'Contraband', cine negro de garrafa

¿Hasta dónde llegarías para proteger a tu familia?

Voy a ir directo al grano: la película es una pérdida de tiempo, huid de ella si todavía no habéis caído en la trampa. Estrenada la semana pasada en nuestro país, ‘Contraband’ tenía toda la pinta (como aventuraba mi compañero Mikel) de entretenimiento del montón, de algo simple y eficaz para pasar un rato agradable en el cine, pero una vez vista puedo asegurar que no llega ni a eso. Termina y te quedas ahí en la butaca mientras van pasando los créditos, pasmado con la cantidad de gente que ha participado en la realización de esta chapuza. Es uno de esos insípidos productos fabricados en serie, a los que introducen mecánicamente una serie de elementos que resultan atractivos para el gran público y que son explotados en el tráiler o el cartel. Cine mediocre bien envuelto, la especialidad de la industria norteamericana.

‘Contraband’ (2012) es un remake de ‘Reykjavík-Rotterdam’ (2008), un largometraje islandés producido y protagonizado por Baltasar Kormákur, que en la venta de los derechos para la nueva versión convenció a los compradores para quedarse con el puesto de director. Lo más lógico, ya que la película original ha gustado tanto como para hacer un remake, habría sido contratar al realizador (Óskar Jónasson), pero quizá detrás de esa absurda decisión se encuentre el rechazo de Kormákur a aceptar otra condición. Un error en cualquier caso porque este hombre demuestra no tener ni pajolera idea de cómo filmar escenas de acción. Se apunta a la moda de la cámara nerviosa, como si fuera un reportero que tiene acceso exclusivo a la historia, y corta las secuencias en mil pedazos, haciendo imposible un montaje coherente que permita al espectador saber qué está ocurriendo, y por tanto zambullirse junto a los protagonistas en la emoción del momento. Aquí la clave es ruido y mareo, lo más fácil. Tristemente, si echamos un vistazo a la recaudación del film (casi 90 millones de dólares en todo el mundo) nos damos cuenta de que con eso basta; repito, bien vendido, no como se hace en España. Pero no todo es un desastre en ‘Contraband’.

El maestro de la expresividad Mark Wahlberg (ojo a la imagen de la derecha) encarna en esta película a Chris Farraday, un currante y forzudo padre de familia casado con la más bella del barrio (Kate Beckinsale) y cuyo pasado es resumido en un par ocasiones de manera elocuente: “fuiste un contrabandista de la hostia”. No hace falta decir nada más, pensó el vago guionista (Aaron Guzikowski). Este simplón disfraz del personaje es llevado con desgana por Wahlberg, al que nunca se le ve involucrado en la ficción, apenas se limita a forzar el gesto de vez en cuando y a tratar de resultar convincente en las escenas de acción. Lo mínimo por un buen cheque, que es algo que hacen prácticamente todos los actores del planeta, pero unos son tan buenos que son capaces de disimular la falta de interés, mientras que a otros se les nota bastante. El protagonista de ‘The Fighter’ (2010), nominado al Oscar por ‘Infiltrados’ (‘The Departed’, 2006), es un actor limitado que ha demostrado eficacia y pasión con algunos papeles, pero para eso necesita un buen guion y/o un hábil motivador tras las cámaras, y ninguna de estas condiciones se dan en ‘Contraband’.

Chris dejó el crimen para convertirse en un marido y padre respetable, pero su joven, torpe e ingenuo cuñado ha tomado el relevo y ahora es el delincuente de la familia. El muchacho, encarnado por el prometedor Caleb Landry Jones (atención a este chico que tiene mucho potencial, no es broma), realiza trabajos para el mafiosillo local, que es el típico chulo salvaje malhablado con pinta de haber salido de algún videoclip rapero; un sobreactuado Giovanni Ribisi se encarga del papel. Siguiendo la lógica de esta clase de relatos, el cuñado de Chris mete la pata y contrae una elevada deuda con los malos. “Es mi hermano pequeño” dice la señora Farraday poniendo cara de chica playboy en apuros; “Lo sé, yo me encargo” responde con seriedad el impasible héroe, este Ethan Hunt de clase obrera. Y todos sabemos que va a lograrlo. No tengo ni idea de cómo se resuelve la original, pero el desenlace del remake con Wahlberg lo puede adivinar cualquiera. Es inevitable, pero el que se sienta a ver la película quiere que durante un tiempo parezca que no va a ser fácil, que no cabe el más mínimo error, que todo puede acabar mal. Es fundamental mantener esta ilusión.

Aquí no se logra, todo está construido a base de clichés, aburridos diálogos y situaciones rutinarias. Una vez más, como señalé cuando hablé de la injustamente machacada ‘John Carter’, que la historia resulte previsible no es el problema. Desde luego es un handicap en un producto de intriga como ‘Contraband’, con una premisa fresca y atrevida se engancharía fácilmente al espectador, pero no es el defecto por el que se hunde el film; se puede entretener y emocionar con la historia más trillada. Es la torpe puesta en escena de Kormákur lo que convierte a ‘Contraband’ en un tedioso relato donde el (predecible) desarrollo de los acontecimientos se vuelve irrelevante. El desastroso asalto al camión blindado (un pegote sin justificación) o las repetitivas amenazas y agresiones a la esposa del protagonista son algunas de las secuencias que dejan en evidencia su escasa visión como narrador.

El mediocre guion no ayuda en absoluto, pero un cineasta de talento, apasionado con las posibilidades del material (de lo contrario, ¿por qué dirigir y no quedarse solo como productor?), con 25 millones de dólares a su servicio y un elenco de actores muy aprovechable (Ben Foster o J.K. Simmons intentan hacer creíbles papeles ridículos, Diego Luna lamentable como alocado traficante latino a lo Jordi Mollà…), podría haber explotado la tensión, la crudeza y el drama de esta historia, en lugar de desaprovechar su interesante entramado de cine negro para buscar algo más estridente y disparatado, al estilo ‘Fast & Furious’ (la escena final es casi idéntica a la de ‘Fast Five’), con unos criminales buenos (todo por la familia) que deben demostrar que son los más rápidos, los más fuertes y los más listos, derrotando a los criminales malos (descontrolados y traicioneros) y a los agentes de la ley (lentos y torpes). El héroe moderno quizá, amoral e invencible, todo por la pasta, la pose callejera, las conversaciones de gimnasio y el romanticismo de centro comercial. ‘Contraband’ es el tipo de cine que sobra en las carteleras, apenas una excusa para vender palomitas.

Portada de Espinof