‘Come True’ podría ser vista como otra película de horror que mira a la nostalgia de los 80 de ‘Stranger Things’ o la nueva ‘Cazafantasmas: más allá’ (Ghostbusters: Afterlife, 2021) pero en realidad se mueve en un ángulo más afín al de Panos Cosmatos o Brandon Cronenberg. Estrenada sin mucho ruido en Movistar+ el año pasado, permanece como una de las películas más fascinantes de los últimos meses.
Anthony Scott Burns ya había visitado los mundos ochenteros con la muy digna ‘Our House’ (2018) que permanece entre lo más destacado del 2018 y aquí repite en la banda sonora con el grupo de Synthwave Electric Youth, los autores de las famosas canciones de ‘Drive’ (2011), con los que ha vuelto a escribir mano a mano las piezas que conforman la música de ‘Come True’ mucho antes de empezar a rodar la película.
Puede decirse que la obra se ha empezado por el tejado, pero la influencia del sonido y del diseño previo define la experiencia de la película, un viaje con aires experimentales y vocación de gran videoclip de sensaciones terroríficas. Producida con un equipo de 4 personas aparte de actores, con el director haciendo infinidad de tareas a la vez, no es la clásica película que produciría cualquier estudio y sin embargo su apariencia no solo es competente sino que se propone como una hermosa experiencia visual.
Terrores nocturnos
‘Come True’ es inclasificable, por una parte es un viaje de horror onírico al fondo de las ansiedades adolescentes, con una serie de hipnóticas escenas surrealistas, llenas de sombras que pueden dar escalofríos a las víctimas de terrores nocturnos, pero que seguramente harán las delicias de los fans de videojuegos como ‘Silent Hill’, ya que nos descubren un mundo desconocido, del que no se nos explica nada pero podemos identificar como una infernal dimensión de las pesadillas.
Su historia se cuenta a través de una adolescente que participa en una especie de experimento del sueño que encaja en la ciencia ficción retro de ‘Tron’ (1982), aunque su tono sea el de un drama adolescente oscuro como ‘Donnie Darko’ (2001) bajo el filtro de los terrores de autor independientes que llevan trasformando el género los últimos años como obras como ‘It Follows’ (2014). Pero Burns ya había demostrado que tenía una voz propia en su segmento para la antología 'Holidays' (2016), una pequeña gran joya de horror cósmico, contada desde la intimidad paternofilial y la tecnología de audio viejuna.
Esta vez se introduce en el terror young adult y la ciencia ficción lowfi rescatando ideas de la olvidada inspiradora apócrifa de ‘Origen’ (Inception, 2010), la estupenda ‘La gran huida’ (Dreamscape, 1984), también clave en el diseño de los experimentos del sueño de ‘Monstruos en la noche’ (Nightwish, 1991) y en su aproximación visual, se apunta a las descripciones reales de los visitantes nocturnos de las víctimas de parálisis del sueño del terrorífico documental ‘The Nightmare’ (2015).
Viaje alucinante al fondo de las pesadillas
Burns no tiene prisa en responder preguntas y trabaja más los estados de ánimo y la gama cromática limitada a azules y negros de la espiral tenebrosa febril de su protagonista, cuyas relaciones disfuncionales forman un collage etéreo con principio y final conscientemente difusos. También conecta estilísticamente con la citada ‘Our House’, que mezclaba el terror sobrenatural y la ciencia ficción de ecos Amblin con unas misteriosas entidades oscuras que podrían convivir en este mismo universo.
Por alguna razón ‘Come True’ está llena de guiños a George A. Romero, desde la aparición de ‘La noche los muertos vivientes’ (Night of the Living Dead, 1968) en un cine, a la camiseta que lleva la protagonista o incluso las gafas de uno de los personajes, pero sus enigmas no invitan a hacer esa reacción, pero en realidad tiende a un horror psicológico que trata de jugar con la identidad. Durante su metraje coloca pistas con los conceptos de anima y animus de Jung invitando a que las interpretaciones de la película sean comparadas con la identidad del inconsciente.
‘Come True’ es una obra fascinante que ha sufrido el estreno deficiente en países como España y la consiguiente falta de atención en redes en su estreno en plataformas, pero el desaire de estas a la hora de publicitarla no refleja la singularidad de una propuesta que aunque queda algo perjudicada por su perezoso final, resulta una de las experiencias más obsesionantes del año 2021, una ‘Pesadilla en Elm Street’ (A Nightmare on Elm Street, 1984) para la generación z que va a acumular fans con el paso del tiempo.
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