'Cuestión de justicia': un magnífico drama judicial que no necesita artificios para emocionar

La intensidad de las historias que narran, la arrebatadora fuerza que presentan sus diálogos por encima de cualquier tipo de acción física, el componente moralizante que suele subyacer bajo sus tramas... Estos son algunos de los factores que han elevado algunos dramas judiciales como '12 hombres sin piedad', 'Legítima defensa' o 'Matar a un ruiseñor' al Olimpo del séptimo arte.

No obstante, a pesar de que el género ha demostrado en numerosas ocasiones su amplísimo potencial, puede —y suele— caerse en la trampa de desprestigiarlo; asociándolo a producciones vagas, con pocos valores cinematográficos y propias de una TV movie de sobremesa debido a los excesos melodramáticos y a unos recursos falsamente dramáticos que caen en el cliché y, por qué no decirlo, en el ridículo.

Afortunadamente, 'Cuestión de justicia' se encuentra en las antípodas de esto último. Tomando como base la historia real de Bryan Stevenson, abogado y fundador de la Equal Justice Initiative, Destin Cretton da forma a un relato apasionante en el que el tristemente vigente trasfondo racial sirve del mejor cimiento posible sobre el que edificar un torbellino de emociones que no necesita de artificios para calar hondo en el patio de butacas.

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Emociones a flor de piel

Hablar de 'Cuestión de justicia' es hacerlo de una sensibilidad tan inesperada como arrolladora. Aunque Cretton ya hubiese dejado más que demostradas sus capacidades en títulos como 'El castillo de cristal' y, especialmente, en la fantástica 'Las vidas de Grace', ha sido su incursión en el drama judicial la que le ha permitido desarrollar plenamente sus capacidades gracias, en parte, a la envergadura de una producción mucho más holgada.

No obstante, a pesar del obvio músculo del filme, reflejado, entre otros elementos, en una factura técnica impoluta, el hawaiano ha optado por realizar un ejercicio de contención exquisito en el que una dirección prácticamente invisible y un trabajo de cámara delicado y preciso se entregan en cuerpo y alma a los verdaderos catalizadores de la emoción: los intérpretes.

El reparto de 'Cuestión de justicia' brilla desde las grandes estrellas que lo encabezan hasta a los secundarios con papeles de menor peso; todos ellos vitales a la hora de dar un empaque especial al conjunto. Aunque, como era de esperar, es el dúo compuesto por Jamie Foxx y Michael B. Jordan, inmensos en su labor, el que roba todos los focos al desplegar un recital repleto de matices, detalles y una química envidiable que transforma las dos horas y veinte minutos de metraje en un suspiro que encoge el corazón.

Lamentablemente, a pesar del fantástico trabajo del propio Cretton y Andrew Lanham, el libreto del filme no logra escapar de la previsibilidad en algunos de sus pasajes. Una simple presentación de personajes es suficiente como para entrever los mecanismos que articularán la narrativa general de la película; aunque, por suerte, nos encontramos ante un mal menor que se compensa con creces a golpe de emotividad.

'Cuestión de justicia' es un magnífico torbellino de sensaciones que nos conduce con suavidad a través del enfado frente a la injusticia, la empatía, la sonrisa cómplice e, incluso, el llanto, y que evidencia la necesidad de continuar reivindicando temas que parecían estar estancados pero que, tristemente, continúan estando a la orden del día. Una muestra perfecta de lo que significa ser efectivo, pero nunca efectista.

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