Tras dar vida por cuarta vez al Inspector Harry Callahan, Clint Eastwood volvió a ponerse en la piel de un policía muy distinto en ‘En la cuerda floja’ (‘Tighrope’, Richard Tuggle, 1984). Curiosamente el film iba a titularse ‘Más allá del bien y del mal’ pero ése fue el título que recibió en los USA una película de Liliana Cavani y por aquel entonces dos películas, exceptuando remakes, no podían titularse de igual manera. La verdad es que dicho título le hubiera quedado perfecto a la película pues representa más acertadamente lo que es la misma, el de ‘Tightrope’ aunque nada desdeñable, es menos sutil, más preciso, y una de las bazas del film es su ambigüedad.
El guión de la película le fue ofrecido al actor por Richard Tuggle con la condición de que éste fuera el director. Eastwood aceptó atraído por las enormes posibilidades del libreto; Tuggle ya había demostrado su valía escribiendo el guión de ‘Fuga de Alcatraz’ (‘Escape from Alcatraz’, Don Siegel, 1979) y además el film estaría bajo el control absoluto de su estrella. Una producción Malpaso con el mismo equipo que Eastwood solía/suele utilizar. Muchos son los que dicen que en realidad la película la dirigió el propio actor y no sería de extrañar dadas las enormes similitudes que existen con el cine del director. Aún así es algo que no sabremos nunca y es extraño que el nombre de Tuggle sólo esté relacionado a sus dos colaboraciones con Eastwood más otra película —‘Fuera de límites’ (‘Out of Bands’, 1986)— y un episodio de la serie ‘Historias de la cripta’. Nada más se sabe sobre él en términos cinematográficos.
La historia de ‘En la cuerda floja’ nos habla de Wes Block, un policía de Nueva Orleans divorciado que vive con sus dos hijas pequeñas y que investiga una serie de asesinatos de índole sexual. La película supone un punto de inflexión en la carrera de Eastwood y su imagen como actor. Eran tiempos de cambios, Eastwood se divorciaba de su mujer Maggie Johnson, y Alison Eastwood, hija de ambos, tiene un papel en la película dando vida a la hija de Block. El personaje no le podía venir mejor pero al gran riesgo que corrió Eastwood en el film fue el de dar vida a un modélico policía, divorciado y con dos hijas a su cargo, pero de peligrosas tendencias sexuales.
Block es un hombre atormentado, su condición de policía le hace tener acceso al prohibido mundo de la noche en el que poder dar rienda suelta a sus fantasías sexuales. A Block le gusta atar a prostitutas cuando se acuesta con ellas, prostitutas que más tarde aparecen muertas, asesinadas por el hombre que busca el Block policía, un asesino con sus mismos ocultos deseos de perversión. Así la identidad del asesino no es tan importante a pesar de que en la película se le da una explicación muy lógica y coherente, pues funciona como alegoría de la personalidad oculta de Block, su lado malvado, siendo las dos caras de una misma moneda. El eterno enfrentamiento entre el bien y el mal representado en un thriller de precisa factura clásica que no ha envejecido ni un ápice teniendo en cuenta que los films de los 80 parecen ser a los que peor les sienta el paso del tiempo.
‘En la cuerda floja’ recuerda sobremanera a los films de cine negro de los años 40 sobre todo en lo que respecta a su puesta en escena. Richard Tuggle se apoya en una impresionante, como era costumbre en él, fotografía de Bruce Surtess, para crear una adecuada atmósfera sobre todo en las escenas nocturnas en las que la oscuridad se adueña del relato acentuando la personalidad de Block, un hombre que se mueve en un mundo de sombras en el que es difícil discernir entre el bien y el mal. Lennie Niehaus, en su primera colaboración con Eastwood, compone una banda sonora jazzística muy acorde con una historia narrada con pulso firme por un Tuggle muy inspirado que consigue un crescendo dramático increíble.
Todo ello gracias al enfrentamiento psicológico entre policía y asesino, y la ambigüedad en la que se mueve el primero. Pero Tuggle no es tonto, ya desde el principio se encarga de mostrarnos sutilmente que Block no es el asesino, a quien no le vemos el rostro hasta la excelente persecución y pelea del clímax final. Tuggle no juega a despistarnos con la identidad del autor de las muertes, lo que verdaderamente le importa es dibujar con precisión a Block sacando los fantasmas de éste en forma de asesino en serie. Podríamos decir en términos de Hitchcock, que el asesino es el mcguffin de la película, una excusa para hablar sobre Wes Block, uno de los personajes más perturbadores que haya interpretado Clint Eastwood. Detalles como los de las zapatillas, el sueño de Block, las esposas, subrayan el hecho de que Block se mueve continuamente en la cuerda floja, tentado de dejarse llevar por sus más bajos instintos, los de un animal. No es casualidad que la lucha final entre policía y asesino semeje ser una pelea entre dos animales furiosos casi idénticos.
Para los que dudamos un poco de la autoría de Tuggle —alguien de quien no hay rastro, ni una imagen ni nada, lo que me hace pensar cosas muy raras— sólo nos queda lamentar el hecho de que este hombre no se prodigara mucho más en el cine. Otros insisten que que Eastwood fue el verdadero artífice de ‘En la cuerda floja’ pero que no quiso cambiar el nombre en los créditos por temor a represalias de la DGA, el gremio de los directores americanos. En cualquier caso de lo que no hay duda es de que aquí Eastwood realiza una de sus mejores interpretaciones, uno de esos personajes que jugando con su imagen habitual, contiene múltiples lecturas. Al igual que en el film de Don Siegel escrito por Tuggle aquí se utiliza el rostro de Eastwood como pocas veces se ha hecho —¿coincidencia?—, perfecto retrato de un hombre con doble cara.
Aunque la película se centra sobre todo en Block, al fin y al cabo es el tema central, Eastwood no acapara la pantalla como lo hubieran hecho otros. Su gusto por los antihéroes y su falta de divismo le hacen como siempre quedar en un segundo plano. Su presencia es imponente, pero no ahoga el film dejando que sus compañeros de reparto brillen con luz propia. Geneviève Bujold da vida a una mujer de la que se enamora Block, alguien que parece entender su lado oscuro, y Dan Hedaya interpreta a uno de los compañeros de Block en una composición que recuerda al tipo de personajes secundarios que aparecían en los viejos thrillers de los años 40 —a los que, repito, recuerda la película— y que podían estar interpretados por Ward Bond, Lloyd Nolan o Ed Begley. Alison Eastwood tendría aquí su debut —ya aparecía en un plano de ‘Bronco Billy’ (id, 1980)— como hija de Block, detonante en cierto momento de la decisión final tomada por Block.
La película tuvo excelentes críticas —no es para menos, tratándose de una obra maestra del Film-Noir en toda regla— y muchos empezaron a abrir los ojos dándose cuenta de las enormes posibilidades de Eastwood como actor. Aunque me imagino que esos mismos volverían a pensar lo de siempre cuando aquel mismo año le vieron protagonizar ‘Ciudad muy caliente’ (‘City Heat’, Richard Benjamin) al lado de Burt Reynolds. Pronto hablaremos de ella.
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