Como tantas otras de las que han pasado por este especial, la entrada de hoy bien podría haber terminado formando parte del ciclo de ciencia-ficción que, normalmente, encuentra su hueco los lunes por la mañana. De hecho, puede que a algunos os haya sorprendido descubrir que 'Los sustitutos' ('Surrogates', Jonathan Mostow, 2009) está basada en un cómic publicado por la editorial estadounidense Top Shelf Productions, una de tantas editoriales de sesgo independiente que pueblan el mercado regido por DC, Marvel e Image y que, poco a poco, va dejando más sitio a lo que tienen que decir los sellos pequeños.
Y esto es algo que como lector impenitente de tebeos hay que agradecer cuando, como ya hemos comentado en alguna ocasión, los títulos de las dos grandes no pasan por su mejor momento: poder acercarse a historias novedosas que no están atadas, bien a imposiciones establecidas por ejecutivos de alto standing que sólo entienden del vil metal, bien a movimientos que ya no se limitan a la viñeta, es un hecho que, por mucho que los brazos de la maquinaria Hollywoodiense sean prolongados, convierte a muchos títulos del cosmos editorial yanqui en el refugio perfecto de aquél que esté cansado del tebeo mainstream.
'Los sustitutos', el cómic
Un rápido vistazo a las páginas de 'Los sustitutos', dibujadas con gran personalidad por Brett Weldele, revela algo evidente al lector experimentado: que sin lugar a dudas nos encontramos ante un cómic independiente. Esto, que puede parecer una perogrullada, no lo es tanto si se considera que, de un tiempo a esta parte, las grandes editoriales han coqueteado, y mucho, con lo experimental de las viñetas del tebeo indie en un intento —no sabemos si desesperado o no— por captar aún más lectores que continúen nutriendo las legiones que ya siguen sus cabeceras mes a mes.
Unas legiones que, cegadas por la amplitud de la oferta de Marvel o DC tienen poco o nulo tiempo que dedicar a esa amplia mitad del Previews que ocupan el resto de ofertas mensuales y que, en el caso que nos ocupa, encuentra un perfecto escaparate de lo que el tebeo de ciencia-ficción independiente es capaz de ofrecer: con guión de Robert Venditti, 'Los sustitutos' marida con especial virtuosismo los patrones de la sci-fi con los del género negro y policíaco para construir una historia high-tech desarrollada en un futuro en el que la humanidad se ha encerrado en sus casas para vivir sus vidas a través de unos robots que se controlan con el pensamiento.
Ilustrado, como decía, por la fuerte personalidad del trazo y el color de Weldele —que mucho bebe de nombres como Bill Sienkiewicz o Ben Templesmith—, los cinco números que componen la miniserie original publicada por Top Shelf supusieron motivación suficiente para que Disney fijara sus miras en ellos con la intención de trasladarlos a la gran pantalla, adquiriendo los derechos en 2007 para el estreno que tendría lugar dos años después. Un 2009 que, en términos tebeísticos, sería aprovechado —que no sólo el cine es el que hace éstas cosas— por la editorial y los autores para publicar 'Flesh and bone', una novela gráfica situada quince años antes de los acontecimientos de la serie original.
'Los sustitutos', monotonía
Si a la hora de acercarnos a la producción de 'Los sustitutos' la tónica reinante a lo largo de los dos años que transcurrieron entre la adquisición de los derechos de adaptación y el estreno del filme sería la normalidad, y poca o ninguna anécdota hay que pueda traerse aquí a colación; lo mismo pasa cuando nos tenemos que referir a lo que la cinta propiamente dicha da de sí, dando aquí con uno de esos filmes que, haciendo gala de un buen nivel de producción y de un reparto bastante sólido encabezado por una estrella como Bruce Willis, se mueve por terrenos que rara vez trascienden el epíteto monocorde.
Manteniéndose el guión firmado a cuatro manos por John Brancato y Michael Ferris bastante cerca de lo que Robert Venditti planteaba en el cómic, y alejándose sólo de manera ostensible de las viñetas en un final bastante trágico que no casaba con la suerte de happy ending que quería imponérsele a la cinta —un final feliz que lo es, sobre todo, para su protagonista principal—, salvo lo agradecido que es siempre ver a Willis en la gran pantalla, aunque sea luciendo una pinta ridícula, escaso es lo que supera la barrera de lo estrictamente correcto en un filme que, ante todo, demuestra lo limitado de recursos de Jonathan Mostow.
Responsable de filmes que se mueven entre lo interesante —caso de 'Breakdown' (id, 1997) o 'U-571' (id, 2000)— y el fuerte talante prescindible que alcanzó la tercera entrega de 'Terminator' ('The Terminator', James Cameron, 1984), Mostow parece querer insistir aquí en que los mejores momentos de las dos primeras producciones fueron fruto de la casualidad, no encontrando en 'Los sustitutos' nada que nos haga pensar lo contrario. Antes bien, la torpeza con la que se resuelven las secuencias (pocas) de acción y lo inane del conjunto vienen a reforzar la mediocre impresión sobre un cineasta que, desde 2009, no se ha vuelto a acercar a la gran pantalla.
Contaminando al resto de departamentos de la cinta —al menos en parte, que ya he comentado que el diseño de producción es de un buen nivel—, y con la unánime opinión de la crítica tachándola de pérdida de tiempo, 'Los sustitutos' sumó a sus limitados logros el quedarse muy lejos de recuperar en la taquilla estadounidense sus 85 millones de inversión, convirtiéndose pues en un fracaso comercial en toda regla que, al menos hasta que se anunció el rodaje de esa poco atractiva cinta titulada 'Hunter's Prayer' —actualmente en post-producción—, pareció servir como vehículo de hundimiento de la carrera de su director. Habrá que ver que nos depara la cinta protagonizada por Sam Worthington, aunque ya os adelanto que, probablemente, será bien poquito.
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