“Hay una enfermedad en el corazón de los hombres. Su síntoma es el odio. Su síntoma es la rabia. Su síntoma es la furia. Su síntoma es la guerra. La enfermedad es la emoción humana”.Padre (Sean Pertwee)
Nueve años después de su estreno en Estados Unidos, ‘Equilibrium’ es ya una consolidada película de culto. Pero aún sigue inédita en España. No ha llegado a los cines ni puede comprarse en DVD, pese a ser un thriller de acción protagonizado por Christian Bale. Cosas de la distribución, ese negocio tan oscuro. Por desgracia, esto es algo de lo más común, aunque por lo general el aficionado corriente solo lo descubre cuando afecta a alguna película protagonizada por una de sus estrellas favoritas. El camino del cinéfilo (y del cinéfago) en este país está plagado de obstáculos, los estrenos llegan con retraso (muchos tardan meses, otros años, otros no llegan…), en la mayoría de cines solo proyectan películas dobladas (cargándose mucho más que las interpretaciones, también el tono del relato, pues las voces, como parte del sonido, influyen en el ánimo del espectador) y el mercado del cine doméstico es sencillamente lamentable. Por fortuna, nos queda Internet. Y no solo para descargar esas películas que no nos llegan, sino también para poder adquirirlas en tiendas de alcance internacional, cuyo catálogo incluye ediciones especiales y montajes extendidos que tampoco se venden en nuestro país.
Compré el DVD de ‘Equilibrium’ en un viaje a Londres, por solo 5 libras (5,7 euros), todavía con el buen recuerdo que me había dejado el primer visionado. La he vuelto a ver recientemente para cumplir con vuestra petición en esta sección de “críticas a la carta”, y me quedo con dos grandes conclusiones: la primera es que se trata de una película muy sobrevalorada, sospecho que por gente joven que ha visto poco cine (y que por tanto, se sorprende y se maravilla fácilmente); la segunda, que a pesar de todos sus defectos, la película entretiene. Y aquí voy a aclarar algo que me va a separar aún más de la numerosa legión de fans que tiene ‘Equilibrium’ (con una valoración de 7,7/10 en IMDb), resulta entretenida a pesar de las escenas de acción. Es el aspecto que más se destaca de la película, y desde luego llama la atención cuando la ves por primera vez, pero a mí más que ver las inverosímiles acrobacias de un tipo que masacra gente con extrema facilidad, me interesa el drama de alguien que descubre su humanidad en un mundo donde las emociones están prohibidas. Al estar más centrada en la acción, esa otra faceta queda en segundo plano, pero resulta suficiente para despertar curiosidad por el desarrollo de los acontecimientos.
Escrita y dirigida por Kurt Wimmer (en 2006 intentó repetir la jugada con ‘Ultravioleta’ y le salió el tiro por la culata), mucho más activo como guionista (‘Esfera’, ‘Salt’...) que como realizador, ‘Equilibrium’ nos traslada a un futuro distópico situado en los primeros años del siglo XXI (patinazo típico de muchas películas de ciencia-ficción), tras una III Guerra Mundial que ha devastado el planeta. El conflicto ha dejado una sociedad (da a entender que es la única que ha quedado en pie) que culpa a las emociones humanas del odio y las guerras, del mal que ha destruido civilizaciones, llegando a considerarla una enfermedad que debe ser erradicada. Para ello se crea una droga llamada “prozium”, que todo ciudadano debe consumir regularmente, convirtiéndose en un ser pacífico, apático, inexpresivo, inofensivo. Todos iguales, marionetas. Por supuesto, la droga es impuesta, necesaria para mantener un férreo control, así que todo aquel que se niega a tomarla es acusado de “ofensa sensorial”, crimen que se castiga con la muerte. Como defensor último del sistema, se crea una unidad de guerreros de élite, a los que se conoce como “clérigos”, expertos en un sofisticado arte marcial que combina las armas con el combate cuerpo a cuerpo, el “Gun Kata”.
Estos formidables asesinos actúan cuando la policía se muestra incapaz de acabar con los grupos de insurgentes, o cuando se trata de investigar a los ciudadanos sospechosos de “estar sintiendo”; cabe destacar que al querer evitar eso, también se considera prohibido todo aquello que nos hace sentir, que nos emociona, por lo que cualquier obra artística es destruida. Después de una breve introducción sobre el contexto de la trama, ‘Equilibrium’ arranca con una secuencia que nos presenta el modo de actuar de uno de esos clérigos, matando con rapidez y suma eficacia incluso sin necesidad de luz (los disparos nos permiten ver lo que sucede), lo cual es sin duda un gesto para la galería, pues más adelante comprobaremos que aniquila sin problemas a plena luz del día y aunque se enfrente a decenas de hombres armados. Eliminados los rebeldes/terroristas/“ofensores sensoriales”, el clérigo, John (Bale), intuye dónde se escondía material prohibido, y tras comprobar su veracidad, se quema todo al instante (ojo a la copia de ‘La Gioconda’, casi esperas que se partan de risa al verla). De vuelta a casa, John habla con su compañero, y descubre que hay algo raro en él, que ya no es como el resto. Pronto lo encara en las afueras, leyendo en una iglesia abandonada (un buen detalle), y no tiene más remedio que matarlo. Pero algo se ha despertado en John, que deja de consumir su dosis de “prozium”...
Resulta evidente para cualquier aficionado al género que ‘Equilibrium’ bebe de clásicos como ‘Un mundo feliz’ (‘Brave New World’, Aldous Huxley), ‘1984’ (George Orwell) y ‘Fahrenheit 451’ (Ray Bradbury) para la construcción de la sociedad del futuro, del mismo modo que se sirve de la popular ‘Matrix’ (1998) para el diseño del vestuario y la planificación de las vistosas escenas de acción, en las que sin embargo no hay sitio para el famoso “bullet time”. Una mezcla explosiva a la que Wimmer no consigue sacar todo el partido, siendo patente que centró sus esfuerzos en la espectacularidad de las peleas y los tiroteos del clérigo, descuidando la coherencia de un mundo ficticio lleno de grietas, que se derrumba a poco que uno se ponga exigente. De entre los sinsentidos del relato, aparte de los deficientes sistemas de control, clama al cielo que un clérigo, el mayor protector del sistema, que presume (pese a que no deberían ser arrogantes, ni tampoco hacer bromas) de captar enseguida cuando alguien está sintiendo, sea incapaz de interpretar una señal tan clara como el robo de un libro (que no cabe en el bolsillo del uniforme, hay que ser idiota), por no hablar de querer salvar a un perrillo con la excusa de investigar enfermedades (posiblemente el momento más delirante del guion).
Tampoco tiene demasiado sentido que en un nación de este tipo se permita el matrimonio y el cuidado de los hijos, siendo más lógico (al menos para un servidor) que los individuos viviesen solos y los niños fueran criados desde su más tierna infancia por el estado, atendiendo a las necesidades y los recursos disponibles. Pese a todo, los agujeros del guion, el disparatado “Gun Kata”, o las carencias presupuestarias que revelan los escenarios (la película costó 20 millones de dólares, de los que apenas recuperó 5 en taquilla), ‘Equilibrium’ funciona, al menos lo justo para quedarte a verla, pendiente del destino del clérigo rebelde. Fundamentalmente por el trabajo de un convincente Christian Bale, creíble en las escenas de acción y acertado viviendo el cambio interior que transforma al protagonista (sigo sin entender los infundados prejuicios que despierta este formidable actor, que por supuesto tiene sus tropiezos, como todos), y muy bien secundado por un elenco en el que destacan Sean Bean, Emily Watson, Taye Diggs, Sean Pertwee, Angus MacFadyen, William Fichtner y Dominic Purcell, en un breve papel. Cumple sin más Klaus Badelt con una música tan mecánica como efectiva en el subrayado de los momentos dramáticos o intensos, reforzando la conclusión de que esto es mucho más simple de lo que se ha querido ver.