‘Bronco Billly’ es la primera película en la trayectoria de Clint Eastwood que puede considerarse como el primer intento por parte del director de dejar impresa en su obra parte de su filosofía, de sus creencias, de sí mismo. En sus anteriores incursiones tras las cámaras, los films realizados (siempre intentando aportar algo nuevo) se inscribían totalmente, o en su mayor parte, dentro de determinados géneros (thriller, western…). ‘Bronco Billy’ es prácticamente inclasificable; en ella hay comedia, hay drama, hay denuncia, hay tantas cosas y tantos tonos, que se hace realmente difícil enmarcar el film en un género concreto. Es un film amable, pero no fácil, y eso despistó a los espectadores de la época, que no hicieron caso de la película, siendo uno de los mayores fracasos de Eastwood.
‘Duro de pelar’ y ‘Fuga de Alcatraz’ habían sido éxitos de taquilla, sobre todo la primera que a día de hoy sigue manteniéndose como uno de sus mayores logros taquilleros, por lo que Eastwood se sintió con total libertad para realizar el que sería uno de sus más personales proyectos. Un film que a priori ya se sabía no tendría la misma respuesta por parte del público como en sus trabajos donde interpretaba a pistoleros o policías. Pero Eastwood ya tenía cierto poder a esas alturas y podía hacer lo que quisiese, y eso que ‘Bronco Billy’ no está producida por la Malpaso.
En aquellos tiempos Eastwood estaba en proceso de divorcio con Maggie Johnson con la que tuvo que repartir parte de sus ganancias, así que para producir la película recibió ayuda de su colega Robert Daley, quien lo hizo a través de una compañía llamada Second Street Films, que produciría únicamente esta película, más un documental político de hace dos años. Sea como fuere, la Warner auspició la mayor parte del proyecto, dejando que su estrella más taquillera en aquel momento tuviera mano libre para realizar la película a su completo gusto. Y en caso de no cumplir expectativas, siempre habría tiempo de resarcirse protagonizando una película que le reportaría las ganancias que una productora siempre anda buscando (al año siguiente haría ‘La gran pelea’, imposible secuela de ‘Duro de pelar’ y todos tan contentos).
‘Bronco Billy’ fue realizada en una época en la que Eastwood andaba muy interesado en cambiar de imagen, sobre todo en ablandarla, llegar a un público más amplio. De hecho, posee algunos puntos de contacto con sus dos films en los que se hace acompañar de un orangután, historias de ambiente rural, salpicadas con un poco de humor grueso y personajes con los que es más fácil identificarse. Bronco Billy es el dueño de un pequeño circo que representa un espectáculo del viejo oeste, atravesando el país ofreciendo actuaciones en varios pueblos, y actuando gratis en orfanatos y hospitales. Los problemas económicos están al orden del día, y el grupo, que es prácticamente una familia, sobrevive no sin dificultades.
El personaje de Eastwood parte de su propio mito. Su imagen es un completo icono dentro del western, y desde niño siempre quiso ser un cowboy, un hombre libre en un país al que ama, con unos ideales basados en las antiguas tradiciones, las cuales van camino de perderse en un mundo cada vez más moderno e insensible. Es por eso que cuando el personaje de Antoinette Lily (Sondra Locke) hace acto de presencia, se produce todo un choque de caracteres y estilos de vida. Lily es una joven heredera de ciudad, acostumbrada a grandes lujos, y que ve el circo de Billy como un hatajo de perdedores a los que tiene la necesidad de unirse por problemas con su marido (un excelente, como siempre, Geoffrey Lewis) la ha dejado abandonada en un motel sin absolutamente nada. Poco a poco irá comprendiendo la filosofía de vida de ese pequeño grupo de personas que parecen salidas de otro tiempo, y que hoy resultan totalmente anacrónicas.
El circo de Bronco Billy está compuesto por ex-presidiarios. Todos y cada uno de sus componentes ha estado en la cárcel por diversas y muy personales razones. La más divertida, por así llamarla, es la del propio Billy: siete años encarcelado por disparar contra su mujer cuando la encontró en la cama con otro hombre al que no le disparó porque era “su mejor amigo”. El circo es una segunda oportunidad para todos, un volver a empezar lejos de las grandes ciudades, donde todo parece (es) menos puro, menos auténtico. De esta forma, en el circo de Billy todos pueden ser lo que quieran ser, lo que siempre soñaron desde niños. Encantadores de serpientes, lanzadores de cuchillos, expertos con el lazo, etc. Un tributo a la vieja América, que con el paso de las décadas está cambiando (me pregunto cómo sería esta película si Eastwood la hubiese realizado hoy día y no en 1980).
Eastwood se rodeó del mismo equipo que en sus dos films con orangután, con la diferencia de que él manejaría la batuta de director, dado lo personal del proyecto (también destaca la presencia de Scatman Crothers, recién salido de ‘El resplandor’ de Kubrick, quien quedó maravillado y sorprendido por la forma de rodar de Eastwood, totalmente opuesta a la del director de ‘2001’). Lo cierto es que los trazos de humor que bañan el film no se diferencian en demasía de los films citados, e incluso la trama secundaria de la chica rica de ciudad que se siente irresistiblemente atraída por Billy (una vez más, excelente feeling entre Eastwood y Locke) se mueve por caminos más bien convencionales, aunque recuerda a las viejas comedias clásicas en las que se presentaban idénticas situaciones de diferencia de clases. Pero hay en ‘Bronco BIlly’ una mirada nostálgica y amarga sobre la vida, sobre el modo de vida americano. Dos secuencias subrayan esa melancolía, esa tristeza y añoranza por los viejos tiempos que ya no volverán. Una por alocada y atrevida, la del fallido asalto a un tren, tan asombrosa como lógica en la propia coherencia interna del relato. La otra porque sencillamente está filmada con mucho gusto y belleza, la de los niños sorprendidos por Bronco Billy cuando éstos admiran su coche; Billy aparece detrás de ellos y el contraplano indica la figura a contraluz de un cowboy auténtico, la mismísima leyenda en persona, y que lógicamente juega con la propia iconografía de Eastwood en el cine. Una de las mejores secuencias jamás filmadas por el director.
Muchos pensarán que ‘Bronco Billy’ es una americanada, como decimos aquí, siendo más bien un acto de amor hacia una época muerta, una especie de canto hacia el western, entre otras cosas, el cual estaba muerto en aquellos años (la ironía del asunto es que Eastwood lo resucitaría nada menos que dos veces). Y hay un apunte argumental realmente curioso y llamativo: en un momento dado, Billy necesita una nueva carpa para su circo y ésta será realizada a base de coser banderas de los Estados Unidos, trabajo que realizarán los pacientes ingresados en un manicomio. ¿Se puede ser tan sutil y directo al mismo tiempo en intenciones? La crítica la recibió con los brazos abiertos pero el público la ninguneó. No importaría, muy pronto, Clyde le llenaría de nuevo los bolsillos de dólares, aunque para ello tuviera que interpretar la que probablemente es la peor película de toda su filmografía. Curioso paso tras esta simpática y entrañable ‘Bronco Billy’.
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