No me cuento entre los muchos admiradores que, cuando se estrenó allá por el año 2000, alabaron hasta la saciedad no sólo la incuestionable belleza plástica de 'Tigre y dragón' ('Crouching Tiger, Hidden Dragon', Ang Lee) sino que se rindieron ante un guión que, a mi modesto entender, podría haberse cuidado algo más en lugar de establecerse como la mera excusa para poner en escena los ballets en los que se convertían las escenas de lucha entre los personajes del filme.
Con todo, sí creo que la poesía que desprendían las imágenes y lo mucho que permanecen en la memoria cinematográfica algunas de las citadas escenas —particularmente me quedo con la que enfrentaba a Chow Yun-Fat con Zhang Ziyi sobre los bambúes— son más que suficientes valores como para convertir en todo un referente del wuxia a un filme cuyo legado, desafortunadamente, queda arrastrado por el lodo en esta muy cuestionable secuela que es 'Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny' (id, Yuen Woo-Ping, 2016).
'Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny', sin poesía
Dirigida por esa leyenda del cine de artes marciales que es Yuen Woo-Ping, esta tardía secuela que los hermanos Weinstein han respaldado y que se estrenaba en Netflix el pasado 26 de febrero, opta por desvestirse de todo el "romanticismo" hacia el género wuxia que rodeaba al producto original para arroparse bajo el manto de una mera producción de acción con muy poco encanto y escuetos reclamos, más allá del interés que pueda suscitar en los amantes del cine asiático el encontrar entre sus filas a Donnie Yen.
El también "legendario" actor, descubierto precisamente por Woo-Ping a principios de los ochenta, encarna aquí a Lobo Solitario, un guerrero formidable que reunirá a un pequeño grupo de héroes dispuestos a impedir que el malvado Hades Dei —al que da vida un de primeras irreconocible Jason Scott Lee— se haga con la espada que da título a la cinta y que perteneciera a Li Mu Bai, el personaje que en la cinta original recaía sobre Chow Yun-Fat.
Intentando ligar ambas producciones más allá de su nombre y de lo esquelético que habría sido reducir la relación a la aparición de la espada, la cinta cuenta también con Michelle Yeoh repitiendo como Yu Shu Lien, un personaje que aquí no es más que mera y desganada comparsa de unos acontecimientos que se narran, precisamente, con falta de garra y energía confiando en que los que a la cinta se acerquen se contenten con dejarse epatar por las secuencias de lucha.
Lamentablemente, éstas son tan corrientes y poco novedosas como el resto de un conjunto que huele y sabe a mil producciones del cine de artes marciales, en el que no resulta complicado rastrear evidentes referencias a, por ejemplo, 'Los siete samuráis' ('Shichinin no samurai', Akira Kurosawa, 1954) y que, en última instancia, deja con un regusto a refrito mal cocinado que, de cuidarse algo más, podría haberse desprendido del halo de copia mal generada y poco afortunada de su predecesora que termina impregnándolo todo.
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