Se había desatado la locura. Si bien ya hemos afirmado por estas mismas líneas que 'X-Men' (id, Bryan Singer, 1999) supuso el pistoletazo de salida definitivo para el asentamiento de los cómics de superhéroes en el cine, está muy claro que los 800 millones de recaudación que 'Spider-man' (id, Sam Raimi, 2002) recogió a lo largo y ancho de las taquillas de medio mundo fueron el golpe que Marvel necesitaba para comenzar el desembarco masivo de todas aquellas producciones que llevaban cierto tiempo desarrollándose pero parecían permanecer a la espera de la confirmación de que el público estaba preparado para asimilar a tipos con mallas por todas partes.
Tanto es así, que sólo en 2003, llegarían a ver la luz hasta tres producciones con personajes de La Casa de las Ideas, un número al que irían sumándose las dos que tendremos la ocasión de repasar cuando lleguemos a 2004, las tres que se estrenarían en 2005 y así hasta llegar a 2008, momento en que los estudios comenzarían a tomarse más en serio su Universo Cinematográfico dando comienzo a la continuidad que desde entonces hemos podido ver en la gran pantalla a través de los nueve títulos estrenados hasta el momento.
'Daredevil', el cómic
Como tantos otros personajes de la Marvel, 'Daredevil' nacía de la muy prolífica pluma de Stan Lee allá por 1964. Con los dibujos de Bill Everett, el responsable de haber creado casi tres décadas antes a Namor, la serie comenzaría pronto a cambiar de lápices, pasando la autoría de las páginas por nombres como los de Wally Wood o John Romita Sr. antes de llegar al artista que determinaría una buena parte de la mitología clásica del alter ego de Matt Murdock. Su nombre, Gene Colan, su legado, casi ochenta números de una serie que con él en la narrativa ganó muchísimos enteros.
Responsable de traducir las intenciones de Lee en un guión acabado —el afamado creador de Marvel nunca llegaría a darle un argumento detallado página por página—, Colan es uno de los tres-cuatro nombres que resulta ineludible citar cuando estamos hablando de 'Daredevil', una colección que, muy a la manera de 'Spider-man' introducía a un héroe cercano, un abogado de La Cocina del Infierno que, cegado por un accidente cuando era aún un chaval, vería aumentados sus otros sentidos hasta unos sobrenaturales extremos que terminarían ayudándole en la lucha contra el crimen en Nueva York.
Ya en esta primera etapa de la serie, se definen muchas de las constantes que el héroe conservará, en mayor o menor medida, a lo largo de su prolongada andadura editorial, presentando Lee y Colan a muchos de los villanos que desde entonces forman parte de la galería de sospechosos habituales del Universo Marvel así como a puntales personajes como Foggy Nelson o Karen Page, compañero del bufete y amigo de Matt el primero, novia problemática con cierta propensión a meterse en terribles líos de los que Daredevil tiene que sacarla, la segunda.
Ahora bien, si hay un nombre que sobresale por derecho propio sobre cualquier otro de los muchos que en un momento u otro han recalado en la serie, ese es el de Frank Miller: tras una década, la de los setenta, en la que Daredevil había pasado por las habilidosas manos de consagrados autores como Gerry Conway —que cuando empezó a guionizar el cómic contaba con la tierna edad de 18 años—, Steve Gerber, Len Wein, Gil Kane o Marv Wolfman, la colección comenzaba a estar de "capa caída" y necesitaba de un revulsivo que volviera a conseguir el favor del público que había perdido de forma paulatina.
Miller, recién incorporado a la serie, no se encontraba a gusto con lo que Roger McKenzie estaba desarrollando en ese momento en los guiones y, en uno de esos movimientos editoriales que empiezan siendo descabellados y acaban por revelarse como visionarios, el editor Denny O'Neil decidió que lo que requería 'Daredevil' era savia nueva. Ni corto ni perezoso, despidió a McKenzie y otorgó a Miller la posibilidad de hacer lo que quisiera con el personaje, dándole plenos poderes al hacer de él artista completo al frente de una colección que nunca volvería a ser la misma.
Ignorando por completo toda la continuidad anterior, Miller se reinventaba al Hombre sin Miedo trastocando por completo su pasado —cambiando, por ejemplo, la personalidad de su padre de un progenitor modelo a un maltratador borracho—, importando desde las páginas de 'Spider-man' a ese Kingpin que había de convertirse en la archinémesis del héroe ciego y poniendo en el camino de Matt Murdock a uno de los personajes mejor descritos y más trágicos de la historia de la Marvel, la asesina Elektra, una mujer llamada a poner patas arriba todo el microuniverso del justiciero urbano.
En los veintitrés números que estuvo al frente de la colección, Miller, con la ayuda indispensable de Klaus Janson, consiguió convertir a Daredevil de un personaje de segunda a uno de los puntales más reconocibles del Universo Marvel, y con su abandono de la serie en el número 191 de 1983, el artífice de 'Sin City' cerraba una primera etapa con el personaje que se iría completando a lo largo de los años con intermitentes intervenciones que no harían sino reforzar la clara impresión de que sin su intervención es probable que el "cuernecitos" no fuera quien es hoy en día.
De entre los proyectos con los que Miller volvería a tocar con su varita mágica al personaje, es obligado detenerse brevemente en tres que sirvieron para aumentar más aún la ya amplia leyenda que en torno al polémico artista y su relación con Daredevil. Por orden de aparición, éstos fueron el 'Born Again', que dibujaría con maestría David Mazzuchelli; la novela gráfica de 'Elektra Lives Again', todo un dechado de experimentación gráfica por parte de Miller y la miniserie de 'El hombre sin miedo', ilustrada de forma soberbia por John Romita Jr.
Pero, claro está, mientras Miller continuaba su trabajo fuera de la serie —y de Marvel—, y revolucionaba el medio con cuatro números de cierto hombre murciélago, la serie regular de 'Daredevil' continuaba su andadura en virtud de la llegada de Ann Nocenti, una autora que firmaba la etapa más prolongada en la que nadie haya estado, al menos hasta el momento, al frente de las aventuras del héroe invidente, colaborando codo con codo durante gran parte de los casi cinco años que estuvo en el puesto de guionista con el citado Romita Jr.
Finalizando los ochenta y empezando los noventa de mano de una guionista que sacó a relucir en las páginas de la colección problemáticas sociales como el feminismo, el abuso de las drogas o los peligros de la proliferación de la energía nuclear, Nocenti sería sustituida en 1991 por D. G. Chichester otro nombre que supo mantenerse largo tiempo —cuatro años— junto a Matt Murdock y su alter ego y al que debemos, entre otras cosas, la resurrección de un personaje que, de haber sido por su creador, habría permanecido muerto para siempre —y no, no voy a desvelar quién es, haceos un favor y leed los cómics.
Y así llegamos a otro momento puntal en la historia de la serie, el que supondría la cancelación de la numeración original, y el reinicio de la cabecera bajo el sello de corte más adulto llamado Marvel Knights que, ideado por Joe Quesada, intentaba atraer al público algo más maduro a las páginas de los tebeos. Con el que fuera Editor en Jefe de la Marvel como dibujante y con un Kevin Smith que firmaba su primer trabajo de envergadura en el mundo del noveno arte, esta nueva encarnación del personaje supuso una necesaria bocanada de aire fresco a una colección muy necesitada de un cambio radical.
Será tras la marcha de Smith y Quesada, y después de la corta estancia de David Mack en la serie, que desembarcará en sus páginas Brian Michael Bendis, uno de los guionistas que más ha ayudado —y sigue ayudando— en la construcción del Universo Marvel actual y cuya etapa en 'Daredevil', con los espectaculares dibujos de Alex Maalev es vista por muchos como directa rival de la de Miller a la hora de señalar lo mejor que ha dado hasta ahora la serie de El Hombre sin Miedo. ¿Será capaz la actual encarnación del personaje con Mark Waid y Chris Samnee superar a ambas? Sólo el tiempo lo dirá.
Un guión calamitoso para un desastre de reparto
Con los derechos del personaje adquiridos por la Fox hacia 1997 y Chris Columbus como primer director atado al proyecto, la delicada situación por la que pasó Marvel a finales del siglo pasado provocó que la major dejara expirar la oportunidad de llevar a la gran pantalla al Hombre sin Miedo, comenzando un breve pero intenso cambio de manos en el que participaron Sony y, finalmente, New Regency, compañía que pondría en marcha la traslación a celuloide de 'Daredevil' (id, 2003) y que contaba con Mark Steven Johnson como guionista y realizador del filme.
El cineasta, que hasta entonces contaba en su haber con un currículo que no parecía el idóneo para afrontar lo que se le venía encima —suyos eran los guiones de las dos irregulares entregas de 'Dos viejos gruñones' ('Grumpy Old Men', Donald Petrie, 1993)—, era un fan declarado de los cómics y, en palabras del productor ejecutivo Kevin Feige, "había escrito uno de los mejores guiones que se habían recibido en las oficinas de Marvel". Que dichas afirmación estuviera realizada bajo los efectos de algún narcótico o con varias copas encima es algo que queda puesto en evidencia cuando uno se acerca a las incontables equivocaciones que va sumando 'Daredevil'.
En lo que al libreto en exclusiva compete, el trabajo de Johnson intenta rendir pleitesía a tantos frentes que al final termina por desdibujarse en el vano intento de ser lo más fidedigno posible a lo que las cuatro décadas del personaje planteaban en las páginas del cómic. No soy yo el que dirá que no hay buenas ideas en lo que el cineasta concreta para esta su primera incursión en el mundo de los superhéroes —ya tendremos ocasión de hablar de lo horrendo de la segunda— pero todas ellas quedan ahogadas en un océano despersonalizado y carente de interés.
Demasiado minúsculos para suponer un motivo de peso mediante el que sacar a la producción de su mediocridad, los apuntes sueltos sobre Elektra, la relación entre Matt y Foggy, o el que Kingpin sea responsable casi directo del ansia de justicia y venganza del héroe son tapados, como decía, por un tratamiento sin atisbo de carisma que no consigue dotar de voz propia ni al personaje central ni a los varios secundarios que conforman el telón de fondo de este drama urbano de acción que es 'Daredevil'.
(Atención, SPOILERS) Es más, el pretendido carácter trágico que ciertos acontecimientos deberían ir revistiendo a lo largo del discurrir de la trama es tan sumamente inocuo que ni la muerte del padre de Matt, ni aquella del progenitor de Elektra ni, por supuesto, el momento en que esta es atravesada por un sai de mano de ese ridículo villano que es Bullseye, quedan grabados en la retina del espectador más allá de los breves segundos que tarda Steven Johnson en cambiar de escena y trasladar la atención del respetable a otro inane punto de su discurrir narrativo. (Fin SPOILERS)
Bien es cierto que no es que los actores supongan una gran ventaja a la hora de hacer creíble aquello que dimana de las páginas del libreto del realizador, y también lo es que en 'Daredevil' se dan probable cita los mayores errores de reparto que hemos tenido que soportar en una película Marvel. A la cabeza de los mismos, cómo no, un Ben Affleck que sería todo lo fan que quisiera del personaje —llegó a afirmar en su momento que se había leído todos y cada uno de los números de la serie— pero que desde el momento en que aparece en pantalla chirría de formas que se mueven entre lo incómodo y lo deleznable.
No logrando convencer ni como ese abogado ferviente buscador de la justicia que es Matt Murdock, ni como la ruda encarnación de la misma que es Daredevil, Affleck consigue, el solito, hacer descender a la apreciación del filme de forma considerable y queda la duda de si Vin Diesel, Matt Damon o Guy Pierce hubieran dado más la talla como el héroe ciego. Eso sí, que nadie crea que Affleck se encuentra solo en esta tarea de demoler al filme, ya que Jennifer Garner, Colin Farrell y Michael Clarke Duncan vienen en su auxilio para terminar de arruinar la función.
Con nombres como los de Penélope Cruz, Salma Hayek, Natalie Portman, Lucy Liu, Jessica Alba, Katie Holmes o Rhona Mitra considerados para dar vida a la letal asesina que es Elektra, que esa "carita de angel" de Jennifer Garner fuera la elegida final para el papel es de esas decisiones que aún hoy cuesta entender: no sólo es que la actriz no de el tipo como esa "morenaza mediterránea" que es el personaje creado por Miller es que, acrobacias físicas al margen, la nula química de Garner con su futuro marido arruina cualquier posibilidad de dotar de credibilidad a una relación que debería haber sido pura pasión.
Completando el cuarteto, contamos primero con un Colin Farrell que a las puertas estuvo de ser Daredevil y que, histriónico como el sólo, crea un villano amanerado, irritante y risible en extremo unas cualidades que se diluyen de forma somera en puntuales —muy puntuales— momentos pero que, llevadas al límite en otros muchos, hacen que terminemos hastiados muy pronto de Bullseye tanto como lo hacemos de ese Kingpin carente de carisma —siento repetir el epíteto, pero es que brilla por su ausencia de forma alarmante— al que da vida el corpulento y desaparecido Duncan.
'Daredevil', oportunidades desaprovechadas...1st round
Sería injusto para con el trabajo tras las cámaras de Mark Steven Johnson, terminar éste artículo sin hacer mención a que no todo es un desastre insalvable en este desaguisado que es 'Daredevil': con el fuerte del cineasta en las secuencias de acción, y por mucho que sean todas nocturnas y nos impidan muchas veces ver con claridad qué diantres está pasando, las varias que el filme tiene dispersas por su metraje constituyen los momentos en que la cinta se salva del absoluto tedio que es el resto de la función —y da igual aquí que hablemos de la versión que se estrenó en cines o el montaje del director que apareció en formato doméstico.
Pero claro, cuando éstas se encuentras insertas en un conjunto con unos diálogos que alternan lo cursi con lo ridículo y que ostenta sin rubor secuencias como la de la "peleita" de barrio entre Matt y Elektra a los cinco minutos de conocerse —el ejemplo más claro y rotundo del desastre que es la cinta— o aquella en la que, sin venir a colación de nada, vemos a la asesina entrenándose, termina resultando inevitable afirmar que 'Daredevil' es uno de los puntos más bajos del recorrido de la Marvel en el séptimo arte.
Insisto, UNO, que no el más bajo ya que, en los once años que han transcurrido desde su estreno no pocas han sido las citas cinematográficas con la Casa de las Ideas que nos han deparado encuentros aún más olvidables de lo que ya es el filme que hoy ha ocupado nuestro tiempo. Esperemos que, una vez se concrete y podamos asomarnos a los resultados finales, la serie de Netflix que supuestamente se estrenará en 2015, borre de un plumazo un título de esos con los que los aficionados a ambos mundos nos casamos lo justo y necesario. Esto es, desde lejos...desde muy lejos.
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