A Renny Harlin hay que tenerle un rinconcito en el corazón de todo cinéfilo sólo por haber dirigido 'La jungla 2: Alerta roja' ('Die Hard 2'), la segunda entrega de las aventuras de John McClane, y partes de 'Deep Blue Sea', film desvergonzado y muy entretenido que se atrevía a sorprender al espectador (y conseguirlo) en un contexto demasiado trillado. El resto no hay por donde cogerlo, salvo apuntes muy, muy parciales; desde memeces del calibre de 'Pesadilla en Elm Street 4' o 'Las aventuras de Ford Fairlane' hasta películas que dejan con la boca abierta de lo delirantemente malas que son ('La alianza del mal' o 'Cazadores de mentes'), pasando por soberanos aburrimientos como 'Memoria letal' (en su momento el guión más caro de la historia del cine) o 'La isla de las cabezas cortadas'.
'Cleaner' hacía sospechar que nos encontraríamos con ese tipo de cine que parece relegado a estanterías del videoclub, subproductos filmados sin la más mínima personalidad, que además poseen guiones lamentables de los que apenas se puede sacar algo de provecho. Pero sorprendentemente, la penúltima película de Harlin (tiene otra ya estrenada, '12 Rounds') nos ofrece el que sería su tercer mejor trabajo, después de los ya mencionados, aunque eso no sea decir demasiado. Al menos, esta vez, ha logrado con una sobria puesta en escena limar asperezas de una historia demasiado previsible.
'Cleaner' narra las andanzas de Tom Cutler, un expolicía que ahora se dedica a limpiar escenas de crímenes. Totalmente minucioso en su trabajo, es tan efectivo haciendo lo que hace que, tras finalizar su tarea, nadie podría demostrar que en aquel lugar se ha cometido un crimen. Un día recibe el encargo de limpiar una escena de crimen en una casa de una residencia de clase alta, dándose cuenta más tarde que todo ha sido un engaño para hacerle limpiar las evidencias de un asesinato. Si el espectador no es demasiado tonto, se dará cuenta enseguida de quién está metido en el ajo y quién no, y es que el mayor problema de 'Cleaner' es precisamente su excesiva previsibilidad en el guión.
Cualquier espectador con un mínimo de experiencia, ya no sólo en películas similares, sino en multitud de series de televisión que poseen el mismo tipo de giros argumentales, verá enseguida el juego que presenta 'Cleaner'. Su presumible sorpresa final no es tal, los hechos sólo conducen hacia un punto, y es ése precisamente el que se nos desvela en el último tramo. Dejando a un lado el personaje central, con el que Harlin parece estar más encariñado, los secundarios no pasan de ser tópicos sin un mínimo de desarrollo: la esposa engañada que algo oculta, el familiar policía demasiado amable, la hija que sufre porque está olvidando a su madre fallecida, y el oficial encargado del caso que parece el malo de la función. Típicos personajes/elemento con los que se compone un esquema mil veces visto, argumentalmente hablando.
Harlin sortea victorioso las calamidades de un penoso guión con una interesante puesta en escena que combina pequeños tics modernos con una sobriedad atípica en un director que siempre se ha movido dentro de los límites del cine más comercial. Sin embargo, aquí se toma su tiempo para describir a los esquemáticos personajes, con una breve y concisa descripción de la vida del limpiador del título, sin duda el más interesante del todo el relato. Desde los detalladísimos planos que nos explican su metodología en el trabajo, hasta la descripción de ese mismo ritual en su vida personal, pasando por el devenir de una investigación, que aún siendo previsible se sigue con cierto interés gracias al enfoque de Harlin y su justo ritmo, lento pero sin pausa.
Samuel L. Jackson también hace soportable la película gracias a su interpretación, un policía retirado que se dedica en cuerpo y alma a su trabajo de limpiador, mucho más fructífero que el de atrapar a un criminal que se saldrá con la suya, intentado exonerar sus propios pecados del pasado. A su lado Ed Harris (del que hace poco mi compañero Adrián Massanet se deshizo en merecidos elogios) hace lo que se espera de él en un rol demasiado previsible. Eva Mendes no se cree ni ella misma su intento de mujer fatal, y Luis Guzmán en su línea. Hay que decir al respecto del trabajo actoral, que 'Cleaner' es una de esas películas en las que sus actores cumplen papeles muy determinados, y que con poco que se sepa de su trama, ya llega para desvelar sus cometidos antes de ver el film, y por supuesto no equivocarse cuando se visiona. Inconvenientes de la experiencia antes citada.
Al menos 'Cleaner' se ve con agrado, se disfruta en su justa medida y días más tarde se olvida. Harlin se preocupa de narrar con eficacia, procurando no tratar al espectador como a un memo, y sorprende precisamente por eso, porque el director de 'Máximo riesgo' ('Cliffhanger') se ha caracterizado muchas veces por hacer sufrir al personal. Mientras me alegro un poco de ello, me retiro a mis aposentos a entristecerme precisamente por lo contrario: un gran director perdiendo su toque maestro.
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