El pasado 31 de julio se estrenó en nuestro país ‘Desgracia’ (‘Disgrace’, 2008), la adaptación cinematográfica de la premiada novela del escritor J.M. Coetzee, ganador del premio Nobel. Dirigida por Steve Jacobs, la película fue galardonada con el Premio Internacional de la Crítica en el Festival de Toronto y cuenta con el gran atractivo de estar protagonizada por John Malkovich, uno de los actores más reconocidos del planeta.
En ‘Desgracia’, Malkovich interpreta al profesor David Lurie, cuya vida da un giro tras mantener una relación íntima con una alumna. La joven le denuncia, y David se ve obligado a dimitir y abandonar su puesto en la Universidad de Ciudad del Cabo. Elige como refugio el hogar de su hija, Lucy, una mujer fuerte e independiente que vive de los frutos y las flores de su pequeña propiedad, en medio de un vasto campo. Lucy enseña a su padre el lugar, su modo de vida y sus amistades, pareciendo que la vida allí es placentera, un pequeño paraíso. Pero todo está a punto de cambiar…
No sé si llegará el día, parece complicado, en el que uno pueda ir al cine y contemplar una cartelera de oferta variada; y hablo de variedad real, no de número de películas. En mi caso particular, ahora estoy residiendo en la orgullosa localidad de Cartagena, donde hay dos centros comerciales con sus respectivos multicines de más de diez salas cada uno. Bien, pues en ninguno de los dos pueden encontrarse películas como ‘Antichrist’ de Lars Von Trier o esta ‘Desgracia’ de la que hablamos. Independientemente de la calidad de estos dos ejemplos, lo cierto es que el aficionado al cine lo tiene crudo para encontrar estrenos que se salgan, más o menos, de lo corriente.
Estando de visita en Cádiz, no pude evitar echar un vistazo a la cartelera, buscando un cine en particular; uno que es “antiguo” (en comparación con los multicines modernos, claro), pequeño y de presupuesto modestísimo, por decirlo de una forma amable. Todo lo que le falta lo compensa con su oferta cinematográfica, realmente diversa. Gracias a esto pude saciar mi curiosidad por la adaptación de la novela de Coetzee llevada a cabo por Steve Jacobs, cuyo título, por cierto, pierde parte de su contenido al haber sido traducido como ‘Desgracia’, teniendo el original un abanico de significados más apropiados que los que tiene la palabra en español.
Porque, sí, en la película hay desgracia, entendiendo tanto tragedia como pérdida de gracia, pero más concretamente hay vergüenza y deshonra, incluso castigo. No he leído la novela (aunque tras ver la película es una tarea que me he impuesto, y supongo que es algo que habría que agradecer al realizador), pero sí he hablado con personas que lo han hecho, y leído varias opiniones, y aunque las reacciones sobre la adaptación son dispares, creo más a los que dicen que no se ha hecho justicia al original. Sobre todo, me llama la atención que, al parecer, los responsables de la traslación de la novela al cine han optado por dar una visión más oscura y siniestra de Lurie, alterando su relación con la alumna, razón de su destierro.
Viendo la película, y pensándola, porque esto hay que masticarlo por uno mismo, tragando arena, pienso que Anna-Maria Monticelli (guionista) y Jacobs se han equivocado recortando el retrato que Coetzee daba de Lurie y modificando de mala manera el “romance” que vive con la joven estudiante. Tal como está en la película, la actitud y el cambio que vive Lurie (en cualquier caso, un entregado y eficaz John Malkovich) no están completamente claros y justificados, faltando información relevante para entender su frustración, sus decisiones y su resolución final (la comprensión y el sacrificio). El realizador opta por alejar a los personajes del espectador, y la distancia le sienta mal a la película, porque uno no llega a implicarse en lo que ocurre, salvo en los momentos violentos, filmados con mayor acierto.
Durante las pesadas dos horas que dura ‘Desgracia’ (le sobra metraje, siendo ya la tónica habitual del cine de hoy, culpa de no saber manejar el material disponible), uno siente muchas cosas, casi todas desagradables, pero eso es bueno en este caso, porque la mayoría proceden del relato, y no de las incomodidades que produce visionar una película llena de errores. Que los tiene, no pocos. Es una lástima que la adaptación de esta historia haya caído en manos de un director de tan escaso talento, porque aquí falta garra, emoción e inteligencia. Le salvan la profundidad de la novela y el reparto, impecable.