Aprovechando que mañana llega por fin a nuestras pantallas 'El destino de Júpiter' ('Jupiter Destiny Ascending', Andy y Lana Wachowski, 2015) y aunque muchas eran las ganas de haber usado como excusa dicho estreno para adelantar el artículo correspondiente a 'Matrix' (id, Andy y Larry Wachowski, 1999) que llegará en un futuro de mano del ciclo de ciencia-ficción, he preferido hacer lo propio con el especial de cómic en cine para reivindicar la que considero un entretenimiento de primer orden que casi siempre se despacha en los análisis de la obra de los hermanos estadounidenses con un mero "¡¡psche!!, 'Matrix' es infinitamente mejor".
Y que nadie se crea que a lo largo de los siguientes párrafos voy a poner en tela de juicio una valoración con la que estoy de acuerdo al cien por cien. A fin de cuentas, cuando hablamos de la primera entrega de la trilogía protagonizada por Keanu Reeves lo estamos haciendo de uno de los baluartes más sólidos del cine de género de las últimas décadas y una cinta que, como todo el mundo sabe, es piedra fundacional de muchas de las formas narrativas que hoy, dieciséis años después de su estreno, podemos seguir encontrando en el cine de acción.
Ahora bien, comparar 'Matrix' con 'Speed Racer' (id, Andy y Lana Wachowski, 2008) por el mero hecho de venir firmada y producida por los mismos responsables es como decir que 'Rinconete y Cortadillo' debería estar a la altura de 'El Quijote' tan sólo por que Miguel de Cervantes escribió ambas: ni las dos películas van orientadas al mismo público ni las intenciones de los Wachowski al rodar ambas producciones eran, obviamente, las mismas. Y eso es algo que nadie pareció entender hace siete años...
'Meteoro', el manga...y el anime
Publicado a mediados de los años sesenta en Japón, 'Mahha GoGoGo' fue creación de Tatsuo Yoshida, uno de los pioneros del anime en el país del sol naciente, con la clara intención de contar con material de partida suficiente y un público más o menos establecido que respaldara la emisión por televisión de la serie de animación que llegaría a las pantallas niponas tan sólo un año después de la aparición del manga.
De inmenso éxito entre el público japonés durante el año en el que se emitieron sus 52 episodios, 'Meteoro' —nombre con el que llegaría a España allá por 1973— se basaba a su vez en 'Pilot Ace', un anterior manga del autor que, como éste, también narraba las aventuras de un ambicioso joven que lo deja todo para convertirse en piloto profesional de carreras de automovilismo a bordo del Mach-5, un fantástico coche lleno de imposibles gadgets inspirados por el Aston Martin que Sean Connery conducía en 'James Bond contra Goldfinger' ('Goldfinger', Guy Hamilton, 1964), filme muy popular en Japón en aquellos momentos.
Guardado en la memoria televisiva de toda una generación gracias, sobre todo, a su muy identificable melodía de cabecera, 'Meteoro' forma parte junto a 'Mazinger Z', 'Heidi', 'Marco' o 'La abeja maya' de aquellas series de dibujos animados que jalonaron las tardes de los que nacimos durante los años setenta. Descubierto el manga muchos años después cuando Dolmen aprovechó el tirón de la cinta que hoy ocupa nuestro tiempo, sólo puedo decir que uno y otro fueron superados ampliamente por esta producción que de forma muy injusta fue masacrada por la crítica en su momento.
Sixteen years in the making
Aunque en última instancia fueron los hermanos Wachowski los que finalmente se hicieron con el control del proyecto en octubre de 2006, la idea de una adaptación de 'Speed Racer' llevaba dando vueltas por los despachos de la Warner Bros. desde que en septiembre de 1992 los estudios se hicieran con los derechos del personaje, dando comienzo a un proceso sin fin en el que estuvieron implicados nombres de mucho peso dentro de la industria estadounidense del cine a lo largo de los catorce años que la cinta tardó en llegar a ser una realidad.
Así, repasando los datos que se pueden encontrar por la red, encontramos, por ejemplo, que Johnny Depp estuvo contratado para interpretar a Speed hasta que abandonó el proyecto un par de meses después cuando la cinta se quedó temporalmente sin director o que, a dicho puesto estuvieron temporalmente atados cineastas como Gus Van Sant o Alfonso Cuarón mientras que el libreto pasaba por las manos de Marc Levin, J.J. Abrams o Patrick Read Johnson.
Tras una intentona en firme de Vince Vaughn por revivir el interés por el proyecto que hubiera contado con él mismo como Racer X y que quedó en nada por pura dejadez de los estudios, no sería hasta que Joel Silver se implicó en él y contactó con los Wachowski que 'Speed Racer' pudo finalmente convertirse en una realidad que, ante todo, se iba a apartar de forma consciente de los derroteros adultos a los que habían aspirado todos sus predecesores, orientando el filme hacia una audiencia más amplia y de marcado talante familiar.
'Speed Racer', dibujos animados en imagen real
Un talante éste que, junto al resto de lo que vamos a poder encontrar a lo largo de sus dos horas y cuarto de metraje, queda plenamente expuesto en el primer tramo de película, toda una declaración de principios de los cineastas y guionistas acerca de lo que ellos quieren que sea su visión de 'Speed Racer', una mezcla entre pequeñas dosis de valores familiares mezclados con unas gotas de drama, sazonados con un humor infantil para aludir de forma directa a los más pequeños de la casa, rebozados en una factura visual asombrosa y alternados con secuencias de acción dispuestas a dejar boquiabiertos al más pintado.
Queriendo trasladar a celuloide parte del encanto que rebosaba del anime original, los Wachowski —auxiliados por John Gaeta, responsable de los efectos visuales de la trilogía de 'Matrix'— caracterizan 'Speed Racer' desde lo visual tanto con un colorido apabullante y chillón, muy propio de los dibujos animados, como con un acabado en el que primer plano y fondo quedan definidos con igual nitidez, dotando así a todo el filme de una personalidad muy diferente que, en el caso de las asombrosas set pieces que salpican la acción, se torna en pura genialidad.
Éstas, que se centran en las imposibles carreras de coches en las que participa Speed, están diseñadas con una precisión milimétrica para que el espectador no pierda el rumbo de qué está pasando y cómo está pasando, no quedando tapada su planificación con un montaje caótico que flaco favor habría hecho a las intenciones de los hermanos. Y aunque todas son espléndidas, y la que tiene lugar en "Casa Cristo" es de mandíbula al suelo, me quedo con la que cierra la cinta, veinte minutos de adrenalina por las nubes que rubrican de la mejor forma posible las intenciones de los cineastas y en los que la soberbia partitura de Michael Giacchino brilla con especial intensidad.
Atrás queda una trama que alterna lo puramente familiar e infantil con momentos de cierta hondura dramática —énfasis en lo de cierta, que nadie se engañe creyendo que vamos a encontrar aquí declamaciones Shakesperianas— y las ambiciones de un megalómano multimillonario que quiere controlar el mundo de las carreras y al que pone voz y rostro con suma convicción y carisma un Roger Allam en similares modos a los que le vimos en 'V de vendetta' ('V for Vendetta', James McTeigue, 2005), suponiendo lo mejor de un reparto que se queda en lo meramente correcto.
Que los primeros puedan resultar una molestia hasta el punto de sacar del visionado al espectador es algo que quedo constatado por las muchas y muy diversas críticas que recibió la decisión de incluir al hermano pequeño de Speed y al chimpancé que lo acompaña a todas partes. Unas críticas que apuntaban hacia el pobre maridaje que se daba entre los dos ámbitos de la cinta y que, personalmente, no encuentro tan molesta si se considera el universo del que proviene el proyecto y, sobre todo, la ecléctica personalidad de los directores —algo esto último que la magnífica 'El atlas de las nubes' ('Cloud Atlas', los hermanos Wachowski y Tom Tykwer, 2012) pone de relieve en todo su esplendor.
Con todo, si uno sabe lo que va a ver, deja a un lado posiciones cerradas con respecto a los contados momentos de alivio cómico y se sumerge de pleno en la parte más agradecida del metraje se encontrará en esos últimos minutos del mismo mordiéndose las uñas y en plena tensión por saber si Speed logrará ganar. ¿Que la película es sencilla? Sí, nadie lo niega. ¿Que en su sencillez encuentra sus mejores virtudes? Incuestionable. ¿Que los Wachowski son unos visionarios en el arte de narrar a 24 fotogramas por segundo? Eso, amigos míos, es algo que el tiempo terminará dejando muy claro y que esta película, con sus fallas y carencias, expone a las mil maravillas.
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