Peter Hedges dirige al cómico Steve Carell en 'Como la vida misma' ('Dan in Real Life'), donde le acompañan en el reparto Juliette Binoche, Dianne Wiest y Dane Cook, entre otros. El film se estrenará este miércoles, 19 marzo.
La película comienza mostrándonos cómo Dan, un viudo con tres hijas –dos adolescentes y una niña—, dedica su vida en exclusiva a atender las necesidades de su familia. A pesar de ser un hombre que, por su naturaleza se puede comprender que tiene sentido del humor, se comporta de manera hundida y pasiva, como si ya se hubiese acabado lo que el mundo le puede ofrecer. Por este motivo, conocer a alguien por quien pueda interesarse resulta de lo más extraordinario y resulta igualmente inconveniente que haya algo poderoso que impida que esa relación siga adelante.
Lo que narro en esta sinopsis, aparentemente, no es más que lo que muestran muchas películas, sin embargo, no estoy describiendo hechos, sino sentimientos que están en el interior de un personaje y que, por ello, son difíciles de transmitir. 'Como la vida misma' consigue que veamos a Dan destrozado, ilusionado, frustrado, enamorado… gracias a la forma en la que presenta las situaciones y a la capacidad interpretativa de Steve Carell. Las sensaciones están tan bien planteadas que se contagian al espectador y el film logra crear emociones sin caer en el melodrama ni en los diálogos explicativos.
El tono de 'Como la vida misma' es el de la tragicomedia. La comicidad no es muy abundante y casi toda ella viene de los movimientos y gestos que hace Carell, un hombre que hace gracia incluso aunque no lo intente. Dentro de las situaciones dramáticas se han sabido introducir muy bien los destellos de optimismo o humor que unas veces funcionan como contrapunto y otras como alivio cómico. Gracias a este tratamiento que elimina el exceso de dramatismo, nos encontramos ante una historia que funciona y resulta sobria a pesar de que, contada de otra manera, podría haber sido sumamente ñoña y aleccionadora. A este tono es a lo que muchos han llamado toque independiente, es decir, el enfoque que hace que nos hallemos ante una comedia romántica que se desmarca de las demás.
Otro de los elementos que contribuyen a esta sensación de cine independiente son los personajes. No se parecen en nada a los que solemos ver en series o en películas porque, por una vez, no están retratados a base de tópicos, sino que se les han buscado particularidades y rasgos que los hacen únicos. En este sentido, se podría comparara a genial y emotiva 'Los amigos de Peter'. Al igual que ocurría en el film de Kenneth Branagh, los miembros de la familia –que allí eran un grupo de amigos— deben pasar varios días en la casa. De este planteamiento se extraen diversas situaciones que tienen significado y validez dentro de la historia y no son una acumulación de momentos en los que crear humor, como habría pasado en casi cualquier otra película. La escena que más me recordó al film inglés es aquella en la que se entretienen haciendo representaciones teatrales o demostraciones de su talento.
Debido a que los personajes son tan atrayentes desde el guión, los intérpretes se han sentido cómodos y han hecho un trabajo excelente que, en algunos casos, no nos habríamos esperado. Juliette Binoche, más dada a llorar y a hacerse la víctima que a resultar interesante y divertida, consigue que nos creamos que el personaje de Carell está colado por ella a pesar de haberla conocido sólo durante unos minutos. A ella la vemos cautivada por los encantos de Dan y comprendemos que lo prefiera a su hermano, lo cual también es mérito del actor, sobre todo si tenemos en cuenta que es mucho más feo que Dane Cook... o que casi cualquiera. Gracias a que nos parece creíble el enamoramiento recíproco, la parte romántica de la cinta funciona y la tensión sexual se percibe en cada una de las escenas.
Los actores secundarios dan vida a la familia de Dan y a un ligue de una noche que le presenta la madre. Dianne Wiest y John Mahoney, en los papeles de unos padres un tanto estrafalarios, pero padres al fin y al cabo, están geniales. Y también resultan perfectos en sus papeles los demás familiares y algunos de los niños –la hija mediana podría ser la única que desentone algo—. Aunque haya dos protagonistas muy claros, los demás personajes tienen sus momentos tan definidos que 'Como la vida misma' de alguna manera se podría considerar un film coral.
A todo este tratamiento contribuye una realización elegante, con una bonita fotografía y un ritmo pausado que te permiten entrar en las situaciones con mucha calma y tiempo para asentarte en ellas y absorber los sentimientos que se quieren transmitir.
En definitiva, 'Como la vida misma' es una comedia romántica que quizá guste más a quienes ya hemos cumplido los treinta y probablemente a quienes han pasado de los cuarenta que a personas muy jóvenes. Lo que cuenta podría haber estado en una película mucho más convencional y, sin embargo, es un film que consigue contagiar emociones sin acercarse ni de lejos al sentimentalismo.