Cuando en junio del año pasado suspendía mi actividad de forma momentánea en Blogdecine, dejar parado este especial de Cómic en cine era quizás la parte más "dolorosa" de dicha decisión. A fin de cuentas, aún quedaban por repasar más de cincuenta títulos entre los que se contaban muchas de las mejores adaptaciones —y algunas de las peores— que el séptimo arte ha hecho del noveno, y como apasionado de ambos mundos, tener que abandonar la oportunidad de hablar de ellos era, como digo, una carga que pesaba sobre mi ánimo.
Curiosamente, dentro de ese amplio abanico no se encontraba la cinta —las dos cintas y el spin-off, mejor dicho— con la que hoy reanudamos un recorrido que, si nada lo impide, alcanzará su conclusión durante el próximo verano. Y es que si bien conocía la adaptación a serie de animación de este manga que tanto éxito ha cosechado desde su publicación, no tenía ni la más remota idea de que el cine nipón se había acercado al cómic de Ohba y Obata y, menos aún, que lo había hecho de formas que podrían ser calificadas de brillantes.
'Death Note', el manga
'Death Note' cuenta con una premisa de partida bastante atractiva ideada por una pareja de autores que poco a poco han escalado hasta lo más alto del tebeo japonés: Tsugumi Ohba y Takeshi Obata. La historia tiene como protagonista principal a Light Yagami, un inteligentísimo estudiante que a punto de entrar en la universidad, encuentra un extraño cuaderno. Tras examinarlo y no ver nada especial descubrirá que se trata de un arma muy poderosa ya que cuando escribe el nombre de cualquier persona, ésta muere irremediablemente.
El cuaderno se rige por una serie de reglas que Light irá descubriendo a base de usar la libreta para poner fuera de circulación a todo tipo de criminales. Asumiendo una nueva identidad, la de Kira, pronto tendrá a toda la policía de Japón tras su pista y, sobre todo, a L, un joven investigador que se convertirá en la némesis de Light protagonizando un enfrentamiento intelectual francamente interesante ya que el detective promete dar caza al poderoso asesino aunque sea lo último que haga.
El cuidado y el mimo con el que Ohba y Obata fueron preparando las muy diversas tramas que componen los varios volúmenes de 'Death Note' es algo que se hace notar especialmente en el resultado final ya que tanto a nivel gráfico como argumental, el manga es sobresaliente. Deudor directo de los mejores enfrentamientos entre Sherlock Holmes y James Moriarty, el guión conjuga a la perfección lo mejor de la novela negra con unas gotas de los elementos sobrenaturales que tanto gustan en el mundo del tebeo nipón, necesarias, en este caso, para poder explicar el origen del peligroso cuaderno.
Thriller espeluznante, tanto por su planteamiento inicial como por lo que podemos leer a lo largo de toda la obra, de entre las muchas virtudes que cabría destacar de 'Death Note' se cuentan, de una parte, el virtuosismo de Obata a la hora de narrar y caracterizar a los personajes y, de la otra, lo que Ohba logra definiéndolos, mostrando todos ellos una complejidad pocas veces vista en un manga que a medida que avanza la historia evolucionará a la misma vez que una trama que alcanza momentos de enorme tensión. No es de extrañar que en España fuera todo un bombazo desde su primera edición y que sean ya varias las que, ya de mano de la desaparecida Glénat, ya de Norma, hayan ido pasando por las estanterías de las librerías especializadas.
'Death Note', al pie de la letra
Si hay una cualidad que los aficionados al cómic casi siempre contamos como inexcusable a la hora de sentarnos en la butaca de cine a ver una adaptación es que ésta intente ser lo más fidedigna posible al producto original; considerando siempre, por supuesto, que tebeo y producción cinematográfica son medios narrativos diferentes con exigencias diferentes y que, en última instancia, las necesidades de contar una historia a 24 fotogramas por segundo pueden —y en algunos casos deben— apartarse de lo que dicta el producto original.
Éste argumento, que tiene plena validez cuando se trata de literatura pero queda algo más diluido al hablar del cómic por lo mucho que éste ha ido incorporando a lo largo de las décadas mecanismos del lenguaje cinematográfico, es el que en muchas ocasiones se esgrime para desmontar la posible validez de la aproximación de un cineasta a tal o cual tebeo o el que, usado en términos opuestos, ha servido a muchos para arremeter contra la precisa traslación a la gran pantalla de cabeceras como 'Watchmen' (id, Zack Snyder, 2009), 'Sin City' (id, Robert Rodríguez y Frank Miller, 2005) o '300' (id, Zack Snyder, 2006), por citar los ejemplos más conocidos.
Unos ejemplos éstos últimos a los que 'Death Note' ('Desu nôto', Shûsuke Kaneko, 2006), su continuación directa, 'Death Note: the Last Name' ('Desu nôto: The last name', Shûsuke Kaneko, 2006) y el spin-off centrado en L que en 2008 firmaba Hideo Nakata, vienen a unirse de forma brillante, componiendo Kaneko con sus dos entregas una espectacular traslación de las viñetas de Obata a celuloide en las que son, probablemente, dos de las mejores adaptaciones de manga —y por extensión de cómic, qué duda cabe— que hayamos podido ver hasta el momento.
Las responsabilidades de ello se dividen de forma más o menos equitativa entre la dirección de Kaneko, los libretos firmados por Tetsuya Oishi y las convincentes interpretaciones de la pareja protagonista, brillando con especial intensidad la asombrosa traslación que Ken'ichi Matsuyama hace de ese superdotado adolescente que es L, el investigador con el que contará la policía nipona para intentar atrapar a Light Yagami, el chaval que se topa con el cuaderno de muerte lanzado a este mundo por Ryuk, un shinigami — los dioses que invitan a los seres humanos hacia la muerte— con ganas de salir del aburrimiento de su existencia.
Como decía, al margen del más que correcto trabajo enhebrado por los intérpretes en términos generales, 'Death Note' se hace fuerte en un guión que sabe como trasladar las fortalezas del original y adaptarlas a la gran pantalla —algo sencillo, no obstante, teniendo en cuenta las cualidades cinematográficas de lo que Ohba planteaba en las páginas del manga— y en una dirección que consigue, ante todo, que las dos horas de metraje se nos pasen en un suspiro y nos dejen con ganas de mucho más.
Unas ganas que quedan por supuesto colmatadas por los 140 minutos de su continuación —tanto o más intensos que los de la primera parte por cuanto aquí se resuelve todo— y que podrían haber sido rematados en mejores formas por los que Nakata dedica a analizar al personaje de L en un filme que no es todo lo brillante que cabría esperar del autor de 'The Ring: el círculo' ('Ringu', 1998). Con todo, una saga a descubrir de unos cómics que son lectura obligada para cualquier amante del medio.
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