Cine en el salón: 'Snatch. Cerdos y diamantes'...y un gitano llamado Brad Pitt

Eclipsada sin duda alguna por el estreno la semana pasada de la "otra" película de espías y acción del verano, hoy llega a nuestras carteleras 'Operación U.N.C.L.E' ('The Man from U.N.C.L.E', Guy Ritchie, 2015), la adaptación de la mítica serie de televisión de los años sesenta que protagonizan en su versión cinematográfica Henry Cavill y Armie Hammer y que supone el regreso de Guy Ritchie, tras el doble paréntesis con Sherlock Holmes, al tipo de cine "cool" en el que el británico ha desarrollado hasta ahora los mejores títulos de su trayectoria, esa terna formada por 'Lock & Stock' ('Lock, Stock and Two Smoking Barrels', 1998), 'RocknRolla' (id, 2008) y la cinta que hoy nos ocupa.

A la hora de discernir cuál de las tres quedaría por encima de las otras, la elección no resulta nada sencilla por cuanto, como mucho se apuntó en el momento de su estreno, 'Snatch. Cerdos y diamantes' ('Snatch', 2000) no es más que una leve iteración sobre las mismas fórmulas argumentales que Ritchie había puesto en juego con su ópera prima, utilizando el cineasta un estilo narrativo casi calcado de una a otra y un elenco de actores que contaba con cuatro de los intérpretes de 'Lock & Stock': Jason Statham, Vinnie Jones, Jason Fleming y Alan Ford, que de narrador en aquella pasa a tener en ésta el que probablemente sea uno de los dos mejores papeles del filme.

Pitt, la cumbre de un reparto asombroso

El otro, el que habría que apuntar como mejor decisión de reparto y mejor personaje de la cinta, recae sobre un Brad Pitt que insistió sobremanera a Ritchie para que le dejara participar en la producción después de ver su anterior filme. Al aceptar —¿quién en su sano juicio no lo habría hecho?—, el cineasta abría la puerta a que en cada momento en que su personaje aparece, y no son pocos, Pitt robe sistemáticamente la escena en cuestión a quien se le ponga por delante, llegando a provocar que, por muy bien que discurra todo el entramado de acciones que monta el director —y discurre de forma genial— estemos deseando que Mickey reaparezca en pantalla.

Al parecer incapaz de imitar en condiciones el acento londinense que Ritchie había pensado para el papel inicial de Pitt, aquél decidió que el estadounidense se encargara de encarnar a un gitano de habla incomprensible —aplauso aquí para el doblaje de Daniel García— que es eje alrededor del que se mueve la trama que utiliza como McGuffin un enorme diamante de 86 quilates. Al hacerlo, Ritchie aprovechaba además para dar respuesta a las críticas que había recibido en 'Lock & Stock' por lo incomprensible del habla de muchos de los actores creando a un personaje que no sólo no es entendido por el público, sino por los demás integrantes de la acción.

Pero Pitt no es más que la cúspide de uno de los tres mejores valores de que hace gala la cinta, y pocas pegas se podrían poner a un reparto en el que cabría destacar, aunque como digo todos estén espléndidos, al citado Alan Ford —que acojona incluso antes de comenzar a hablar— y a un Rade Serbedzija que en la piel de Boris el ruso tiene uno de los mejores instantes del filme, aquél en el que aparece ensangrentado en la puerta de su casa y, sin mediar palabra pero con una cara de desquiciado que no puede ser más elocuente, entra en la misma para salir, instantes después, con un fusil de asalto lanzagranadas que afirma, mejor que cualquier diálogo, "la que se va a armar".

'Snatch. Cerdos y diamantes', a ritmo de "¡¡joder!!"

Si los actores son uno de los tres valores que más juegan a favor de que servidor considere a 'Snatch' como lo mejor que Ritchie ha rodado hasta el momento, los otros dos recaen directamente sobre el ex de Madonna, ya que es incuestionable que guión y dirección son de un nivel impresionante que sitúan al cineasta como uno de los más elocuentes escritores y más brillantes narradores surgidos de la pérfida Albión en las dos últimas décadas...a pesar de esos dos horrendos deslices en los que incurrió, de forma sucesiva, entre 2002 y 2005.

Si a su forma de escribir tenemos que hacer referencia, Ritchie bebe de forma directa de la escuela de Tarantino con cruces de sentencias rápidas, ingeniosas y de un nivel extremo de chulería que, y esta es una de sus grandes ventajas, siempre parecen tomadas a nivel de la calle. Eso por no hablar de algunos de los monólogos que aparecen en sus cintas y que aquí tienen espectaculares ejemplos en el homenaje inicial a 'Reservoir Dogs' (id, Quentin Tarantino, 1992) y, por supuesto, en la explicación que Brick Top ofrece sobre como alimentar a los cerdos...con carne humana.

Y si es de sus modos tras la cámara de lo que hemos de departir, hay aquí sobradas muestras de un sentido del ritmo narrativo que no deja indiferente en su incesante no parar —gracias al montaje de un Jon Harris que después trasladará su talento al cine de Matthew Vaughn—, que hace de la sugerencia una de sus mayores virtudes —todas las muertes que se producen son fuera de plano— y que sabe como manejar la violencia en pantalla para añadirle siempre un socarrón sentido del humor que es, en última instancia, sello inequívoco de todo su cine a excepción hecha de esa dupla que, si eso, mejor no recordamos, ¿no?

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