Nota del editor: Sin dejar de reafirmarme en mi opinión sobre la película ‘Concursante’, pido sinceras disculpas a todos los que se hayan podido sentir ofendidos por el tono de esta crítica y de su anterior titular, que ha sido modificado.
Este pasado viernes 16 de marzo se estrenó ‘Concursante’, debut de Rodrigo Cortés, con Leonardo Sbaraglia como protagonista y principal reclamo. Lo cierto es que su trabajo (el del actor) es lo único salvable de esta desastrosa película basura, una ridícula suma de imágenes vacías y ruidosas que parecen sacadas directamente de la mente de un adicto a los anuncios comerciales de la televisión. Este desperdicio cinematográfico es una explosión de fuegos artificiales visuales que no dicen nada y que resulta incluso insultante por momentos. Cortés dedica tiempo a mostrarnos a cámara lenta cómo se ducha Sbaraglia (de cintura para arriba, nenas y nenazas, no vayáis tan deprisa) y también a cómo se lava la cara. Porque eso es jodidamente importante, sí señor. Cortés no deja quieta la cámara casi nunca, porque le interesa marear al espectador y que no se entere de nada, porque su película no va de nada. Su guión está repleto de datos que no aportan nada, diálogos infantiles, gratuitos trucos visuales, y escenas tan gilipollas como meter a un caballo en una sala para que Sbaraglia se entere de cómo funciona la economía. Y es que su guión lanza un ataque contra la banca y el dinero. Y para eso intenta destrozar los sentidos del espectador, torturándolo, sumergiéndolo en un caos audiovisual de dimensiones increíbles. Hacía mucho que no veía una desastrosa pedantería como ésta y me alegro de no ser un asesino psicópata en potencia, porque ahora mismo correrían peligro todas las personas que están a mi lado.
‘Concursante’ se centra en Martín Circo Martín, un profesor asociado de Historia de la Economía, que acaba de convertirse en el ganador del mayor premio jamás concedido en la Historia de la Televisión: más de tres millones de euros. Sin embargo, pronto descubre que ser millonario es caro, y Hacienda, por su parte, reclama la mitad de las ganancias. Casi sin darse cuenta, Martín se ve atrapado en una trampa sin salida, una pesadilla insólita, tratando de deshacerse de todo aquello que la suerte le trajo. Y la mierda sigue su curso hasta el final.
He perdido (sí, perdido, gastado, tirado) tiempo y dinero, como corresponde a un espectador. Y no pienso gastar, perder, tirar más. Más de lo necesario. Iré rápido. ‘Concursante’ es una horrorosa basura audiovisual que no merece el calificativo de película, por ser un insulto a las que lo son de verdad, a las que tienen un mínimo de respeto por las reglas, aunque las rompan en algún momento (¡¡con sentido y con estilo!!), y, sobre todo, las que cuentan algo, una historia, una maldita historia. ‘Concursante’ es una vergonzosa muestra de anti-cine, una de las peores bazofias que puede verse hoy día en una sala de cine.
Y, Cortés, alégrese, probablemente esta sincera crítica va a llevar a más gente a ver su producto que si la defendiera a muerte. Ojalá me equivoque. Ojalá no haga otra porquería como ésta. Desde luego, no seré yo el que vuelva a perder mi tiempo y mi dinero en verla. Que lo haga mi compañero Red Stovall, al que, inexplicablemente, le ha gustado más que a mí su detestable debut (quizá por tenerle cerca, que siempre produce amabilidad exagerada). Y ahora me despido, señores y señoras, a ver una película, una de verdad, a ver si consigo recuperar lo que me ha quitado este escandaloso bodrio.