Esa tarde se estrena la comedia romántica ‘¿Cómo sabes si…?’ (‘How Do You Know’), dirigida por James L. Brooks (‘Mejor imposible’, ‘Al filo de la noticia’), que nos habla de una deportista que es expulsada del equipo a causa de su edad y de repente se encuentra con una vida sin sentido y dirección. No le faltan ofertas en lo que se refiere a la cuestión sentimental, pero ella no tiene claro que casarse y tener hijos vaya a satisfacerle como únicos planes de futuro.
Lo mejor de ‘¿Cómo sabes si…?’ es la personalidad y el encanto de Reese Witherspoon, quien logra una fuerte conexión que nos mantiene durante todo el metraje pendientes de si logrará una buena resolución de sus problemas. Esto palia en gran medida alguna de las cuestiones del film, como su larga duración o lo endeble de su conflicto. Paul Rudd es el segundo aliciente, con su personaje ya totalmente definido, entre buen partido y pagafantas, y sus habituales escenas en solitario ante la cámara en las que da rienda suelta a algo que no sabría decidir si es vis cómica o absoluta inconsciencia ante el propio ridículo.
Como alivio cómico están en el film, en papeles secundarios, Owen Wilson y Jack Nicholson. El primero, como siempre, más gracioso por su mera presencia que por sus interpretaciones, da el toque de gamberrismo y descerebre que necesita la película para romper el tono algo envarado que la constriñe. Nicholson, más grande que su personaje— también como siempre—, cuenta con algunos de los mejores momentos del film y funciona como desencadenante de todo. La quinta pata de la mesa sale de Kathryn Hahn, la secretaria embarazada, con un personaje nada desdeñable.
En general, en los cuatro intérpretes podemos decir que reside el interés del film, pero no como inclusión gratuita favorecida a base de talonario, pues existen muchas películas nulas, con una lista de nombres aún más llamativa; sino gracias a un guion en el que tienen cabida sus personajes y a una dirección de actores que saca lo mejor de cada uno.
La cuantía de la inversión no sólo se aprecia en el dinero gastado en las estrellas, sino que todos los aspectos de la película nos hablan de una grandiosa producción. No en vano la fotografía es de Janusz Kaminski: la película está compuesta de amplios planos que denotan elegancia y saber hacer. La banda sonora de otro grande, Hans Zimmer, encaja en la línea que marca Brooks, también como productor, de no escatimar en ninguno de los terrenos.
Existen algunos momentos memorables, como las dos escenas de la primera novia de Paul Rudd (Shelley Conn) o la cita a ciegas entre los dos protagonistas. Algunas de las respuestas de Wilson o la forma en la que el personaje de Rudd afronta los problemas son, asimismo, detalles originales de la cinta. Con estos elementos, por lo menos, sabemos que el nombre de comedia (romántica) no lo lleva porque sí, como muchas películas que intentan integrarse en este género, pero en las que el humor no se halla ni con lupa.
Postergar el momento
James L. Brooks no se ha limitado a dirigir ‘¿Cómo sabes si…?’, sino que también es autor de su texto. Decía que los personajes contaban con ricos retratos que los hacían cercanos y eso es mérito del guion. Pero también le ocurre que, como ya he mencionado, carece de fuerza en lo que se refiere al impedimento. En las comedias románticas los enamorados habitualmente acaban juntos, pero pasan por una serie de cuestiones que les frenan a la hora de caer el uno en los brazos del otro.
(spoiler) En este film es la relación previa en la que ella está sumida lo que debería servir como obstáculo. Sin embargo, se hace tan patente que lo suyo con el personaje de Wilson no tiene futuro, que solo es cuestión de tiempo que decida dejarlo. Esa espera, que se alarga demasiado y sin justificación, carece de tensión o de incertidumbre. Esto minimiza el efecto de emoción que se debería producir cuando por fin se resuelve la situación, dando la falsa sensación de que no hay química entre los enamorados. No se aprecia garra en este desenlace, como si el interés del uno por el otro supusiese conformarse, más que entregarse. Pero gracias a la simpatía que ya habían transmitido los actores, se mitiga el problema (fin del spoiler).
En total, se trata de una comedia amena, bien rodada, con algunos golpes buenos y que se deja ver. Lo mejor, sus actores y la facilidad que sentiremos para encariñarnos con ellos. Decepcionará a quien se espere otra ‘Mejor… imposible’, pero no al espectador casual con unas expectativas comedidas.
Mi puntuación: