Críticas a la carta | 'Cuenta conmigo', de Rob Reiner

Lo prometido es deuda,portalpa..

+ 1 como una casa para Melville.

Carlesponja espero que no lo vayas dejando,merece la pena;yo no tenía ni idea de la filmografía de este señor y cuando vi la primera ya no pude parar,las vi todas seguidas y me metió totalmente en el bolsillo.Desde entonces lo adoro.

Sabía que podía contar contigo xD

Maravilla sí señor! Hice un trabajo de análisis sobre esta película sacando la máxima nota posible en la universidad. Voto por 'El ejército de las sombras'. Inmensa. (A partir de ahora insistiré contigo) Me he prometido ver la filmografía entera de Melville. Espero dejarme de mierdas y hacerlo cuanto antes. Saludos!

Muchas gracias carlesponja por tu apoyo. De Melville aparte de esta me he visto la trilogía del samurai - El silencio de un hombre (Le Samourai), El círculo rojo (Le cercle rouge) y Crónica negra (Un flic). Tengo pendiente para ver en breve El Confidente (Le doulous).

Si tienes el trabajo colgado en INTERNET y no tienes problema en pasarme el link me gustaría leer tu análisis.

A ver si se pasa Gustaffson (no se si esta bien escrito) por aquí y nos apoya.

jaja,nos hemos cruzado.Ahí tienes mi apoyo,que te creías que me iba a faltar tiempo?,)

A mí también me gustaría leerlo

Buff jeje, ahora es cuando me entra el corte y digo que el trabajo no es tan bueno, que realmente no lo es. No lo tengo colgado en internet pero voy a hacer otra cosa, lo copio y lo pego aquí directamente. Me alegra que te interese.

Muchas gracias carlesesponja. Lo acabo de leer, la próxima vez que vea la película me será de gran ayuda lo que comentas sobre la puesta en escena para ver la película de otra manera.

Saludos carlesesponja.

‘El ejército de las sombras’(1969) de Jean-Pierre Melville

El ejército de las sombras supone el undécimo y antepenúltimo largometraje como director de Jean-Pierre Melville, que vuelve a deleitarnos con una cruda historia durante la Francia ocupada por el ejército Nazi, un tema muy repetido en la filmografía de este mítico director, ya que vivió esta experiencia en primera persona. La película plasma al cien por cien el famoso dicho de “a buen entendedor, pocas palabras bastan”. Pocas palabras y pocas imágenes, puesto que Melville nos sumerge de lleno en la trama en pocos minutos y utilizando contados planos y contadas palabras, cargándola de silencios muy significativos, música, sonidos y escenarios lúgubres y sombríos, planos de todo tipo y miradas profundas, dándole así un mayor suspense y misterio, demostrando una soberbia puesta en escena y una poderosa y cuidada fotografía, así como un inteligente guión y una inteligente manera de introducirnos en el film. Nada es gratuito ni con afán de sobrecargar audiovisualmente el relato. Todo lo contrario, los planos y los movimientos de cámara son largos y lentos, logrando un ritmo que concuerda a la perfección con la historia que nos está contando, dándole así un mayor realismo, algo muy característico del cine noir (polar) francés. Se trata de una película seria y un sentido homenaje a muchas personas anónimas que combatieron en la resistencia francesa contra la ocupación nazi, de la que Melville formó parte al igual que Joseph Kessel, el autor de la novela homónima en la que la película está basada, que además colaboró en el guión de la misma. Esta realidad vivida en primera persona por Kessel y Melville es algo que influye directamente en la realización y la calidad del film y eleva el realismo y la sobriedad de la obra a un nivel sobresaliente.

Argumento, protagonista(s) y ‘amistad’.

Drama sobre los horrores de la guerra y decisiones difíciles de tomar. Melville nos traslada a una sombría Francia ocupada por el ejército Nazi en el año 1942, y nos cuenta la historia de varios miembros de la Resistencia Francesa y sus importantes cometidos durante este período, luchando por la libertad. Comenzando con el arresto y encierro de Philippe Gerbier, del que descubriremos a medida que avanza el relato que se trata de uno de los líderes de la resistencia, y continuando con las acciones que lleva a cabo al escapar: reunirse con otros miembros de la Resistencia, vengarse del hombre que le delató y continuar con su arriesgado trabajo y tomando importantes y duras decisiones. Aunque la historia se cuenta desde el punto de vista de varios personajes, que tienen mucha importancia y van apareciendo en la historia después de la secuencia inicial, el principal protagonista es Philippe Gerbier, un tranquilo ingeniero civil que realmente es uno de los verdaderos líderes de la Resistencia. El protagonista principal, magistralmente interpretado por Lino Ventura, tiene una personalidad que representa a la perfección el típico perfil de personaje de cine noir, al tratarse de un hombre misterioso, tranquilo y afable a la par que directo y frío, inteligente, calculador, cuidadoso, meticuloso y fiel a sus ideales. Es capaz de cualquier cosa para alcanzar su objetivo y sus métodos, forzados por el hecho de ser un líder de la Resistencia anti-nazi en tiempos de guerra, no siempre de su agrado, pero sí necesarios. Actúa en las sombras, evitando llamar la atención. Los miembros de la resistencia son compañeros de trabajo, que comparten un mismo ideal de libertad y persiguen una misma causa. Se tratan con respeto y confianza, pero manteniéndose distantes por conveniencia, aunque desarrollando afecto los unos con los otros (emotiva la escena en la que Mathilde le da la mano Philippe, que escapa por segunda vez gracias a la intervención de ella). No hay tiempo para la amistad en esos tiempos tan duros. Los protagonistas dejan de ser ellos mismos para entregarse en cuerpo y alma a una causa, dejando las emociones al margen, pues el tema de la confianza y la lealtad y la delgada línea que las separa de la traición y la desconfianza es uno de los puntos fuertes en la historia. Hay que saber en quien confiar y hay que ser muy cuidadoso. En la película vemos como Philippe es traicionado por alguien cercano, otro miembro de la resistencia, y es arrestado. Cuando consigue escapar, su primer paso será vengarse de aquel que en otro tiempo fue alguien cercano, ordenando su asesinato. La muerte es un elemento que está presente en la totalidad de la película y actúa prácticamente como un personaje más, puesto que el espectador la presiente en todo momento y crea un palpable nerviosismo y agonía plenamente logrados gracias a la realización de Melville, que logra intencionadamente transmitirnos con fidelidad el hecho real que fue la Segunda Guerra Mundial sufrida por unas personas normales y corrientes que se sienten obligados a reaccionar sabiendo de lo difícil y duro que va a resultar tomar esta decisión.

Puesta en escena

La primera escena de la película ya nos define a la perfección cómo va a ser el resto del metraje y supone una inmejorable manera de introducirnos en la historia. Aunque a simple vista pueda parecer un sencillo plano de un desfile militar, merece interpretarse como un brillante ejercicio de puesta en escena porque contiene más de lo parece. Es un comienzo que desprende el pesimismo, la tristeza, la agonía, la crueldad, lo insoportable y la lentitud de una guerra injusta y nos sitúa en una sombría y vacía (sólo vemos a los soldados) Francia que ha sido ocupada por el temible y cruel ejército nazi, todo ello en un solo plano. El perfeccionista y cuidado encuadre del Arco del Triunfo, así como la acción que es este se desarrolla, demuestra una gran planificación. Todo está medido: los primeros cinco segundos antes de que los soldados entren en el plano, en los que solo vemos el Arco del Triunfo de París mientras escuchamos unos pasos y tambores que aumentan en sonido a medida que se acercan hasta que finalmente aparecen por la izquierda y comienza a sonar la música de orquesta, el punto donde los soldados giran y continúan su marcha acercándose en el encuadre, pasando así de un gran plano general a un plano general y acabando en un plano medio del primer soldado, acompañado de un sutil movimiento de cámara hacia abajo. Todo ello supone una clase magistral de cómo rellenar un plano prácticamente fijo, de más de un minuto de duración, con mucho contenido tanto visual como narrativo, sin resultar pesado o incoherente. El ritmo del plano nos define el ritmo con el que Melville nos va a contar una historia dura, áspera, directa y sombría sobre la Resistencia francesa, por un lado pausado, lento y agónico, y por otro trepidante y cargado de emoción. Hay quien argumenta que una película con pocos movimientos de cámara y pocos efectos especiales o escenas de acción es un película con una puesta en escena sencilla o pobre, pero también hay que tener en cuenta que la necesidad de incluir este tipo de secuencias depende de el efecto que se quiera lograr y las sensaciones o emociones que se quieran transmitir. Es en este caso donde es más meritorio el trabajo de Melville, un director de sobrado talento, que prefiere crear una atmósfera más realista, más pura, más oscura y más sobrecogedora utilizando muchos planos fijos y sutiles y breves movimientos de cámara en lugar de utilizar planos y escenas más dinámicos y vistosos, que son más propios de otros tipos de géneros cinematográficos. Llena de matices y detalles que pasan desapercibidos si no nos sumergimos al cien por cien en la película, y que resultan muy eficaces teniendo en cuenta el tema que se está tratando. Melville consigue que lo narrativo case con lo visual de una manera muy notoria, gracias a estas y otras decisiones acertadas como es la ambientación. Las desérticas y grisáceas calles, casas y edificios desprenden tristeza y soledad. Los paisajes boscosos así como la lluvia o los húmedos calabozos consiguen transmitir ese aire gélido y lúgubre del que tanto precisa la película para lograr un acertado realismo. También la música tiene un importante papel, ya que ayuda a construir una envolvente atmósfera melancólica. La cinta se mueve sin prisa pero sin pausa, dejando tras de sí toda una colección de planos y encuadres de una enorme calidad estilística. La realización y puesta en escena de Melville crea una atmósfera muy lograda que incomoda al espectador y le lleva a compartir esas emociones y sensaciones que sienten los personajes. Una escena que llama mucho la atención en cuanto a puesta en escena y que merece comentarse, la encontramos casi al final de la película, cuando arrestan de nuevo a Philippe. La escena en cuestión sucede en la celda donde Philippe y otros prisioneros esperan agónicamente después de ser arrestados. Melville crea una situación muy emotiva en la que unos aterrados prisioneros que esperan lo peor comparten un paquete de cigarrillos que se van pasando de uno a otro. Es un momento tan desesperanzador como esperanzador, que desprende una gran humanidad. Es una de tantas grandes escenas de Melville, que sabe cómo aprovechar un espacio reducido y llenarlo de todo tipo de matices muy significativos que le dan a la escena un gran valor visual, narrativo y argumental. La primera parte de esta escena transcurre en silencio, un elemento muy característico y esencial en el cine de Melville, que siempre está dotado de tanto significado y contenido como las escenas habladas, y se respira el miedo y la agonía de unos prisioneros que afrontan una muerte segura con posición firme pero dejando ver, por la expresión de sus rostros, la difícil situación en la que se encuentran. De entre todos estos rostros desencajados sorprende la serenidad de Philippe, que ofrece sus cigarrillos a los demás prisioneros en un bonito gesto con intención suavizar la situación, de hacerles sentir mejor aunque sólo sea por un momento, de hacerles ver que son unos héroes que han dado su vida por una causa noble y que se sientan orgullosos por ello. Este “pequeños” detalles se repiten una y otra vez en la película en los que Melville demuestra que se trata de un retrato muy personal y desgarrador.

Elipsis

Melville recurre continuadamente a la utilización de elipsis durante toda la película, algo muy necesario para ahorrar tiempo ya que la historia es larga y requiere de muchos saltos temporales y espaciales. La manera en que Melville utiliza esta técnica es muy acertada, puesto que evita mostrar contenido de más y escenas gratuitas, y nos lleva de escena en escena sin que nos demos cuenta del vacío (necesario) que ello conlleva, mostrándonos lo más relevante de la historia. Apreciamos varias elipsis en toda su esencia, muy logradas e inteligentemente utilizadas en la secuencia del arresto de Jean-François Jardie, uno de los principales protagonistas. La primera elipsis la vemos cuando está escribiendo una carta en la que anuncia que no participará en una misión de la Resistencia, que recita en voz en off desde que entra por la puerta hasta que se sienta en la mesa a escribir, por lo que ya no es necesario mostrar el tiempo que emplearía en escribirla, y se enlazan directamente la escena en la que empieza a escribir con la escena en la que termina la carta. Lo mismo sucede a los pocos segundos. Al terminar la carta se dispone a elaborar otra anónima recortando las letras de un periódico, y se vuelven a enlazar seguidamente la escena en la comienza a recortar con la escena en que ya tiene el anónimo terminado. La siguiente elipsis la vemos en el momento de su arresto. Jean-François es esposado a una silla, donde es interrogado y luego amenazado, e inmediatamente después de esta escena se pasa a otra en la que vemos en primer plano el rostro de Jean-François, que está inconsciente y con la cara llena de brutales golpes. Es una manera en la que Melville evita mostrar la ‘violencia gratuita’ que tanto se critica del cine. En cuanto a elipsis espaciales y espacio-temporales, también vemos muchas a lo largo del film, puesto que los personajes viajan mucho y se mueven constantemente debido a que el arriesgado trabajo que realizan así lo requiere, y Melville debe hace uso de esta técnica. Las vemos claramente en los trayectos en coche, que son varios los que suceden durante la película. El primero, en la secuencia inicial (justo después de la escena del desfile militar) en la que transportan a Philippe arrestado, que Melville nos introduce con un planificado gran plano general en el que vemos una larga carretera que atraviesa por el medio del campo (sostenido durante unos segundos mientras aparecen los créditos iniciales) en la que poco a poco va apareciendo el coche, al que se le sigue con la cámara en una lenta panorámica horizontal a medida que se acerca en el encuadre, junto con un acercamiento de la cámara al objeto, pasando a ocupar la totalidad de la imagen. Seguidamente, las escenas en las que vemos el coche por fuera se van alternando con las que vemos a los personajes dentro del coche, quedando así la elipsis más imperceptible y llevadera. También sucede esto en las siguientes escenas de trayecto en coche.

Me gusta, creo que está bien en detalle y dinamismo, describe de forma precisa y con ritmo. Gracias, carlesponja

¡Miz hogos!

¡Oh,Capitán, mi Capitán! Otro voto más para esta pequeña joya

voto por "El club de los poetas muertos"

OK, yo también voto con esa película estadounidense con vocación inglesa ;D

yo también voto por el club de los poetas muertos

Apoyo a Batman en su estado Unleashed ! (?)

Otra para American Psycho

voto por American Psycho

También voto por American Psycho!!

+1 a American Psycho

Pues ya que River Phoenix está por aquí, no estaría mal (si no se ha hecho ya) una de La Costa de los Mosquitos.

No sé si es tu sentido del humor Punkmoderno o lo dices en serio. Apoyo Lola Montes para ver si así entiendo por qué es considerada como una de las mejores películas de la historia.

No creo que sean tan pocos. La primera con Malcolm McDowell me gustó. En general, las ideas que se manejan en Star Trek me parecen interesantes, sobre todo en las películas clásicas, pero, por algún motivo, hay cosas bastante mejorables en el desarrollo de las mismas.

"Odio a Wiiiiiill Wheeeeeeeaaaaaatonnnnn!!!" No, ahora en serio. Maravillosa película con unos protagonistas fantásticos. Hace muchísimo que no la veo pero la recuerdo con mucho cariño, como si fuese ayer que la vi.

Yo también voto por "Ladrón" del gran Michael Mann.