Como llevamos viendo casi desde que comenzamos este especial de Cómic en cine allá por el mes de julio del año pasado —con tantos meses a nuestras espaldas, no llevo ni un tercio cubierto de los títulos que terminarán formando parte de este repaso al noveno arte cinematográfico, una perspectiva que asusta, ¿o no?— la parte correspondiente a las tiras de periódicos nunca ha tenido mucha fortuna en la traducción de viñetas a 24 fotogramas por segundo.
Y eso es algo que, como decía, pudimos observar de forma temprana con las aventuras de Val interpretadas por Robert Wagner, seguimos viendo en lo que Joseph Losey creía que debían ser las correspondientes de 'Modesty Blaise' o, no hace mucho —no hace mucho en este especial, habría que puntualizar—, comentábamos con cierta desazón al referirnos a las inanes correrías de cierto niño rubio llamado Daniel. Casualidades, la única cinta de las estrenadas hasta 1996 que, adaptando "tiras cómicas", habría salvado de ser tachada como mediocre es una 'Dick Tracy' (id, Warren Beatty, 1991) que tiempo ha apareció en Cine en el salón; no encontrando en consecuencia tampoco hoy, en el filme que nos toca repasar, nada que poder calificar como algo que sobresale por encima de la media.
'El hombre enmascarado', el cómic
Clásico donde los haya, y una de los personajes más conocidos de la cultura popular estadounidense gracias a sus incontables apariciones en múltiples medios y las constantes reinvenciones aviñetadas que ha conocido a lo largo de las décadas, 'El hombre enmascarado' es uno de esos cómics a los que, aunque sólo sea por poder afirmar que algo de él se ha leído, hay que acercarse una vez en la vida —siempre y cuando uno o una sea lector o lectora de cómics, claro está.
Creado por el mítico Lee Falk en 1936, 'El hombre enmascarado' constituía la segunda serie que el artista ponía en los periódicos de casi todo el país de manos de la King Feature tras haber cosechado inmensa popularidad gracias a otro de esos personajes que casi no necesita presentación si uno se mueve en este mundillo de los cómics. Hablo, cómo no, de 'Mandrake el mago'. Y si bien las primeras intenciones del autor fueron orientadas a concretar sobre el papel las aventuras del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, la negativa del sindicato de publicación provocó que Falk rindiera homenaje a muchos de sus personajes favoritos —personajes que iban desde el Cid hasta el Zorro o Tarzán— en la misteriosa figura de éste personaje de indumentaria violeta y antifaz que no era sino la última encarnación de una larga estirpe de héroes que, con el mismo nombre, luchaban contra el mal desde hace siglos.
Aún en publicación hoy en día en forma de tira dominical, y con incontables apariciones en comic-book en diversas editoriales desde hace siete décadas, leer hoy aquellos primeros momentos de 'El hombre enmascarado' es asomarse a otra forma muy diferente de entender el noveno arte a la que hoy aceptamos como estándar, al tiempo que supone acercarse precisamente a los cimientos mismos sobre los que innumerables artistas irían apoyándose posteriormente para sus creaciones.
'The phantom', peliculita de aventuras
Es una lástima que, contando con el beneplácito de Falk y, sobre todo, esforzándose Jeffrey Boam en que la conjunción de las dos historias que se mezclan en el guión estuvieran extraídas directamente de las dos que servían al creador del personaje para introducirlo a los lectores de los años 30, esta producción de la Paramount terminara ofreciendo al público de hace dos décadas unos resultados tan discretos como los que ofreció 'The Phantom (El hombre enmascarado)' ('The Phantom', Simon Wincer, 1996).
Pero ya se sabe que lo que por aquellos entonces se entendía por adaptación de un cómic estaba muy, pero que muy lejos, de acercarse a unos estándares mínimos de calidad —y sólo hay que echar un vistazo hacia atrás en las últimas entradas del especial para aprehenderse de lo que hay detrás de esta afirmación—; y por más que uno quiera tener en cuenta los esfuerzos de unos y otros, o dejarse llevar por el cariño que se nota que mucho del equipo creativo puso en la concreción de la producción, 'The Phantom' es una cinta que comienza a hacer aguas de forma temprana y que, sin llegar a hundirse en el lodazal, coquetea constantemente con la posibilidad de que así sea.
Repartida de forma más o menos equitativa entre dirección, guión e intérpretes, la responsabilidad de no conseguir que la peliculita de aventuras que es esta adaptación pase de eso, de ser un entretenimiento tan llevadero como olvidable, comienza en un libreto que, bajo esas claves de respeto hacia el material original ideado por Falk, no es capaz de levantar los mínimos herrajes que sustenten el peso de tanto arquetipo mal llevado: ya sea aplicado al héroe acartonado, al villano aún más acartonado, al interés romántico aguerrido —¿alguien dijo Marion Rawenwood?— o a la femme fatale de turno, nada hay en 'The Phantom' que no hubierámos visto con anterioridad.
Esto queda magnificado si le añadimos que del citado cuarteto sólo cabe destacar la siempre agradecida presencia de ese bellezón que era—y dejó de ser por el camino— Catherine Zeta Jones ya que ni el guaperas y musculado Billy Zane, ni Treat Williams o Kristy Swanson son capaces de aportar un ápice del necesario carisma a unos personajes cuya pobre definición pasa por un guión enhebrado de aquella manera. Que Boam pretenda rendir homenaje a Falk y su personaje y que rinda homenaje son dos términos antitéticos, y aunque haya momentos sueltos —muy sueltos— en los que el espectador parece que va a sentir el mismo gusanillo que una década antes experimentó con las aventuras de cierto arqueólogo, los "porque sí" sobre los que se sustenta la trama son del tamaño del Cañón del Colorado.
Tampoco ayuda mucho que la realización de Wincer sea de manual, y que el director parezca más preocupado en mantener la estética de cómic pulp que en dar con una voz singular con la que insuflar vida propia al proyecto. Sumado todo lo anterior y aunque, repito, la cinta pueda calificarse como entretenida, encontramos todo lo necesario para justificar el pésimo funcionamiento en la taquilla estadounidense —la cinta se produjo por 45 millones y no alcanzó los 20 de recaudación— y el que nunca llegarán a concretarse las potenciales secuelas que la Paramount tenía en mente. Sólo resta preguntarse qué habrían hecho Sergio Leone o Joe Dante con el personaje de haberse sentado en la silla del director. Y no son dos nombres escogidos al azar. El maestro del spaghetti western había empezado a trabajar en una posible traslación que, de funcionar, habría dado pie a poner en marcha la adaptación de Mandrake; y Dante fue el cineasta que trabajó junto a Boam lo que un lustro después caería en manos de Wincer. En fin, cosas del mundo del cine...
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