Es obligatorio incinerar a los que han muerto por la enfermedad de Rouge. Aunque durante el período de secreción y hemorragia los diferentes fluidos patológicos son relativamente inocuos, e incluso sexualmente atrayentes... estos fluidos pronto demuestran una virulencia que puede ser devastadora.
Continuamos con el especial dedicado a la obra de David Cronenberg, tras el análisis de su primer largometraje, 'Stereo' (1969). Al final de aquel artículo os contaba que gracias a la ayuda económica prestada por la International Film Archives, el joven Cronenberg (que por aquel entonces contaba con 26 años), pudo enfrentarse a la realización de su siguiente trabajo cinematográfico. Quizá "enfrentarse" no es la palabra más adecuada, ya que viendo 'Crimes of the Future' (1970) uno duda mucho de que el canadiense no se divirtiera creando las escenas de su segundo film experimental. Hizo lo que quiso, y el resultado es tan soporífero y pretencioso como el primero.
De nuevo, Cronenberg es el máximo responsable de la película; es su autor absoluto. El guión, la producción, la dirección, la fotografía y el montaje llevan su firma. Esto es, sin embargo, muy habitual cuando uno está empezando y apenas tiene presupuesto, de ahí que muchos directores empiecen también actuando en sus primeros trabajos (como Quentin Tarantino en la casi desconocida 'My Best Friend´s Birthday'). Al final, el principal interesado es el que tiene que hacerlo casi todo, como mejor pueda, si quiere ver acabado el producto algún día. También ocurre que a menudo se piensa, por parte de los "autores", que las tareas técnicas no son tan importantes como la escritura o la dirección; es uno de los grandes errores del principiante. A pesar de todo, se pueden encontrar elementos de interés en 'Crimes of the Future', si se quiere estudiar la trayectoria de este singular cineasta.
'Stereo' coloreada
Aunque transcurrió un año entre las dos películas, parecen hermanas gemelas, como si se hubieran realizado al mismo tiempo. Cronenberg debió quedar satisfecho con la reacción de los que vieron su ópera prima y siguió por el mismo sendero, realizando un segundo film sin grandes progresos, centrado de nuevo en los mismos temas: la experimentación científica, la degeneración del cuerpo y la sexualidad o la búsqueda del placer. Aunque aquí no se centra específicamente en las posibilidades (fantásticas) de la mente, sí que trata la explotación de otras partes del ser humano, y en una secuencia parece enlazar directamente con 'Stereo', al hacer que Ronald Mlodzik (aquí convertido en el protagonista absoluto) se lleve a la frente los pies de unos pacientes, con la intención de sanar sus problemas psicológicos. Si bien lo que llega a parecer (no por casualidad) es que ambos logran algún tipo de estimulación placentera.
Aunque 'Stereo' y 'Crimes of the Future' se parecen, hay también importantes diferencias entre ellas. Estéticas, sobre todo. Para empezar, 'Crimes of the Future' es la primera película en color que filma Cronenberg. Si bien no recurre a florituras ni juegos de luces, primando la austeridad y el realismo, resulta muy llamativa toda la secuencia de los conspiradores, así como el diferenciador atuendo oscuro que representa al protagonista, siempre al margen. Por otro lado, Cronenberg incluye también por primera vez efectos de sonido. Si bien son escasos, y casi todo el tiempo contemplamos la pantalla en silencio o con la desangelada voz en off del protagonista relatando sus experiencias, con la misma palabrería recargada e insufrible de 'Stereo', el joven cineasta incorpora ruidos que a veces acompañan a las imágenes (no siempre, hay escenas a las que retira el sonido antes de que acaben), contribuyendo a la sensación de inquietud. Y ruidos es su mejor definición, porque aunque también suenan lo que parecen ser pájaros, lo que se oye es cómo si alguien golpeara y frotara el micrófono. Es la música de esta película.
Como en la anterior, no hay en 'Crimes of the Future' ningún tipo de trama o de argumento, ni tampoco una evolución dramática, aunque al estar todo más centrado en un personaje, desde el principio hasta el final, sí se percibe más fácilmente un tipo de progresión (en 'Stereo' era más sutil, aunque ciertamente la atmósfera resultaba más inquietante conforme avanzan los minutos). De nuevo, Cronenberg presenta otro extraño puzzle donde muchas de las piezas están ordenadas sin ningún sentido concreto, más allá de provocar incomodidad y desagrado en el espectador. Así que otra vez nos encontramos con imágenes muy poderosas y escenas muy sugerentes, pero aisladas en un conjunto absurdo, repetitivo y muy mal editado. Cronenberg es todavía demasiado torpe, y se pierde al poner en la pantalla sus ideas, importándole muy poco cómo casan juntas.
La búsqueda del placer
Tampoco es que la película carezca de sentido. Y si queremos, podemos buscarle un argumento. En este sentido, podría decirse que 'Crimes of the Future' se centra en la constante búsqueda del placer por parte de Adrian Tripod. Este personaje está interpretado por Mlodzik, un amigo homosexual de Cronenberg al que éste convierte en un ser andrógino, una mezcla de sexos (y de identidades) que busca su sitio en el mundo, algo que le dé sentido. Un mundo donde una enfermedad, descubierta por el profesor Rouge (que en español significa "colorete"), ha acabado con todas las mujeres adultas, resultando que los hombres han perdido esa mitad que les proporcionaba el equilibrio vital (y el disfrute).
Así que Tripod se pasea por el desierto centro que estudiaba a las enfermas, por otro que analiza las posibilidades de los pies, conoce a un hombre que genera nuevos órganos (como si diera a luz), a otro que ha desarrollado unas especies de antenas que salen de su nariz, y por último, a un grupo de conspiradores pederastas que han secuestrado a una niña, con evidentes intenciones. En cuanto al espacio, el tratamiento es casi idéntico al del anterior film. Los paisajes vuelven a estar desolados, los personajes parecen solos en un mundo deshumanizado, retratado por una arquitectura fría, hostil.
'Crimes of the Future' no es recibida con el mismo entusiasmo que su ópera prima, y al público le escandaliza la idea propuesta por Cronenberg del mundo sin mujeres, con la pederastia como solución para el mantenimiento de la especie. El realizador se enfrenta por primera vez a un tipo de (absurdo) rechazo que generarán casi todas sus películas posteriores, convirtiéndole durante buena parte de su carrera en un cineasta polémico muy poco valorado artísticamente. A él sin embargo no le supondrá ningún problema, porque nunca le va a faltar un público deseoso de ver obras arriesgadas, diferentes, y esto le proporcionará el colchón para seguir trabajando.
1970 será un año importante en la vida de Cronenberg. Se casa con Margaret Hindson (encargada de sonido de su primer corto), y gracias a una beca se marcha a vivir un año a Francia (en concreto, a un pueblo llamado Tourettes-sur-Loup), donde asiste por primera vez al Festival de Cannes. Aquella experiencia le impresionó, y le hizo replantearse su carrera. Se convenció a sí mismo que quería ser director de cine, y que quería ser invitado allí, ser tratado como uno de esos creadores-estrella. Esto no sería posible si seguía por el camino de 'Stereo' y 'Crimes of the Future', así que al regresar a Canadá empezó a pensar en una película más accesible, menos experimental y vanguardista. Tras trabajar en televisión, en 1972, el mismo año que nace su hija Cassandra (que en el futuro será su ayudante de dirección), Cronenberg escribe un guión titulado 'Orgy of the Blood Parasites' ('Orgía de los parásitos de la sangre'). Hablaremos de eso en el próximo capítulo.
- Especial David Cronenberg en Blogdecine: