El cine de Álex de la Iglesia siempre ha estado marcado por su tendencia hacia lo cómico. Es verdad que hay títulos puntuales en los que quedaba prácticamente de lado como 'Los crímenes de Oxford', pero lo más habitual es que tuviera una presencia más o menos fuerte. Curiosamente, su último trabajo hasta ahora que apostaba de forma más directa por ello era 'Perfectos desconocidos', también el mayor éxito comercial de toda su carrera.
Ahora vuelve a apostar por una comedia pura con 'El cuarto pasajero', una película con una premisa que recuerda bastante a la de 'Con quién viajas', otra producción española que pasó algo desapercibida el año pasado. El resultado es una película que combina ciertos lugares comunes y el exceso para dar forma a una divertida road movie en la que brilla Ernesto Alterio.
Muy entretenida
'El cuarto pasajero' nos cuenta un viaje por carretera de Bilbao a Madrid, donde desde el primer momento queda claro que el veterano dueño del coche lleva tiempo enamorado de la joven pasajera con la que lleva varios meses compartiendo trayecto. Obviamente, todo se complica y ahí se agradece esa tendencia al exceso que va complicándolo todo hasta el punto de emparentarla -de forma lejana, eso sí- con la genial y nunca suficientemente reconocida 'Jo, ¡qué noche!' por la concatenación de pequeñas desgracias que van sucediéndole al protagonista interpretado por Alberto San Juan.
Ahí es verdad que 'El cuarto pasajero' nunca esquiva la sensación de que el punto de llegada para la trama central de la película no podría ser más previsible. No hay nada necesariamente malo en ello -quizá sí hay un aspecto clave un poco rancio, pero nada demasiado molesto-, pues aquí la clave es todo lo que va sucediendo a lo largo del viaje, siendo ahí donde mejor funciona el guion que De la Iglesia firma junto a su colaborador habitual Jorge Guerricaechevarría.
Pronto queda claro que 'El cuarto pasajero' tiene dos factores desestabilizadores, pero cada uno con una función diferente. Por un lado, Rubén Cortada es el que complica la vertiente más romántica de la función -y también el menos interesante-, mientras que Alterio es el encargado de convertir un viaje a priori rutinario en una experiencia delirante.
Eso queda claro desde el primer momento en el que se sube al Volvo que conduce el personaje de San Juan y no deja de ir a más según pasan los minutos, con Alterio logrando que el público coja cariño a un liante sin remedio capaz de engatusar a cualquiera que se cruce por su camino. Bueno, siempre y cuando se lo proponga y no actúe como un completo gilipollas.
Tengo muy claro que la experiencia que cada espectador tenga con 'El cuarto pasajero' va a estar muy marcada por la reacción que le provoque este personaje, ya que inicialmente es fácil reconocer en él actitudes de personas capaz de poner de los nervios a cualquiera. La clave está en que no se limite a provocar rechazo en el público y ahí la interpretación de Alterio resulta clave, no tanto para creernos lo que va sucediendo -llega un punto en el que la verosimilitud ni está ni se la espera- como para que disfrutemos con lo divertido que está.
Otros detalles sobre 'El cuarto pasajero'
A ello también ayuda el gran contrapunto que supone el personaje de San Juan, un hombre de actitud cuadrícula al que incluso se le llega a echar en cada su incapacidad para improvisar en cualquier situación. Eso lleva a que su interpretación quizá sea al menos lucida a simple vista, pero a la hora de la verdad es casi tan esencial como la de Alterio para mantenerlo todo sobre ruedas.
Por su parte, Rubén Cortada y Blanca Suárez no destacan tanto, pero sí que cumplen de sobra con lo que la película requiere de ellos, sobre todo durante un tramo final que abraza por completo lo delirante durante un atasco inolvidable en el que De la Iglesia lidia mejor de lo habitual con su tendencia a perder el control de la situación durante los últimos actos de su película. Que bien reciente tenemos aún el desastroso final de 'Veneciafrenia'.
Además, el director de 'Muertos de risa', aún hoy su mejor película, se muestra bastante cómodo aquí equilibrando la diversión, con una tendencia hacia la comedia negra algo más ligera que en otros trabajos de De la Iglsia, con la tensión, la cual gana en importancia con las sucesivas apariciones de actores habituales en su obra como Enrique Villén, Jaime Ordóñez o Carlos Areces. De paso, así añade algo más de picante a la historia central sin que eso afecte al ritmo, bastante fluido para lo habitual en su cine.
Todo eso lleva a que 'El cuarto pasajero' sea una película bastante accesible y con un toque universal que facilita que en esta ocasión sea España la que exporte un producto que se presta a remakes en otras cinematografías en lugar de adaptar aquí productos de éxito en otros países. Eso sí, De la Iglesia no se olvida de llevarse un material así a su terreno para ofrecer una cinta que quizá no tiene el mismo techo de otros trabajos suyos, pero a cambio en ningún momento se pierde el control, ni siquiera en su disparatado desenlace.
En resumidas cuentas
'El cuarto pasajero' es la mejor película de Álex de la Iglesia desde 'Balada triste de trompeta'. Soy consciente de que esta última tiene grandes detractores, pero a mí siempre me ha fascinado, sobre todo por la gran fuerza visual de sus imágenes. Desde entonces su cine me había dejado algo frío con la excepción del genial arranque de 'Las brujas de Zugarramurdi' y el divertido descontrol de 'Mi gran noche', pero la que ahora nos ocupa es igual de graciosa o más y tiene una mayor consistencia.
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