Netflix es el más popular portal de Internet destinado a series, películas y demás. Ha quedado demostrada su eficacia en cuanto a la producción de shows televisivos, haciendo dura competencia a “gigantes” como HBO, por ejemplo. Series como ‘House of Cards’ (íd., 2013-) o ‘Daredevil’ (íd., 2015-), por citar dos de sus populares producciones televisivas, son buena prueba de ello. En cuestiones cinematográficas el asunto ya huele diferente.
Hace poco nos llegaba ‘Spectral’ (íd., Nic Mathieu, 2016), un relato de Sci-Fi con no pocas referencias cinéfilas, sobre todo a James Cameron. El resultado, a mi parecer, es bastante flojo. Lo mismo que me parece la nueva apuesta cinematográfica de la casa, ‘Clinical’ (íd., Alistair Legrand, 2016), film de terror, cuya trama es poco menos que vergonzosa, intentando jugar con el espectador al que no logra sorprender con sus supuestos giros.
Vinessa Shaw —la heroína de la mejor película de Alexandre Aja— da vida a una psiquiatra que presencia el intento de suicidio de una de sus pacientes (India Esley), lo cual deja una importante secuela en la doctora. Intentando rehacer su vida tras el trauma, Jane (Shaw) recibe un nuevo paciente con la cara desfigurada y un terrible pasado al que debe enfrentarse. Sólo ella puede ayudarle. Hasta aquí la premisa, la cual irá por senderos en todo momento previsibles.
El inicio de ‘Clinical’ es bastante convencional. Una especie de prólogo que concluye con una secuencia sangrienta; en el film hay menos sangre de lo que sugiere el tráiler en el que la propia cadena advierte de imágenes supuestamente fuertes, un chiste sin lógica alguna, a no ser el sumarse a la invasión de lo políticamente correcto para no molestar a las actuales generaciones. Todo el posible escándalo que pueden sufrir las mentes demasiado sensibles está en ese inicio, filmado por otro lado de forma torpe.
Chispazos de buen cine
La consabida y obligada elipsis nos lleva a la vida actual de Jane, en la que los personajes “nuevos” aparecen en la trama, mientras el espectador juega a saber qué pasará y cómo influirá el prólogo en el resto de la película. No hay que pensar demasiado. Cualquiera con un mínimo de kilometraje cinéfilo recorrido sabe perfectamente qué pasará. Lo más alucinante es que se acierta al cien por cien. Y nada de eso debería impedir el disfrute de un film cuya única finalidad es precisamente entretener.
Sin embargo el guion escrito a cuatro manos por el propio director y Luke Harvis —los mismos perpetradores, en idénticas funciones de la lamentable ‘The Diabolical’ (íd., 2015)— no permite que Legrand pueda subsanarlo con la puesta en escena. La historia posee tantas partes vacías —una de ellas, la falta de más personajes— que utilizando la lógica se va por delante del film todo el tiempo, algo que en un primer visionado no debería suceder nunca. Con todo, hay un par de secuencias más o menos decentes en cuanto a la utilización del suspense.
Es en el tramo en el que la protagonista cree estar perdiendo la cabeza, incapaz de diferenciar entre la realidad y la ficción debido a las pesadillas que sufre, cuando ‘Clinical’ muestra sus mejores cartas, aquellas en las que Legrand puede crear cierta atmósfera terrorífica con un par de apariciones, el único momento en el que el formato scope está aprovechado. Flashes de brillantez formal que no logran paliar el despropósito general.
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