Tenía ganas de ponerme con 'Cuando el polvo se asienta' ('Når støvet har lagt sig'), drama danés que llegó ya hace tiempo a Filmin tras su paso por la televisión del país escandinavo. Su premisa prometedora hacía prever algo intenso en su relato sobre un atentado y sus antes y después del mismo.
La serie comienza de forma impactante. Estamos en un restaurante, navegamos por un mar de conversaciones más o menos triviales cuando de repente ocurre la tragedia. Unos encapuchados cargan a tiros contra todo lo que hay dentro. Un salvaje atentado cuyas víctimas, supervivientes y demás afectados vertebran este drama de diez episodios.
Además de verdad, porque lo que le interesa a Dorthe Warnø Høgh e Ida Maria Rydén, los guionistas responsables de la serie, es el antes, durante y después del atentado en el prisma de sus personajes. No los prolegómenos (que algo hay) pero sí que vemos la vida de personas de diferentes ámbitos durante los días antes del atentado, cómo confluyen sus historias hacia esa fatídica noche y cómo viven y sufren las consecuencias.
Un drama casi costumbrista
Para ello la estructura es clara, con el día del atentado (y su espléndida y turbulenta secuencia) cerrando la primera mitad de la serie. 'Cuando el polvo se asienta' pasa de ser un drama casi costumbrista —de no ser porque hay "flashes" del atentado durante la primera mitad, lo sería por completo— a una tragedia de supervivencia, de consecuencias psicológicas, sociales y políticas de algo de esta envergadura.
Así, desde el primer episodio seguimos la vida de Jamal (Arian Kashef), un joven chaval que necesita obtener el permiso de conducir; Marie (Viola Martinsen), una niña que encuentra una mochila con armas junto a un campo de refugiados; la ministra de justicia Elisabeth (Karen-Lise Mynster), quien tiene que tomar una decisión difícil; Nikolaj (Peter Christoffersen), un chef que quiere comprar el restaurante en el que trabaja; Morten (Jacob Lohmann), un hombre que lucha por intentar controlar a su hijo rebelde; Ginger (Katinka Lærke Petersen), una adolescente sintecho; Lisa (Malin Crépin), una cantante sueca que busca una nueva vida en Dinamarca y Holger (Henning Jensen), un anciano que vive en una residencia y está harto de vivir.
Una coralidad bastante amplia que, para bien o para mal, dispersa algo la serie. Aquí hay que reconocer que el equipo de guionistas sabe darle a cada trama su peso justo y creo que están bastante bien equilibradas. Pero, como suele suceder en estos tipos de series el interés que logres invertir en los personajes y sus vidas es un factor determinante.
Sobre todo porque, entre la cocción a fuego lento y que se cuidan mucho de no acelerar las cosas o mascar demasiado ese "se viene tragedia", hay veces que falta la tensión necesaria para seguir viendo. Por muy bien escritos que estén con ese buen plasmar de la cotidianeidad, esta primera parte de la serie se nota algo dilatada.
Eficaz, pero no eficiente
La propuesta es eficaz, que no eficiente, a la hora de plantear este gran panorama de las diferentes problemáticas entre la población danesa: desde racismo hasta la pobreza, la rebeldía adolescente, los marginados y, en general todo eso que se filtra entre las rendijas de una sociedad en la que no parece haber cabida para los grises y que no deja muchas oportunidades para los que han caído por ellas.
A nivel técnico, 'Cuando el polvo se asienta' es impecable, con una dirección bastante cuidada que engalana esa escuela escandinava que tanto nos atrae. El reparto es sensacional y se mueve muy bien con esa sobriedad tan característica de este tipo de ficciones.
En líneas generales, lo peor que se puede decir de 'Cuando el polvo se asienta' es que su ambiciosa narrativa es dispersa, haciendo que la serie sea menos eficiente de lo que se merece. Creo sinceramente que intenta abarcar más de lo que necesita para un relato que, en definitiva, logra su objetivo de narrar con contundencia este caso.
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