'Cómo acabar con tu jefe' o cómo el "más por menos" no siempre es preferible

'Cómo acabar con tu jefe' o cómo el "más por menos" no siempre es preferible
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Varios días han pasado desde que vi ‘Cómo acabar con tu jefe’ (’Horrible Bosses‘, 2011), de Seth Gordon. Mientras en su momento el poso que me dejó no fue muy halagüeño, en el recuerdo se ha mantenido como una película simpática, de la que algunas escenas aún perduran en mi memoria. Por ejemplo, el momento en el que el personaje de Jason Bateman se pregunta de dónde saca la energía aquel a quien da vida Colin Farrell y, tras una pausa en la que todos los espectadores han contestado a la pantalla, expresa que ha caído. La forma de interpelar al espectador, sin hacerlo directamente, me pareció curiosa. Como esa, la película cuenta con varias otras escenas con humor y hasta alguna que consigue tensión. Valorándolas por encima en el conjunto, se puede considerar un film cachondo y que aporta lo que promete.

Tuve la desgracia, sin embargo, de ver la versión extendida de la cinta, que dura 106 minutos y en ella encontré demasiada benevolencia del montaje con las agudezas de sus intérpretes. No sé si la estrenada en salas, de hora y media larga de duración, cortará justo por lo que me pareció que le sobraba, pero de lo que estoy segura es de que me topé con la versión menos acertada para un público generalista.

Aunque se vea la película sin saber que numerosos momentos están basados en la improvisación de sus actores, este hecho no tarda en hacerse evidente para cualquiera. No tengo nada en contra de la técnica de la improvisación per se. Lo que ocurre es que su empleo debería combinarse con el de una depuración extrema en la sala de edición. Hasta los cómicos más ingeniosos tendrán instantes de duda u ocurrencias menos afortunadas que otras, por lo que, tras dejarlos explayarse, vendría bien recortar para quedarse con lo mejor de lo que han tenido a bien inventar. Esta versión extensa de ‘Cómo acabar con tu jefe’ se hace larga y pesada porque secuencias que no estaban del todo brillantes se deja que continúen más allá de su punto fuerte.

Cómo acabar con tu jefe

Esta permisividad con las salidas improvisadas podría ser, no obstante, idónea para los seguidores acérrimos de los protagonistasJason Sudeikis es muy célebre en EE. UU., gracias al ‘Saturday Night Live’ y seguro que cuenta con hordas de incondicionales–. Las situaciones a las que se otorga demasiado respiro, si se ven encarnadas por los cómicos favoritos de cada quisque, sin duda causarán adhesión. Por ello, tiene sentido que sea la versión editada en DVD y Blu-ray, ya que, la compra de películas es un acto de mayor compromiso que el acudir a una sala casi sin darle importancia a cuál estreno se elige de entre todos los disponibles. Por mi parte, si bien a Bateman sí lo encontré sembrado, no me ofrecieron la misma opinión Charlie Day y Sudeikis, pero no porque no los considere buenos actores. Sino porque una cosa es ser capaz de interpretar con gracia un personaje ya escrito, para lo cual no cuestiono las habilidades de ninguno de ellos –en las escenas que se nota que están escritas porque son necesarias para la trama, están perfectos–, y otra tener capacidades creativas explotables sobre la marcha. Puestos a tríos descerebrados y desastrosos, me quedo con los que protagonizan la serie ‘Workaholics’.

Secundarios principales

Se había comentado ya que mejor que estos tres están los secundarios. Cierto es que suponen el incentivo mayor de ‘Cómo acabar con tu jefe’, con autoridad. Nada que objetar al personaje de Kevin Spacey –curioso que sea muy parecido al de una película muy distinta, también recién estrenada– porque encarna muchas de las cosas que numerosos espectadores reconocerán de sus jefes y, gracias a ello, la empatía con la causa de los protagonistas no solo será inmediata, sino que conllevará una sensación de catarsis. Sin embargo, los otros dos están excesivamente pasados. El de Colin Farrell es muy cómico, por lo que compensaría su escasa credibilidad, si fuese el que más pone el punto estentóreo. Pero el de Jennifer Aniston va todavía más allá, superando incluso los tópicos del mal y, si bien consigue alguna gracia nada desdeñable, no funciona en el lado del reconocimiento y deja de ser creíble a los pocos minutos, lo que desemboca en que canse muy rápidamente. El personaje de Jamie Foxx, aunque comienza muy bien, casi como la mejor aportación de la película, en seguida se diluye.

Cómo acabar con tu jefe

No estoy en contra de sacar los pies del tiesto y de llevarlo todo al extremo, como hace esta película. Pero cuando he encontrado gratificante estas decisiones ha sido en productos muy concretos que, a base de salirse de la medida, han logrado resultados muy diferentes. En este caso, la explotación abusiva del absurdo no ha dado resultados más originales, sino que ha arrastrado la película al humor más infantilón y sin sustancia… aunque de nuevo, recuerdo que hablo de la versión larga y quizá para la corta se hayan borrado los momentos de menor fuerza.

Todo el mundo sabe, pues hasta lo mencionan los propios personajes, que el argumento de ‘Cómo acabar con tu jefe’ está tomado de ‘Extraños en un tren’, de Alfred Hitchcock, al igual que ‘Tira a mamá del tren’. De este punto de partida, que no hace falta decir que tiene potencial, se extrae demasiado poco. Apenas hay progresión argumental y, por ello, la llegada a cada punto de inflexión se dilata en exceso. Se desaprovecha, al mismo tiempo, la mofa que se podría hacer de ellos tres al demostrar que les falta lo principal de esa ecuación para que la policía no los asocie a los asesinatos: ser desconocidos. El guion podría haber ido más allá en muchos de los aspectos y en casi todos ellos se queda corto.

Cómo acabar con tu jefe

En conclusión, diría que recomiendo la versión extendida de ‘Cómo acabar con tu jefe’ únicamente a fans de los tres protagonistas –no de los secundarios– y que a casi cualquier otra persona le sugeriría la reducida. La larga no ofrece, simplemente, más de lo mismo y por lo tanto, una mejor relación cantidad precio. Lo que hace es romper el ritmo general y sumir la película en una sensación de marasmo y de dejadez que, al final, pesa en la sensación global que ha causado el film. La estructura también se resiente con este montaje, ya que se hace aún más evidente que el argumento cuenta con pocos sucesos. En la versión breve no dudo de que tampoco encontraríamos una gran comedia ni un film completamente acertado, pero quizá sí una posibilidad más real de pasar un buen rato. Por una vez, cuando lea eso de “a mí me pareció muy graciosa”, sí podré responder con razón la frase manida y absurda de “no habremos visto la misma película“.

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Mi puntuación:

2

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