Cómic en cine: 'Kick-Ass 2 - Con un par', de Jeff Wadlow

Si bien en principio había pensado incluir a 'Kick-Ass 2 - Con un par' (id, Jeff Wadlow, 2013) en la misma entrada que publicaba esta mañana sobre la primera parte de la adaptación del cómic homónimo de Mark Millar y John Romita Jr., he considerado finalmente más oportuno que la cinta cuente con su artículo propio y no quede como mera acotación de una predecesora que no sólo se sitúa, como decía hace unas horas, en ese grupo de películas a incluir dentro de lo mejor del "género", sino que vapulea a su antojo a una secuela por momentos indigna de dicha calificación.

Y es que, en términos generales, la esperada secuela de 'Kick-Ass - Listos para machacar' ('Kick-Ass', Matthew Vaugh, 2010) fue una sonora decepción: no sólo es que se quedara muy por debajo de su antecesora, es que su ritmo irregular, su humor aún más irregular y una dirección pobre en imaginación y recursos la convierten en un filme del montón que poco o nada tiene que ver con lo que Vaughn ponía en juego tres años antes.

'Kick-Ass 2', el cómic

Afortunadamente, no se puede decir lo mismo de una segunda entrega que, en su versión en viñetas servía para demostrar que ni Millar ni Romita Jr. se iban a dejar amedrentar por el éxito de crítica y público que habían tenido los ocho números que conformaron el primer arco argumental de 'Kick-Ass'. Es más, cabría afirmar que conforme la serie ha ido avanzando, lo ha hecho afianzada en la confianza de poder ir a más sin caer en la reiteración o la burda copia de esquemas anteriores y, al tiempo, superando sobradamente las expectativas que en ellas se ponían.

Tal es la citada confianza en que lo que estaban desarrollando era algo que valdría la pena ser leído que, tan sólo tres meses después de que se terminaran de publicar los siete números que esta vez componían la continuación de las aventuras de Dave y Mindy, Millar y Romita arrancaban con una miniserie de cinco ejemplares de título 'Hit-Girl' llamada a servir de puente de enlace entre la primera y la segunda parte y a aclarar muchos de los términos en los que comenzaba ésta última.

Con el mismo sentido de la hiper-violencia que ya ostentaba 'Kick-Ass', 'Kick-Ass 2' supone un salto de gigante en la escala de los acontecimientos que se nos narran, mostrándose Millar aún más brutal que en la primera parte gracias a la conversión del Red Mist de aquella —el hijo del mafioso al que masacraban nuestros héroes— en un cabronazo en toda regla en ésta que no se detendrá ante nada por conseguir ser coronado como uno de esos super-villanos de cómic completamente amorales.

En ese esfuerzo, guionista y dibujante incluyen aquí salvajes "secuencias" de asesinatos y violaciones grupales que conducen a un clímax asombroso y descomunal bajo la luz de los neones de Times Square. Un final que ya quisiera haber tenido para sí una adaptación cinematográfica que esta vez no iba a ser desarrollada al mismo tiempo que los cómics y que, en ese sentido, contaba con la gran ventaja de tener unas espléndidas viñetas previas a las que sólo tenía que dotar de movimiento.

'Kick-Ass 2', refrito con mal gusto

Desafortunadamente, si ya la primera parte se separaba de forma consciente de su contrapartida impresa debido a las ya consabidas necesidades narrativas de uno y otro medio, que 'Kick-Ass 2' haga lo propio hasta límites mucho más extremos es un craso error cuando —y esto lo puede constatar cualquiera que se haya acercado al cómic— el talante cinematográfico de la secuela escrita por Millar es de una solidez a prueba de bombas.

Que Jeff Wadlow ignore las innatas cualidades de las viñetas y se dedique a construir un relato tan poco agraciado como el que aquí podemos contemplar es uno de esos misterios que se pierden en los "pasillos de Hollywood". De hecho, que se potencie como se hace en el segundo acto la componente de "película de instituto" y que, llegado el momento, más que 'Kick-Ass' esto parezca una versión algo gamberra de 'Fuera de onda' ('Clueless', Amy Heckerling, 1995), habla con mucha vehemencia de lo que la cinta es capaz de ofrecer.

Y si el guión es una desangelada copia del original de Millar, y el humor cínico y políticamente incorrecto del escocés se ve sustituido por chistes sin gracia o de una personalidad muy equivocada —el momento en el comedor del instituto me sigue pareciendo de vergüenza ajena—, poco es lo que ofrece el filme en otros aspectos como para poder corregir su rumbo y que, al menos, el trance sea menos doloroso.

Como decía al comienzo, nada hay en el ritmo de la cinta a lo que asirse, ni mucho menos en una dirección errática que no tiene ni la más remota idea de cómo afrontar las secuencias de acción y que, para colmo, suponemos que por cuestiones presupuestarias, cambia el entorno de Times Square del último acto del cómic por el de una nave industrial en la que se desarrolla un clímax que es de risa, y no precisamente en el buen sentido de la expresión.

Tanto afecta la mediocridad a la tónica generalizada de la producción, que la práctica totalidad de los actores —a excepción hecha de un Jim Carrey magnífico— están tan sobreactuados como ridículos, no ayudando este fundamental punto de apoyo a que la percepción sobre la cinta salga del aprobado raspado que servidor le concedería a un título que, al contrario que su predecesor, uno no seleccionaría a no ser que fuera para determinar el rango de producciones más olvidables que han salido del mundo de la viñeta.

Otra crítica en Blogdecine | 'Kick-Ass 2: con un par', sangrienta, provocativa y mediocre

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