Críticas a la carta: 'El último Boy Scout'

Críticas a la carta: 'El último Boy Scout'
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Pero ahora en los ’90, no puedes coger a un tío y partirle la cara. Tienes que decirle primero algo chulo, ¿comprendes?». Joe Hallenbeck.

‘El último Boy Scout’ (‘The Last Boy Scout’, 1991) es una comedia de acción de Tony Scott en la que Bruce Willis interpreta a Joe Hallenbeck, un policía retirado que ahora ejerce de detective de mala muerte mientras sobrevive de cualquier manera a su propia desidia y a una situación familiar insostenible. Un compañero le traspasa la protección de una bailarina y esta misión, que parece pan comido, se complica de tal manera que el novio de esta joven y él acaban investigando una trama de corrupción que les lleva hasta alturas insospechadas.

Lo que ‘El último Boy Scout’ tiene de especial, lo que la ha hecho perdurar y ser recordada es el pasotismo de su protagonista, así como tono desenfadado y ligeramente cómico con el que se afronta la premisa argumental. Los diálogos de Shane Black, cargados de frases humorísticas que golpean con ingenio suponen la mejor baza del film. La cita con la que abro esta crítica lo resume y representa todo, pues claramente se está refiriendo al cine, como si el personaje se saliese por un momento de la película para hablar directamente sobre ella.

Nadie hay mejor para darles voz a estos míticos one liners que Bruce Willis, quien, con su sonrisa sardónica y su fingida indiferencia va pasando por la película aportándole todo lo que por cualquier otro lado podría faltarle en un semi one-man-show en el que los acompañantes solo están para darle la réplica. De todas formas, Willis no actúa con un tono abiertamente cómico, sino que dice sus frases jocosas como si fuesen serias, como quien no quiere la cosa. Su voz susurrante es mucho más monocorde que la de Ramón Langa, quien, en el doblaje, eleva el tono hasta una comicidad más evidente.

El último boy scout

La trama es solo una excusa

Una trama bastante convencional, que arranca como un caso sin importancia y va cobrando envergadura a modo de bola de nieve, pero sin altibajos, sorpresas ni juegos con la estructura o el argumento; sirve como telón de fondo de lo que realmente interesa: la mencionada actitud de los protagonistas.

Las escenas de acción no son muy abundantes ni espectaculares. La persecución cercana al final resulta entretenida de ver, pero de nuevo más por el comportamiento de los personajes que por la acción en sí. La fotografía muy contrastada y en tonos azules u ocres, ya habitual en Tony Scott —tanto como los flous o los ventiladores—, es lo que mejor ha aguantado el paso del tiempo, no así el ritmo global de la película que, en ocasiones —especialmente cuando se centra en cuestiones familiares—, se me hace pesada.

El título del film ya nos indica sin tapujos que nos vamos a encontrar con una aproximación hacia el protagonista que podríamos calificar de muy «estadounidense». A pesar de que es un «tirao», Hallenbeck es un héroe, un patriota, un auténtico boy scout, ya que en su día salvó al presidente y ya que (spoiler) aquí antepondrá la integridad de un candidato a senador a sus propios odios y rencillas (fin del spoiler). Poco necesitamos aquí ese fondo del retrato para seguir viéndolo como el carismático protagonista, pues ya nos ha ganado con su actitud, pero difícil es hallar la película de este estilo que no lo tenga. El director, aun siendo británico, no tiene problemas para amoldarse a estas concepciones de la heroicidad.

El último boy scout

Buddy movie

Las buddy movies o películas de compañeros no son tan diferentes de las comedias románticas. Las reglas son más o menos las mismas: es imprescindible que se produzca una química entre los dos protagonistas y que cada uno tenga suficiente carisma como para aportar a la pareja sin anular al otro. Al principio suelen odiarse e insultarse, lo cual dará pie al interesante intercambio de pullas que tan bien funciona como diálogos a ritmo de partida de ping-pong, para acabar queriéndose.

Si lo que analizamos es esa química, el resultado es que Joe Hallenbeck y Jimmy Dix funcionan juntos, pero no tan bien como Riggs y Murtaugh en ‘Arma letal’, como Tango y Cash en el film homónimo, como en Wally Karue y Dave Lyons en ‘No me chilles que no te veo’ o, si quisiéramos, Butch Cassidy y el chaval Sundance en ‘Dos hombres y un destino’, así como tantas otras parejas de hecho que han perdurado por encima de cada uno de sus miembros o de lo que contaban las películas que los unieron.

En ‘El último Boy Scout’, antes que un dúo de buddy movie, parece que encontramos a un héroe y su side-kick —que se podría traducir por «compañero», «compinche» o «secundario»—. Damon Wayans, hermano de los creadores de ‘Scary Movie’ y sus secuelas, resulta guapo y simpático, pero quizá no tiene el carisma suficiente para estar a la altura de Willis y completar una pareja cómica. Por lo tanto, lo que parece ser un intento de creación de una franquicia, no dio buen resultado y no tuvo títulos subsiguientes.

El último boy scout

Conclusión

‘El último Boy Scout’ probablemente ha crecido en el recuerdo de muchos a lo largo de estos veinte años y no obtendría, tras un visionado actual, el mismo cariño que la memoria le quiere guardar. Se trata de una buddy movie en la que los golpes de los diálogos y la actitud pasota tienen mucha mayor importancia que la trama de fondo. Muchas de sus frases se han convertido en inolvidables y eso ya merece, por lo menos, algo de respeto.

En los comentarios podéis elegir y votar la película que deseéis para la próxima edición de ‘Críticas a la carta’.

Mi puntuación:

2,5

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