué ocupan las salas de cine con cosas como la presente mientras otras películas, muchas, siguen durmiendo el sueño de los justos que nuestra querida distribución aplica a diestro y siniestro. Pero como aquí salen los muy “admirados” Nicolas Cage y Hayden Christensen, y se trata de un film épico, es un decir, lleno de batallas espectaculares, es otro decir, alguien ha supuesto que puede tener tirón comercial.
Nick Powell, que ha tenido el valor de poner su nombre tras el “directed by” empezó en esto del cine siendo especialista, luego coordinador de especialistas, y como trabajó en películas de directores como Tim Burton, Mel Gibson, Stephen Sommers, Danny Boyle, Stephen Daldry, Ron Howard, Brett Ratner o Paul W.S. Anderson, un día amaneció con la posibilidad de pasarse al otro lado de la cámara, tomando las riendas de todo un proyecto. El resultado es una completa desfachatez que no puede disfrutarse ni desde la perspectiva del cachondeo.
‘Desterrado’ da comienzo en nada menos que las Cruzadas −¿cuándo podrá presumir el llamado cine moderno de tener una película en condiciones sobre dicho período?, queremos de una vez un film salvaje y violento tal y como Paul Verhoeven tenía pensado hacer en su momento con Schwarzenegger−, allí Gallain y Jacob, esto es, Nicolas Cage y Christensen respectivamente, arrasan una ciudad en nombre de Dios. Tras un corte de plano de lo más abrupto, y que omite una información que se nos dará en el último tercio, la acción pasa a tres años después y en el este, concretamente en China.
Nicolas Cage, un género en sí mismo
Allí Jacob, destrozado por las atrocidades que cometió y vio tiempo atrás purga su lamento interno siendo olvidado, emborrachándose y drogándose. Pronto se verá en vuelto en una intriga en torno a la herencia de un reinado. Hermano bueno y joven, hermano malo y cabrón, el cliché de siempre, y el bueno de Christensen retornando a su época Star Wars, cuando decidió insultar el nombre de Darth Vader, espada en mano y cara de malas pulgas, mientras lucha por una razón noble y que le redimirá. ‘Desterrado’ ofrece lo de siempre en cuestión de batallas. Mucho efecto, mucho montaje caótico y mucho ralentí innecesario.
Mientras uno asiste atónito a todo un desfile de tópicos, con bastantes secuencias absurdas –la del arco, que no lleva a nada−, también se es consciente de que lo que vemos, aunque no pase a los anales del género, no molesta demasiado, ni siquiera la tambaleante puesta en escena por parte de Powell. Eso sí, cuando Nicolas Cage reaparece, el delirio se apodera de la cinta. Es verdaderamente increíble de lo que este actor es capaz con tal de cobrar un cheque. Y probablemente disfrute con ello. En ‘Desterrado’ hace gala del histrionismo más atroz.
Para empezar la química entre Cage y Anakin Skywalker es mínima, por no decir nula, y las razones por la “enemistad” que les separa simplemente clama al cielo de lo absurda que es, creando uno de esos traumas dobles que, cuando es desvelado, uno se pregunta si James Dormer, el guionista, lo escribió en serio o no. Cage goza lo suyo en los momentos finales de su personaje, y Christensen empaña la imagen del héroe solitario y romántico, con ecos del western, cabalgando hacia dios sabe dónde. Sí, se gastaron dinero en hacerla.
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