Absolutamente nadie esperaba que 'Ocho apellidos vascos' fuese a lograr el éxito que tuvo. Esos 55 millones de euros recaudados la convirtieron en la película española más taquillera de todos los tiempos en nuestro país -la cosa cambia si tenemos en cuenta la recaudación mundial, ya que 'Lo Imposible' o 'Los Otros' superan entonces con holgura a la comedia protagonizada por Dani Rovira-. Pronto llegó una secuela, la muy inferior 'Ocho apellidos catalanes', y parecía que la franquicia iba a quedarse ahí.
Sin embargo, Mediaset vio una oportunidad de oro para seguir exprimiendo el valor de esa marca cambiando el título a un largometraje de Álvaro Fernández Armero que se había rodado bajo el título de 'Casi familia', aunque el director insiste en que inicialmente se concibió como 'Ocho apellidos marroquís', se cambió por si había posibilidad de hacer una nueva secuela con el reparto original pero acabó volviéndose a ese controvertido título.
Es evidente que detrás de ese movimiento, se produjera cuando se produjera, existe un claro ánimo comercial. Pronto tendremos datos al respecto, pero lo que sí está claro es que su única conexión con la franquicia escrita por Borja Cobeaga y Diego San José es su título y que también es una comedia. Una no especialmente buena, pero sí mejor de lo que esperaba.
Muy obvia
Por mi parte, no puedo evitar ver en 'Ocho apellidos marroquís' una comedia sobre unos votantes de Vox -también me vale que sean del PP pero que en realidad estén deseando apoyar al partido liderado por Santiago Abascal- que viven una curiosa aventura que les hace descubrir que el racismo está mal. Una muerte es el detonante para que el guionista Daniel Castro construya una comedia que nunca se complica y va siempre de frente, aunque eso lleve a que la película acaba siendo más simple que el mecanismo de un chupete.
Estoy seguro de que algunos espectadores van a odiar 'Ocho apellidos marroquís', ya que es una película que ningún caso busca incordiar, ofrece un uso del humor bastante inofensivo y se centra en elementos meramente superficiales a la hora de construirlo todo. Eso es algo que en cierta medida también podía decirse de las dos películas protagonizadas por Rovira y Clara Lago, pero la primera tenía un encanto particular, fruto en buena medida del efectivo trabajo en el guion de Cobeaga y San José. Aquí eso es algo que se intenta pero que en todo caso se consigue en momentos puntuales, pero sería injusto no destacar que hay algunas situaciones y bromas divertidas. Al menos siempre que uno tenga claro a qué se está jugando aquí.
A ello ayuda que Armero sea un director que ha demostrado en repetidas ocasiones que sabe moverse con soltura en este género, algo que incluso se nota en trabajos suyos menos conseguidos como 'Si yo fuera rico'. En el caso de 'Ocho apellidos marroquís', Armero logra dar cierta unidad a una película que en lo narrativo parece empeñada en avanzar a trompicones, algo que se va haciendo más patente a medida que pasan los minutos. También es entonces cuando se nota más que importa cero la credibilidad de la historia siempre que encaje tanto en las necesidades para proponer nuevos cómicos o en el arco que mencionaba antes.
Por eso, echar por tierra 'Ocho apellidos marroquís' sería muy sencillo, ya que es una película oportunista de forma indirecta y no hay nada en ella realmente memorable. Sin embargo, el esmero de Armero no es lo único que tiene a su favor, ya que hace años que Julián López viene demostrando ser uno de los mejores actores cómicos de nuestro país. Eso por sí mismo no es garantía de nada -todavía me acuerdo de ese horror que fue 'Perdiendo el este'-, pero bien acompañado ha sabido elevar el nivel de títulos como 'Operación Camarón'. Algo parecido pasa aquí.
Desde el primer momento queda claro que 'Ocho apellidos marroquís' va a ser un poco el show de López, pero también que va a haber espacio para otros actores, sea con poco más de un cameo, como sucede en el caso de Antonio Resines, o con una acertada Elena Irureta, quien entiende muy bien lo que el personaje requiere y juega muy bien con ella. Michelle Jenner sí que quizá se queda un poco atrás en lo puramente cómico, pero su talento lo compensa, mientras que la poco conocida María Ramos muestra bastante soltura en un personaje que parecía condenado al desastre y que logra salvar bastante bien.
A eso hay que sumarle que hay alguna broma de Castro bastante acertada, como esos temores que muestran los marroquís a la hora de ir a vivir a España, y que tampoco se mete en berenjenales que se carguen la película. Aquí es todo bien sencillito para intentar que sea una de esas comedias que llegue a todo tipo de público. A fin de cuentas, la idea principal detrás de estos 'Ocho apellidos marroquís' es petarlo en taquilla y a poder ser que el público pase un rato entretenido con ella.
Eso sí, esa baza del título puede volverse muy en su contra y generar desconfianza hacia una película que nunca debería haberse llamado así. Y lo digo siendo consciente de que algo más que 'Ocho apellidos catalanes' sí que me ha gustado, en parte por ese toque de parodia que nunca potencia del todo pero que siempre está presente en mayor o menor medida. Con todo, me temía lo peor y ha acabado siendo un poco sin más.
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