"Aquí yace Batman. El héroe de Gotham. 1989-1997". Si esa podría haber sido la ficticia lápida que acompañara al transitar de casi una década del hombre murciélago en el cine, está claro que el obituario podría haber rezado algo como "Nos ha dejado Batman. Nacido en 1939 de la fértil imaginación de Bob Kane, es Tim Burton, su padre cinematográfico, quien más llora su cruenta y prematura muerte a manos de Joel Schumacher. Le sobreviven una legión de fans que todavía siguen preguntándose a quién diantres se le ocurrió perpetrar 'Batman y Robin'. D.E.P".
Con la franquicia en el paupérrimo estado en el que la había dejado su cuarta entrega, que Warner tenía que reiventarse a Batman en la gran pantalla si quería perpetuar el éxito que el personaje había cosechado años atrás, era algo tan obvio como el que dicha reinvención debía pasar por un cambio radical. Un cambio que debía hacer oídos sordos a las primeras propuestas que el cineasta y Mark Protosevich habían presentado al estudio cuando éste, impresionado por los dailies del rodaje de 'Batman y Robin' ('Batman & Robin', Joel Schumacher, 1997), contrataba al director de nuevo para un quinto filme titulado 'Batman Triumphant'.
Muchos Batman y ninguna película
Con una fecha tentativa de estreno para mediados de 1999, Warner tuvo que recular ante las duras críticas que recibió el filme, y las nuevas opciones de llevar a la gran pantalla al personaje pasaban, bien por una adaptación en imagen real de 'Batman Beyond' (id, 1999-2001), bien por tomar la magistral 'Batman: Año uno' y trasladarla a celuloide. Con Schumacher interesado en ésta última, una tercera opción que pasaba por plantear un futuro similar al de 'El regreso del caballero oscuro' de Frank Miller entraría en liza con las anteriores en 1998.
A todas ellas vendría a unirse a principios de siglo la fuerte apuesta que Darren Aronofski hacía junto al creador de 'Sin City' para ser los encargados de llevar a cabo una fidedigna adaptación de la citada 'Año uno', y ya por aquél entonces se comenzaba a hablar de Christian Bale como el actor idóneo para encarnar tanto a Bruce Wayne como a su oscuro alter ego. Pero tanto los planes de Aronofski, como el pretendido spin-off de Catwoman o cualquiera de los proyectos anteriormente citados se terminarían abandonando por un plan mucho más ambicioso, aquel cacareado filme que uniría a Batman y Superman en la gran pantalla.
Con guión inicial de Andrew Kevin Walker reescrito para la ocasión por Akiva Goldsman, 'Batman vs Superman' habría sido el proyecto destinado no sólo a sustituir a todos los anteriores, sino también a 'Superman: Flyby' cinta que ya había sido aprobada por Warner a partir de un libreto de J.J. Abrams y que, con McG como director en primera instancia, pasaría a manos de Wolfgang Petersen toda vez el anterior abandonara la producción en favor de la infumable secuela de sus "ángeles". Cancelado también el filme de Superman, el realizador teutón pasaba a ser el potencial encargado del cruce de personajes.
Y entonces, llegó Nolan...Christopher Nolan
2003 se había marcado como fecha inicial para el rodaje de una cinta que se habría estrenado en 2004 y que terminaría cancelándose eventualmente cuando Warner decidió que era mejor centrarse en títulos individuales de los personajes. Pero ese año, el 2003, terminaría siendo crucial para la historia cinematográfica del caballero oscuro por ser el punto de partida para 'Batman Begins' (id, Christopher Nolan, 2005), el título llamado a revitalizar, y de qué manera, al personaje creado por Bob Kane a finales de los años cuarenta.
Los encargados de ello, un cineasta de origen británico y un guionista americano. El primero había sorprendido a propios y extraños con ese extraordinario segundo filme que había sido 'Memento' (id, 2000) y, tras la más tibia acogida que había tenido su tercera incursión en la gran pantalla —la efectiva 'Insomnio' ('Insomnia', 2002)—, se había aproximado a la Warner con la firme intención de ser el realizador que insuflara nuevos y más realistas aires al hombre murciélago, alejándolo lo más posible de las estéticas camp y los pezones mal entendidos de Schumacher.
El segundo era un viejo conocido del mundo del cómic tanto en viñetas como en la gran pantalla. Responsable de algunas de las mejores historias que habían acompañado a la 'Liga de la justicia' a finales de los noventa, David S. Goyer había firmado los guiones de cintas como 'El Cuervo: Ciudad de ángeles' ('The Crow: City of Angels', Tim Pope, 1996), la magistral 'Dark City' (id, Alex Proyas, 1997) o la trilogía de 'Blade' (id, Stephen Norrington, 1998). Un currículo que, unido el lamentable trabajo efectuado en 'Man of Steel' (id, Zack Snyder, 2013), lleva a preguntarse cuánto de él hay en los guiones de las nuevas andanzas de Batman.
Un Batman con claras influencias
Sin querer entrar en hipotéticas valoraciones acerca de quién de los dos es más responsable del libreto de lo que finalmente veríamos en pantalla en 2005, lo que sí queda claro a la luz de 'Batman Begins' es lo variado del material impreso que sirvió como influencia para la historia que Nolan y Goyer desarrollan en la cinta. El cineasta admite que su punto de partida fue 'El hombre que cae', una historia corta escrita por el legendario Dennis O'Neil y dibujada por el no menos mítico Dick Giordano que servía como repaso a la vida de Bruce Wayne y en la que se describían los viajes del millonario alrededor del mundo para formarse.
Con esa idea plasmada de forma precisa durante el tramo inicial del metraje de 'Batman Begins', el resto de préstamos de la cinta desde las páginas aviñetadas son, supuestamente, responsabilidad de Goyer. Y aquí cabría citar tanto esa continuación de 'Año uno' que era la historia en dos partes ideada por Jeph Loeb y dibujada por Tim Sale —compuesta por 'El largo Halloween' y 'Batman: Victoria oscura'— como al puntal título con el que Frank Miller y David Mazzuchelli habían planteado el primer año de vida del personaje después de la renovación del Universo DC que supusieron las 'Crisis en tierras infinitas'.
Unido a tales referencias, si hay algo que determina lo que en última instancia será 'Batman Begins' es la temprana voluntad de Nolan de que "el mundo de Batman estará atado a la realidad. Será reconocible y contemporáneo sobre el que se alzará la figura de un héroe extraordinario", citando el cineasta al 'Superman' (id, 1978) de Richard Donner como el ejemplo cinematográfico a seguir. Vamos, que con todo lo anterior, muy mal se le tendrían que haber planteado las cosas al director para que esta primera entrega de lo que terminaría convirtiéndose en trilogía hubiera fallado en convertirse en un éxito crítico y de taquilla.
Las claves del éxito
Muchos son los frentes a los que cabría apuntar aquí para justificar el porqué 'Batman Begins' y, aún más, sus secuelas, consiguieron convencer de manera tan generalizada a un público que abrazó casi sin reparos las renovadoras propuestas que Nolan trajo para el personaje. Y si bien muchas de ellas serían dignas de un estudio sociológico, por cuanto son el punto de partida del "Nolanismo" y esa firme creencia de que el cineasta británico es una especie de Dios cinematográfico infalible, atenderemos aquí a las estrictamente artísticas, tanto o más interesantes que las anteriores.
No cabe duda que, sin entrar a valorar su infalibilidad, la elegante puesta en escena de Nolan es primera y última responsable de que 'Batman Begins' sea la sólida base de partida para una trilogía que irá ganando en espectacularidad de planteamientos conforme vayamos adentrándonos en ella: sus formas narrativas, que consiguen maridar claras influencias del cine clásico con el ritmo que se le imprime a la acción en el cine contemporáneo, determinan, entre otras cosas, el fácil fluir de un metraje que transcurre en un suspiro y, por supuesto, deja con ganas de muchísimo más.
Nolan compone así un ejercicio en el que esa semblanza de fluidez se apoya en el preciso equilibrio logrado entre la vertiente expositiva del metraje, destinada a definir a los personajes, y las tres set-pieces que terminan jalonándolo. La primera de ellas, la que transcurre en Bután, ya supone todo un ejemplo de planificación y ejecución espléndido que, además, sirve para comenzar a dar muestras del ajuste de la acción a la idiosincrasia del personaje, con esos planos cerrados y un montaje en apariencia confuso orientado a servir de reflejo de lo que Batman supone para aquellos a los que se enfrenta.
Un hecho éste en el que se insistirá tanto con la segunda, la que arranca en Arkham e incluye la increíble persecución con el Tumbler —atención al temazo que compone Hans Zimmer—, como con ese clímax final que sigue dejando boquiabierto cada vez que volvemos a verlo: veinte minutos de acción non-stop que no dejan de lado en ningún momento el seguir al servicio de lo que requiere la historia y huyen conscientemente de posicionarse como un mero vehículo vacío por completo de contenido en el que se olvide, como pasa en tantas y tantas producciones, continuar fundamentando las acciones de los personajes.
Y si la dirección es primera y última responsable, lo que queda en medio es un cúmulo de hallazgos que pasan, primero, por los incontables aciertos que va sumando el guión, ya sean éstos los que atañen a los espléndidos diálogos, a los necesarios guiños a los lectores de cómic —perfectamente introducidos en el discurrir de la historia— y a una trama que sirve de brillante crisol en el que fundir lo mejor de la mitología del caballero oscuro para obtener una pieza de orfebrería que ir puliendo con los añadidos de la segunda y tercera parte, pasando necesariamente el entendimiento de la trilogía como un todo indivisible.
Sin fallos flagrantes en el libreto contra los que arremeter —algunos hay, pero creo que son insignificantes— otro de los pilares fundamentales donde descansa la eficacia de lo planteado por Nolan son las brillantes decisiones de reparto, empezando, cómo no, por un Christian Bale espléndido en su dualidad, y pasando por nombres de probada eficiencia como los de Morgan Freeman, Michael Caine —¿se puede ser más carismático que los dos veteranos intérpretes?, Liam Neeson, Gary Oldman o Cillian Murphy, siendo una infame Katie Holmes el único punto negro de las labores interpretativas de la cinta.
'Batman Begins', impagable comienzo
Comentaba el otro día a la finalización de la entrada correspondiente a 'Spider-man 2' (id, Sam Raimi, 2004) que, a pesar de sus errores, si algo conseguía la segunda entrega de las aventuras del trepamuros era posicionarse como un vehículo de universalidad inequívoca capaz de aludir tanto a los fans irredentos del personaje y a los lectores de cómic de toda la vida, como a aquellos que sólo conocieran al personaje a través del cine y no pretendieran dar continuidad a lo mucho que hubieran podido disfrutar con la cinta en otro medio que no fuera el séptimo arte.
Huelga decir que dicho logro queda exponencialmente aumentado en la cinta de Nolan, y el Batman que vemos aquí es un héroe completamente creíble —dentro de ciertos parámetros, claro está— y adaptado a todo tipo de gustos cinematográficos. Respetuoso como veíamos con la tradición comiquera al tiempo que novedoso en los planteamientos más urbanos y "reales" con los que el cineasta lo caracteriza, la firme voluntad del director por ofrecer algo nunca visto se traduce precisamente en eso, en un espectáculo soberbio como pocas veces había sido capaz de ofrecer el cine de superhéroes.
Un espectáculo que, no obstante, se verá ampliamente superado por las otras dos entregas de la saga firmada por Christopher Nolan y que, en última instancia, es la piedra fundacional de la que personalmente considero una de las trilogías más sólidas y cohesivas de la historia del cine. Asunto de los futuros análisis de 'El caballero oscuro' ('The Dark Knight', 2008) y 'El caballero oscuro. La leyenda renace' ('The Dark Knight Rises', 2012) será el justificar dicha afirmación con argumentos de peso. La empresa no será sencilla...espero sobrevivir a ella.
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