La primera temporada de la serie 'Creepshow' ha llegado a España a través de Atresplayer y aunque es algo humilde y en ocasiones casera, es un evento a celebrar. La muerte de George A. Romero significó a muerte e cierta forma de entender de terror no solo como una herramienta para satirizar la condición humana, sino como celebración del espíritu de Halloween, del relato corto de terror de tebeo llevado al cine.
Ni la Amicus ni la magnífica 'Historias de la cripta' (Tales From the Crypt, 1998-1997) lograron captar tan bien el alborozo de lo grotesco que escondían las páginas de los cómics EC como la película 'Creepshow' (1982).en la que el director de Night of the Living Dead (1968) y Stephen King lograron trasladar el colorido mundo de sangre, muertos vivientes vengativos y justicia poética monstruosa directamente de la viñeta a la pantalla, en un artefacto pop en el que, desde las animaciones a las tipografías, reflejaban un estado de ánimo de éxtasis ante el terror como diversión y artefacto visual.
Es curioso que, mientras el revival de 'Tales from the Crypt' quedó atascado, la adaptación apócrifa de esos cómics vea ahora salida en forma de serie, un concepto difícil hecho realidad gracias al escenario de una lucha de plataformas de streaming. Así, este esfuerzo de Greg Nicotero —discípulo aventajado de Tom Savini con devoción por George Romero— rinde homenaje a una de sus primeras oportunidades en el medio, antes de que la vampirización del universo de Romero en 'The Walking Dead' (2010-) le convirtiera en un director y productor de renombre en la televisión.
Un cariñoso homenaje que funciona como museo del monstruo
Lo cierto es que, si bien Nicotero hizo vagos favores en las últimas películas del creador del muerto viviente moderno, ahora envuelve su fervor a modo casi de homenaje póstumo con una serie modesta pero que, en ocasiones, toca las teclas adecuadas. En forma de episodios dobles, 'Creepshow' trata de rescatar el espíritu de la película a base de retratar pequeñas historias de terror en las que lo visual tiene un papel tan fundamental como la propia trama.
Sin imponer trasfondos sociales obligados como la reciente 'Two Sentence Horror Stories' (2019) o tratar de buscar las raíces del terror en la era de internet, sus cuentos adaptan a Stephen King o su hijo Joe Hill —una curiosa cuadratura del círculo para el niño que leía los tebeos en la primera adaptación— y a muchos otros autores, con una clara voluntad retro, con cortinillas de viñetas de cómic y la introducción de las historias por el creeper de las primeras cintas.
'Creepshow' no es ni más ni menos que una expresión de la necesidad de relocalizar el terror de cápsulas y voluntad artesanal. Familiar a la reciente y festiva 'Nightmare Cinema' (2018), una antología que anteponía el espíritu festivo y los efectos especiales tradicionales a sus propios recursos, la serie de Nicotero deja ver muchas de sus carencias en su puesta en escena, óptica y grano digital y localizaciones de interior, que a en algunos episodios resuelve con dignidad pero sin poder escapar de su condición de producción para cierto público dispuesto a perdonar todo por su galería de monstruos de látex y blandiblub, o sus diseños sacados de tebeos y animatronics alucinantes.`
Más alejada del tono del original de lo que cree
En realidad, el espíritu es el mismo que el de la serie “oficial” de Creepshow en los ochenta, la imprescindible 'Historias del más allá' (Tales from the Darkside, 1983- 1988), en la que Romero y Tom Savini expandieron el concepto de la película a serie regular sin poder usar la marca por problemas de propiedad. Más similar aún es con su película oficial —la verdadera 'Creepshow 3'— y la serie que continuó a aquella con el mismo equipo y menos medios, 'Monsters' (1988-1990).
El resultado en conjunto es muy irregular, con un desequilibrio entre segmentos demasiado acusado y una selección de historias que van desde lo sencillo y exquisito a lo rebuscado y torpe. 'Creepshow', la serie podría, o debería, ser mucho mejor, pero como es la única de sus categoría con voluntad de hacer otro tipo de terror, resulta tremendamente disfrutable en sus mejores segmentos. Se nota que en el final hay más cuidado en muchos aspectos, confirmando que hay distintas categorías de episodios en relación a, digámoslo claro, su cutrez o falta de mimo.
El gran problema de la serie, no es su actitud retro o su voluntad de hacer algo para los fans desde otro grupo de fans. Es que el talento se escapa en los efectos especiales y no hay una gran preocupación por los encuadres, la óptica o la puesta en escena. En última instancia es un producto no tan diferente a 'Creepshow 3' (2006) en su ánimo de aprovechar la marca bajo una dotación de presupuesto pobretona. La diferencia es que sí hay una buena cantidad de segmentos que merecen mucho la pena, aunque los regulares o malos muestran demasiado claras las costuras de la serie.
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