'Cuscús', valorables interpretaciones

'Cuscús', valorables interpretaciones
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Abdel Kechiche dirige ‘Cuscús’, cuyo título original es ‘La graine et le mulet’, es decir: “el grano y el mújol”. Protagonizada por Habib Boufares, Hafsia Herzi y Farida Benkhetache, la película de 2007, que ha recibido numerosos premios, se estrena este viernes, 30 de enero.

Slimane es un hombre divorciado que habita en una pensión. Su mujer y todos sus hijos siguen en casa. Todos los domingos se reúnen, junto con los cónyuges y los niños, alrededor del cuscús que hace la madre con el pescado que su ex-marido le trae de la lonja en la que trabaja. Slimane mantiene una relación con una señora que también tiene una hija adolescente. Slimane es despedido de su trabajo y decide montar un restaurante sobre una barca especializado en cuscús de pescado, de cuya preparación se ocuparía su ex-mujer. La búsqueda de inversores o préstamos y de todos los permisos necesarios para el negocio se convertirá en una odisea para Slimane y su hijastra.


Lo que más destaca positivamente de ‘Cuscús’ son las interpretaciones, particularmente las de todas las mujeres que rodean a Slimane. Las actrices se han visto favorecidas por la libertad de actuar en sus papeles sin ningún tipo de constreñimiento. Gracias a que les ha dejado mucho tiempo para explayarse, Kechiche ha conseguido crear personajes muy interesantes entre los que destacan una de las hijas de Slimane y la hijastra, interpretada por Farida Benkhetache. Estas dos jóvenes mujeres tienen una fuerte personalidad y dan pie a un par de escenas de diálogo de alta calidad e intensidad. Estos momentos aislados son lo mejor de la película.

‘Cuscús’ está rodada con un estilo documental, pero es especialmente en el montaje donde se aprecia esta apuesta estética. Las escenas no están cortadas, sino que se permite a los diálogos extenderse más allá de lo narrativamente necesario y repetir abundantemente los conceptos y las ideas. Esto demuestra una intención de crear naturalismo que quizá exceda lo auténtico, pues en la vida real se habría interrumpido a la persona que habla o la conversación habría acabado antes. Incluso en esos instantes donde los personajes alcanzan su pico, una duración menor habría sido suficiente.

A pesar de eso, el ritmo no es molesto, pues una vez que se entra en esa convención, las largas secuencias se pueden ver con interés gracias a los personajes de fuerte carácter que las habitan. Donde realmente le he encontrado el problema a ‘Cuscús’ es en las decisiones de montaje que se refieren a la estructura. Los hechos narrados tardan mucho en ocurrir y, una vez se sabe que los personajes van a encaminarse hacia algún lado, se incluyen escenas que repiten una y otra vez lo mismo con un hincapié que no sería necesario.

La duración de la película, de más de dos horas y media, no está en absoluto justificada, ya que la historia que se cuenta sería mucho más adecuada para la mitad de metraje. En realidad, nos encontramos ante uno de esos argumentos amables y humanos sobre logros de pequeñas personas dentro de una sociedad, que podría haber resultado muy convencional, pero simpático, si se hubiese contado en menos tiempo.

(SPOILERS)

Y dentro de esta elección de estructura tan antinatural lo que más desespera es el final. Estoy de acuerdo en que era muy difícil cerrar la situación en la que se encuentran los personajes: han invitado a las personas que podrían invertir en el restaurante y a los que tienen que decidir si les dan los permisos a una fiesta para que prueben el cuscús. Pero uno de los hijos de Slimane ha desaparecido con el coche llevándose la sémola y no hay forma de encontrarlo. Así que los invitados esperan hasta la desesperación.

Es cierto que si apareciese el grano o lo hiciese otra persona, los presentes quedasen contentos y diesen luz verde al restaurante sería un final demasiado tópico y ñoño. Me parece loable que no se haga un final manido y en que se busquen otras opciones. Pero no encuentro que la solución sea no acabar la película en absoluto para así evitar caer en la conclusión predecible. Eso no resuelve el problema del final muy visto, simplemente lo elude. Por lo tanto, la manera de acabar que tiene ‘Cuscús’ no sólo me parece tramposa, sino también irritante. Hacer pasar a los espectadores por 151 minutos de narración muy claramente encaminada hacia un lugar, para nunca saber si se llega o no, se me antoja hasta como una forma de tortura.

Otra cosa sería que la película en realidad no narrase nada concreto y fuese un reflejo de una forma de vida, un retrato de retazos de las vidas de los distintos personajes, una muestra de cómo son esos barrios de inmigrantes en Francia… Eso sería otro estilo de película y en él no tendría importancia que el final llegase repentinamente, ya que no habría tramas que cerrar. Tampoco es que nos encontremos ante una película con intenciones sociales o reivindicativas, pues esa ausencia de final hace que te quedes con la sensación de que no sabes cuál era el propósito de contarte lo que te han contado. ¿Qué conclusión se saca de lo que se ha visto?

Quiero decir con ello que no me molestaría que me hubiesen tenido todo ese tiempo viendo algo que no concluye, si entendiese por qué se ha hecho así o cuál es la intención que se esconde detrás de ese final inconcluso, pero no logro hallar la justificación de semejante decisión. Si la única que se me puede dar es que así se convierte en algo menos convencional una historia que, de no ser por eso, sería de lo más típica, me parece que no es la mejor manera de lograr este propósito.

(FIN DE LOS SPOILERS)

En definitiva, una película que no va a ningún sitio y que tiene una duración de aproximadamente el doble de lo que debería durar para quedarse finalmente en la nada. Cuenta una historia absolutamente tópica y trata de disimular ese hecho con decisiones estructurales muy cuestionables. Dos o tres buenos momentos con fuertes personajes podrían justificar todo lo demás, aunque lo dudo.

Tráiler de ‘Cuscús’

Mi puntuación:

1,5

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