Corazón de tinta', una aventura fantástica desaprovechada


Basada en el bestseller infantil de Cornelia Funke, ‘Corazón de tinta’ intenta llevar a la pantalla la magia de los libros. De unos personajes literarios que cobran vida, que pueden aparecer en la vida real e interactuar con sus habitantes. Muy interesante se plantea esta premisa y más si disponemos de un presupuesto holgado y a un actor adecuado como protagonista de esta aventura para todos los públicos. Sin embargo, la imposibilidad de sacarle más partido al original literario, sumado a cierta torpeza en la realización, acaban echando al traste a ‘Corazón de tinta’.

El arranque, con sus dosis de suspense y el toque de magia, consigue abrir bien la mente de cualquier espectador. Sin embargo, en ese intento por incluir cada elemento de la obra adaptada (aunque también obvia muchos), todo se vuelve excesivamente confuso y no se busca el camino más apropiado a la hora de desarrollar tanto la trama principal, como, sobre todo, a unos personajes que no convencen.

El hecho de que el protagonista (un esforzado Brendan Fraser, habituado a este tipo de historias) sea capaz de traer a la realidad a los personajes de las novelas que lee en voz alta, resulta cuanto menos ilusionante. Pero, lamentablemente, se desaprovechan todas sus posibilidades, en pos de un intento de fidelidad excesiva al original, de incluir todo el material argumental posible, incluidos personajes secundarios convertidos en nómadas sin sentido a lo largo del metraje.

Lengua de plata, como se llama al lector mágico que encabeza la historia en la piel de Fraser, se limita a leer algunos pasajes de libros infantiles como ‘El mago de Oz’ o ‘Caperucita roja’, pero no parece que sean elegidos por su contenido altamente mágico, sino por su popularidad e incluso como único recurso para buscar el guiño del espectador más joven.

Los personajes que afloran de la fantasía literaria a la realidad, son extraídos, en su gran mayoría, de la obra a la que da título la cinta, una historia que mezcla magia, criaturas fantásticas y con un villano al uso, demasiado malo pero también excesivamente previsible en sus intenciones y comportamiento, todo ello ambientado en un escenario medieval mil veces visto. No por ello, se puede reprochar el derroche del diseño de producción o de efectos especiales, que logran su cometido para deleite del público. Aunque en muchas ocasiones quede la sensación de que es un mero espectáculo de fuegos artificiales introducido con calzador en la historia.

Como adelantaba, la confusión es el principal reproche de la adaptación de Ian Softley, que no logra darle un criterio uniforme al argumento, y va añadiendo, quitando y modificando tramas a su antojo, de un plumazo y sin tener mínima justificación. Pero donde más yerra la realización (y consecuentemente el guión) es en los personajes. Dejando aparte a Mortimer, ese doctor de libros que es capaz de revivir a las criaturas de las novelas leyendo pasajes en voz alta, y a su hija (Eliza Hope Bennett), que acaba abanderando la historia, cuando no asumiendo su verdadero protagonismo (el tercio final es suyo), tenemos a una galería de individuos de confusa configuración, extraña motivación e incluso dudosa participación en la historia.

Así, nos encontramos a Capricornio, el villano de la historia (interpretado por Andy Serkis, un inolvidable Gollum). Un malvado con intenciones nada positivas, que es el encargado de poner el contrapunto, de abanderar el mal y de ofrecer todo lo que se espera de él. Flojo en su propósito y, a pesar de contar, con sus secuaces que le secundan, apenas logra mantener el interés que merece un villano de sus características.

Aparece Dustfinger, una especie de malavarista del fuego medieval (Paul Bettany) y aventurero, que busca desesperadamente, junto a su hurón de compañía, al protagonista para que lea ‘Corazón de tinta’ y que le devuelva a su mundo, donde su esposa (curioso cameo de Jennifer Connelly, su esposa en la vida real) le espera ansiosa. A veces es mostrado con fuerte carga de maldad, otras parece cómplice, ayudando en gran medida al desarrollo del argumento, pero también enseña atisbos de cierta bondad. El caso es que no convence nada, y su peso parece excesivo en la historia, cuando su aportación es escasa.

Y por último, la más bochornosa aparición de Helen Mirren, toda una dama británica de la interpretación, que a buen seguro se habrá preguntado que le ha llevado a acabar participando en esta película (aparte del evidente cuantioso salario). Su personaje, la tía del protagonista, es bibliófila y uraña de carácter, malhumorada que aparece de la nada, aporta cero y aparece y desaparece en toda la película, sin apenas aportación a la misma. Un personaje con escaso sentido y criterio, que brinda una imagen en el prolongado desenlace de Mirren cabalgando a lomos de un unicornio que provoca una sonrisa por lo absurdo de la misma.

En definitiva, ‘Corazón de tinta’ resulta un ser una historia aburrida, confusa en muchas partes, desaprovechando mucho de la magia a la que tanto apela, y contada con cierto atropello, de forma muy acelerada, introduciendo demasiados elementos y excesivos nudos que no terminan de cerrarse.

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