Fundada en los años 40 por Gian Luigi Bonnelli, la editorial conocida desde hace cinco décadas como Sergio Bonnelli Editore es, sin lugar a dudas, la más importante productora de fumetto de Italia, un país en el que las ventas del noveno arte se cuentan por millones —ya quisierámos aquí llegar a aspirar en el futuro a alcanzar la inmensa aceptación que el tebeo tiene allí— y que a nivel europeo sólo se sitúa detrás del todopoderoso mercado francobelga.
Tanto es así, que para lo que hoy nos interesa, os dejaremos con dos datos muy significativos. El primero, los 25 millones de títulos anuales que colocan a la compañía en el puesto que comentábamos. El segundo, los 800.000 ejemplares que sus dos series estrellas venden mes a mes. La primera, que data de 1948, es el archiconocido western 'Tex' —algunas de cuyas mejores historias tienen la autoría de nuestros Antonio Segura y José Ortíz—; la segunda, una cabecera de horror y misterio que vió la luz en 1986 bajo el nombre de 'Dylan Dog'.
'Dylan Dog', el cómic
Pero que nadie se tome esto al pie de la letra ya que los relatos de terror protagonizados por el bueno de Dylan suelen tener más moraleja mostrando las vergüenzas del ser humano que fenómenos paranormales. El investigador de lo oculto es un ex-agente de Scotland Yard cuyo interés personal se centra exclusivamente en aquellos casos que bien se podrían tachar de insólitos y, ahora sí, con ciertos aspectos que escapan a nuestro entendimiento
Estas peligrosas indagaciones no le proporcionarán el sustento necesario como para llevar una vida más cómoda junto a su compañero de correrías, Groucho, personaje que aporta el toque de humor necesario con su discurso ácido y socarrón, chascarrillos que no hacen más que evidenciar el homenaje explicito al recordado Julius Henry. Si a esto añadimos la mala costumbre de no cobrar honorarios cuando el cliente es una bella dama, nuestros protagonistas siempre están con el agua al cuello.
De entre los autores que han dejado su impronta con alguna aventura a lo largo de los casi treinta años de publicación que 'Dylan Dog' arrastra hoy en día, Tiziano Sclavi brilla por encima de todos por tratarse del creador de un personaje que, curiosidades de la vida, adoptó inicialmente la fisionomía de Rupert Everett por expreso deseo del autor.
Descubridor de una fórmula que se repite una y otra vez pero que consigue encandilar a todo aquel que se acerca a estos fumetti, los episodios de 'Dylan Dog' casi siempre pueden terminar resumiéndose en un giro de guión algo esperado por el respetable pero que consigue atesorar el ingenio suficiente como para no insultar la inteligencia del lector.
'Dylan Dog: Los muertos de la noche', Constantine meets Buffy meets Underworld
'Dylan Dog:Los muertos de la noche' ('Dylan Dog.Dead of Night', Kevin Munroe, 2010) es, antes de entrar en cualquier otra disquisición, una película mala que da mal nombre a las adaptaciones del cómic, que juega en contra de que la apreciación del gran público de este sesgo de cine supere la barrera de "es sólo para frikis" y que provocó no pocas ganas de, bien salir despavorido del cine en el que la sufrí por primera vez, bien de asaltar a los irresponsables que la pusieron en pie para pedirles explicaciones por tamaña afrenta cinematográfica.
Y es que, como ya hemos visto en incontables ocasiones desde que comenzáramos este especial, cualquier parecido entre la adaptación de 'Dylan Dog' y el personaje de cómic es pura casualidad. Abandonando toda la componente de crítica hacia los problemas de la sociedad moderna de la que la serie de Sclavi siempre ha hecho gala, el guión obra de Thomas Dean Donnelly y Joshua Oppenheimer se deja llevar por un talante paródico y un humor de corte adolescente que, no cabe duda, empobrecen sobremanera el resultado final.
Como bien reza el titular, en lugar de preocuparse por dotar de personalidad propia a la cinta, lo que los guionistas consiguen mientras avanza la acción es que el público más o menos experimentado sea dolorosamente consciente de cuáles han sido las fuentes principales de las que bebe un libreto que no parece más que la reimplementación de cualquier capítulo del 'Buffy' de Joss Whedon con cierta inspiración de la saga de licántropos y vampiros encabezada por Kate Beckinsale y, sobre todo, una determinante influencia de la cinta protagonizada por Keanu Reeves.
De hecho, es a 'Constantine' (id, Francis Lawrence, 2005) a quien más le debe este equivocado producto, ya sea por el cinismo que se intenta —énfasis en intenta— instilar en el personaje encarnado por un nada convincente Brandon Routh —pésima decisión de cásting—, ya por acompañar a éste de un Sam Huntinton que trae a la memoria, y cómo, a Shia LaBeouf ya porque el argumento, en líneas generales, recuerda poderosamente a lo filmado por Lawrence.
Trasladando la acción original de los cómics de Londres a Nueva Orleans y contando con un presupuesto de 20 millones de dólares que termina ayudando a que la cinta parezca, en términos de efectos visuales, un capítulo de la citada 'Buffy' venido a más —una percepción a la que nada ayuda la muy mediocre y en ocasiones confusa dirección de Kevin Munroe—, lo que uno termina preguntándose es algo que ya hemos hecho en otras ocasiones al acercarnos a unas mal llamadas adaptaciones de cómics.
Y eso no es otra cosa que: si se cuenta con un material de partida asentado y con gran personalidad, ¿por qué diantres alterarlo de tal manera que el producto final se parezca al original en el insignificante detalle de que ambos ostentan el mismo título? Un misterio éste que bien podría ser investigado por el Dylan Dog de las viñetas pero al que el mamarracho que vemos en la cinta sería incapaz de dar solución.
Por cierto, apunte curioso: protagonizada por Rupert Everett y dirigida por ese alumno poco aventajado de Dario Argento que es Michele Soavi, 'Mi novia es un zombi' ('Dellamorte Dellamore', 1994) adaptaba la novela homónima firmada por Tiziano Sclavi que serviría al escritor posteriormente para poner en pie 'Dylan Dog'. Paradójicamente, la cinta es bastante más fiel al espíritu del personaje, aunque no venga protagonizada por él, de lo que podemos encontrar en ésto que hoy ha ocupado nuestro tiempo.
Ver 6 comentarios