Tras la película ‘The Silence’ (2019) o series como ‘The Society’ (2019-) Netflix vuelve a apostar por el fantástico post-apocalíptico en el que, al igual que la mencionada, hay un mundo sin adultos. ‘Daybreak’ a diferencia de esta última, tiene muchos menos prejuicios y se apoya en gran medida en la cultura pop para su formato de comedia adolescente que tan solo reubica los conflictos clásicos de ese tipo de programas en un escenario de ciencia ficción y terror.
La propuesta es sencilla: tras un ataque bioquímico mundial, aparentemente toda la población adulta ha sido asesinada o convertida en una horda de zombis-mutantes. Solo los adolescentes han sobrevivido a este apocalipsis, lo que le da a Netflix otra oportunidad para explorar un mundo sin adultos cambiando radicalmente el tono de ‘The Society’. Para acompañarnos por esas tierras baldías seguimos al trío principal compuesto por Josh (Colin Ford), Angélica (Alyvia Alyn Lind) y Wesley (Austin Crute) que van entrelazando lazos para formar una especie de familia disfuncional en un mundo post-apocalíptico.
El Club de los cinco
Basado en el prestigioso cómic independiente de Brian Ralph, ‘Daybreak’ se asemeja más a la serie neozelandesa ‘La tribu’ (The Tribe, 1999-2003) en la que la propuesta de mezclar ‘El señor de las moscas’ (Lord of the Flies, 1963) con el universo ‘Mad Max’ (1979) se llevaba al culebrón de instituto clásico, con un montón de tribus y facciones y detalles argumentales (y visuales) clavados, como el asentamiento en un centro comercial, reciclado de George Romero. Aquí hay pandillas con estereotipos exagerados e hilarantes como los frikis de Steve Jobs.
Hay punks, fans de las Kardashian, deportistas, y otros grupos itinerantes basados en los moteros de ‘Mad Max 2: El guerrero de la carretera’ (The Road Warrior, 1982) a la que la serie está llena de homenajes. Además hay innumerables guiños conscientes, referencias gritadas al espectador —o apuntadas gráficamente sobre la pantalla—, ya que con frecuencia los personajes rompen la cuarta pared y se dirigen al público como el protagonista de ‘Todo en un día’ (Ferris Bueller's Day Off, 1986) sobre la que basa su estilo vacilón y todo el personaje de Josh.
No intenta esconder en ningún momento esto, claro, y por ello incluye en su reparto a un Matthew Broderick haciendo de director del instituto, es decir, el mayor enemigo de Ferris en su propia película. Hay muchas otras referencias al cine de John Hughes, principalmente a 'El club de los cinco' (The Breakfast Club, 1985) en la que es imposible no pensar cuando los tres protagonistas quedan encerrados en el centro comercial con un nerd y una semi-zombie que hace las veces de la gótica extraña.
El efecto 'Deadpool'
Ese estilo, bastante noventero y poco utilizado hoy en día, es de tomar o dejar. Es una forma de hacer la serie dinámica, de crear una distancia con sus temas dramáticos y hacer cómplice al público de que es una serie que se ríe de los propios tropos que utiliza y reutiliza, haciendo partícipe a los que, por ejemplo, ya se saben los trucos de cliffhanger más roñosos de series como ‘The Walking Dead’ (2010-) sirviendo de parodia de todas ellas sin descuidar su lógica interna y sus temas emocionales, de los que no rehúye pese a su superficie gamberra.
A pesar de su entorno de zombis y post-apocalíptico, ninguna de las amenazas del mundo son peligrosas para crear una tensión de obras similares. Los peligros se asumen y los monstruos son recursos a utilizar cuando un buen gag o algo de la trama sea conveniente. Se plantea un mundo en el que la violencia extrema se ha asimilado muy rápidamente. Hay escenas de acción y de monstruos con sangre y muy eficientes a nivel visual —con algunos efectos prácticos, como “la boca” del segundo episodio, grotescos y bien integrados—.
Pero la mayoría de los momentos memorables provienen de la interacción de los personajes. Hay episodios basados enteramente en un personaje y otros más experimentales que sirven como un cambio de ritmo, y aunque la historia del arco general se ralentiza una pizca en el medio, siempre hay algo divertido en cada episodio. ‘Daybreak’ no reinventa la rueda, ni necesita hacerlo. Es una serie que disfruta creando un lenguaje en su propia intención de romper el esquema y es inteligente para saber ir guardando y revelando sus sorpresas bajo la manga.
El secreto está en los personajes
Por supuesto, sus mezclas tonales no son sencillas, no es perfecta, y para muchos se puede hacer bola por su intención epatante. Si lo que te molesta es el estilo socarrón de no tomarse nada en serio no es sencillo que guste. Para muchos los problemas con ‘Daybreak’ radican en su insistencia en buscar que te sorprenda su humor, su sátira, y no lo esconde. Sea o no del gusto de cada uno, lo que no se les puede negar es hacer algo diferente a lo que hay ahora en la televisión, aunque sus rupturas de tebeo estén más vistas que el ídem.
De hecho, uno de sus recursos narrativos son los flashbacks, que dan una idea de quiénes eran todos los personajes antes de que estallara la bomba. Vemos relaciones que se han fracturado desde que todo ocurrió y podemos entender un poco mejor cómo llegaron al lugar donde están una vez que los conocemos. Estas escenas brindan algunos momentos emocionales geniales, así como algunos otros divertidos y dejan claro que si algo funciona en la serie son sus personajes, especialmente Angélica, con los que hay muchas ganas de pasar otra temporada.
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