“Es inútil estar vivo por fuera si estás muerto por dentro”. Con esta pintada en una pared empieza una de las series de animación más frenéticas, innovadoras y definitorias de una generación, una de esas pequeñas grandes joyas de Netflix que pasan casi inmediatamente y de manera injusta a formar parte del fondo de catálogo. Pero ‘Cortar por la línea de puntos’, el retrato de una juventud tardía que mantiene en perfecto equilibrio la comedia, la agonía vital y los mazazos al corazón, merece toda vuestra atención.
El armadillo en la habitación
‘Cortar por la línea de puntos’ es una serie de autor. Más concretamente, de Zerocalcare, un autor de cómics (suyo es ‘La profecía del armadillo’ o ‘Olvida mi nombre’) que se dibuja como el protagonista de sus propias obras, y que no iba a ser menos en su paso a la pequeña pantalla. Durante los cinco primeros episodios de la serie, es él quien guioniza, escribe y pone todas las voces excepto una: la de su conciencia, un armadillo gigante que vive con él. Es la primera vez que el autor ha podido tener control total sobre su obra audiovisual, y se nota que lo ha querido aprovechar al máximo.
Entre el punk y la desolación vital de la generación X y los millennial, Zerocalcare navega por una vida sin rumbo ni sentido con la duda continua sobre su futuro. Relaciones amorosas, trabajos ingratos, vejez prematura, familia y amigos se juntan en la cabeza de alguien tan influenciado por la cultura pop como cualquiera de nosotros, que bastante hace tratando de salir adelante. Zero no es ni buena ni mala persona: simplemente, es. Existe, aunque sintiendo que es una completa decepción para los demás y para sí mismo.
‘Cortar por la línea de puntos’ es una serie demasiado inteligente para los tiempos que corren, que precisa de toda tu atención para captar la información que llega a mil kilómetros por hora: los monólogos apresurados de Zero se ven acompañados de animación rapidísima. Durante los 20 minutos de cada episodio, quiere mantenerte clavado a la televisión, manejando la narrativa con maestría y avasallando con reflexiones, chistes y desolación vital.
I'm coming up only to hold you under
Antes de que acabe esta serie estarás llorando. No la estoy sobrevendiendo, es que es exactamente lo que va a pasar: los personajes están tan bien construidos y el retrato de su vida es tan certero que el más mínimo traspiés va a hacer que lo sientas como propio. Porque todos hemos sido Zero en algún momento, con sus dudas, su incapacidad para ser adultos y la horrible sensación de que todos han sabido cortar correctamente por la línea de puntos para ser personas de provecho y tú te saliste muchas más veces de las que deberían ser permitidas.
‘BoJack Horseman’ supuso un antes y un después en la animación adulta, demostrando que era el medio perfecto para aunar humor y tragedia, contando historias que en acción real no podrían expresar lo mismo de ninguna de las maneras. ‘Cortar por la línea de puntos’ es tan anárquica y al mismo tiempo tan sabia que es consciente de que el humor no es más importante que el drama, sino que ambos deben coexistir hasta el último minuto. Su receta es prácticamente perfecta, y funciona como un reloj.
Ayuda, desde luego, el extraño universo que la serie italiana consigue formar en tan solo seis episodios. Un dibujo diferente al que estamos acostumbrados a ver, casi fanzinero, una sola persona poniendo todas las voces mientras estas suenan en sus recuerdos, un ritmo que va del pasado al presente a toda velocidad con mil referencias aquí y allí, y cuyas piezas del puzle confluyen en un final arrebatador. Es algo extraño a nosotros, distinto a lo que estamos acostumbrados a ver, y solo por eso ya merece la pena acercarse a ella.
No la cortes
Puede que tantas palabras laudatorias te lleven a pensar que la serie empieza muy bien desde el minuto uno, pero no. En sus primeros compases le cuesta encontrar su propia identidad, y su ritmo machacón y acelerado puede echarte sin darle una oportunidad a lo que está por llegar. Es un comienzo algo complicado porque son demasiados nombres, demasiadas situaciones y demasiados conceptos comprimidos en muy poco tiempo. Pero no os desaniméis.
Pronto la serie encuentra su tono, el ritmo espídico y naïf cobra sentido, los personajes dejan de ser desconocidos para ti y es en ese momento, en el que marca su tesis como retrato de esa pequeña generación a medio camino entre la Gen X y los millennial, cuando ‘Cortar por la línea de puntos’ pega un drible inesperado hacia algo completamente diferente y que, al mismo tiempo, tiene todo el sentido con lo que se nos ha contado hasta ese momento.
El principio es duro, sí, pero necesario para saber quién es Zero, poder centrarnos después en sus amigos y, finalmente, aceptar que la serie no iba de lo que creíamos que iba. O sí, pero de otra manera: el personaje tosco y desagradable del episodio uno crece y evoluciona con el espectador hasta uno de los mejores finales de serie de la última década. No, no es una hipérbole: es la realidad.
‘Cortar por la línea de puntos’ es un caramelito envenenado y una de las mejores series animadas de los últimos años. Necesita paciencia para acomodarse a su manera de contar las cosas, a su retrato generacional deshilvanado y a su estilo visual, pero merece la pena dar el salto y descubrir qué se esconde tras el caótico alineamiento de ideas de Zero, qué trata de ocultar y por qué se niega a darle a sus amigos voz propia en su cabeza. Una auténtica maravilla que prueba que en televisión aún se pueden hacer cosas originales. Imprescindible.
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